Vuelve Embajada Boliviana: “El punk se puede hacer como el que lo hace quiera”
Una de las bandas fundamentales del punk argentino regresa a Rosario tras varios años, en un único show en formato eléctrico y acústico, donde harán un repaso por toda su historia. Conclusión habló con Julián Ibarrolaza.
- Espectáculos
- May 18, 2016
Por Santiago Fraga
¡Vuelve Embajada Boliviana! Seis años después, el grupo considerado como una de las bandas de culto de la generación punk de los 90’ vuelve a Rosario a demostrar que siguen más que vigentes con un show único el sábado 21 de mayo en Pugliese (Corrientes 1530).
La velada suena más que prometedora: con una propuesta distinta pero rememorando los temas de discos como “Soñando Locuras”, “Quién quiera oír… que oiga” y “Perdiendo el Control”; Julián (voz), Kuntacu (guitarra), Cabeza (bajo), Matu (batería) y Juan (voz) llegan recargados desde La Plata, acompañados por Mal Llevados, Garage y Uglys, y con el anuncio además de que en julio sacarán un disco doble, llamado “Las Mejores Canciones del Mundo”, también en formato mitad eléctrico y mitad acústico. “Dos en uno, como el shampoo y la crema de enjuague”.
Conclusión se comunicó con Julián Ibarrolaza, cantante fundador de Embajada Boliviana, quien ahora se encarga de llevar la parte acústica del show, luego de que le hayan diagnosticado acúfenos, un problema del oído que le impide exponerse a volúmenes altos.
Al respecto, deja en claro que el punk no se basa en un formato o un instrumento, sino que “se puede hacer como el que lo hace quiera” ya que la esencia está en «sus integrantes, sus letras y melodías«; en sus canciones y en lo que cuentan: un mensaje anti violencia, alejado del “fetichismo nazi” y básicamente “lo que sale”, lo que les gusta y “quien quiera oír… que oiga”.
Además, realizó una crítica a los lugares inseguros donde a las bandas les toca presentarse, por todas las tragedias que han sucedido por no estar los sitios en condiciones: “El Sótano era un lugar peligroso no apto para tocar. Mejor que no exista más. ¿No aprenderemos nunca de lo que pasó? ¿Es necesario volver a vivir una tragedia? Yo pienso que no. ¿Pensamos en cómo están los familiares de los chicos muertos en locales no aptos? ¿Cómo vivirán el resto de sus «vidas»? ¿Todo lo que se perdieron esos chicos?”.
—Vuelven a Rosario, y además del público rosarino ya muchas personas de otros puntos del país aseguraron que vendrían para verlos. ¿Qué les genera eso a ustedes? La repercusión y el mantenerse con el tiempo.
—Por supuesto que esto nos genera una gran sorpresa, ¡no podemos creerlo ni entenderlo! Aunque es verdad que hicimos muchísimo esfuerzo para tener este pequeño lugarcito en los corazones de nuestros seguidores, trabajamos mucho, pensamos las canciones, pensamos cada cosa que hacemos musicalmente hablando. Estamos muy agradecidos y contentos, y súper felices de llegar a Rosario con el ingrediente que además concurran personas que llegan desde otros sitios. Los agradecidos somos nosotros.
—¿Por qué tantos parones? Entre 2000 y 2010… 2010 y 2014… (NdR: El grupo dio un cese a sus actividades tras el disco ‘Soñando Locuras’ en el 2000, regresaron en el 2010 y volvieron a parar hasta el 2014, cuando volvieron con un show en el Teatro Flores con el formato actual).
—Como decían los vascos de Eskorbuto: «Cosas de la vida..»
—Su show se presenta como “Eléctrico y Acústico”. ¿Se puede hacer punk acústico? ¿Fue bien recibido?
—El punk se puede hacer como el que lo hace quiera. Su esencia no es un formato, o tal o cual instrumento; la esencia del punk está en sus integrantes, sus letras y melodías; en sus canciones, en lo que cuentan; en su libertad de expresión; se aleja del fetichismo nazi; y debería alejarse del todo y de una vez por todas de la violencia. Esta última no debería de vincularse con ningún tipo de movimiento artístico y humano. Se aleja de aquellos que mucho se le parecen a esto último, que te dicen qué podes hacer o tocar y qué no. No hacemos música para ver qué piensan los demás; hacemos lo que podemos, lo que nos sale, y lo que nos gusta. Cada uno que haga lo quiera, «Quien quiera oír que oiga» y el que no se embroma.
Lo que hacemos es real, no hacemos música intencionalmente para algo en especial, hacemos esto porque nos gusta, nos mantiene vivos. Con esperanzas. No criticamos al sistema porque no nos sale y no porque pensemos que está todo bien. Siempre hay cosas para corregir y aprender. No componemos pensando si va a agradar o no a una compañía o para sonar en las radios, aunque si un día sucede vamos a estar contentos, pero no parte de ahí nuestra inquietud. Empezamos a tocar en el año 1992, muchos chicos que nos vienen a ver y algunos que nos critican todavía no habían nacido en aquel entonces.
—¿Hay alguna letra de la banda que sientas que sigue muy vigente?
—Muchas.
—¿Sentís que el punk sigue teniendo esa fuerza contestataria que tuvo en los 90′? ¿O falta algo?
—Sí, sigo creyendo en las mismas bandas y personas que me enseñaron hacer esto, como Attaque 77, Ciro y Mariano, Fede Pertusi, etcétera. Mis queridos ramones y todos sus músicos invitados, y sus geniales productores artísticos.
—¿Sentís que hay menos lugares donde las bandas puedan ir a tocar hoy en día? Por ejemplo, El Sótano, lugar en el que vinieron en 2010, ya no existe más.
—El Sótano era un lugar peligroso no apto para tocar. Mejor que no exista más. ¿No aprenderemos nunca de lo que pasó? ¿Es necesario volver a vivir una tragedia? Yo pienso que no. ¿Pensamos en cómo están los familiares de los chicos muertos en locales no aptos?, ¿Cómo vivirán el resto de sus «vidas»? ¿Todo lo que se perdieron esos chicos?
—¿Qué se siente, hoy con el paso del tiempo, que una figura como Ricky Espinosa haya sido cercano a ustedes y hasta hecho un disco tributo (y a Sin Ley)?
—Riqui fue mi amigo personal. Yo tuve la suerte de conocerlo a él, a su compañera, y a su familia. Es un regalo que la vida me dio.