MARTES, 26 DE NOV

Virgen de La Salette: la aparición que predijo castigo en el mundo y a la iglesia

Fue combatida de una manera despiadada dentro del clero. Pero finalmente fue reivindicada, al comienzo de este milenio, luego de 150 años, cuando se empezaba a hacer evidente que los castigos habían escalado en todos lados.

 

La Virgen de la Salette, o la Saleta, es el nombre bajo el cual los fieles católicos designan a la Virgen María aparecida a dos niños el 19 de septiembre de 1846 en el pueblo francés de La Salette-Fallavaux. La Salette predijo un gran castigo en el mundo y en la Iglesia, debido al pecado, que llegaría en el momento elegido.

Ha habido tres apariciones fundamentales de Nuestra Señora en los últimos 150 años: La Salette, Lourdes y Fátima. Cada una de esas tres apariciones dejó un secreto, y se manifestó profundamente triste por el estado pecaminoso de la humanidad.

La aparición de La Salette fue combatida de una manera despiadada dentro de la Iglesia, pero al final fue reivindicada, al comienzo de este milenio, luego de 150 años, cuando se empezaba a hacer evidente que los castigos habían escalado en todos lados, y las críticas ya no eran razonablemente sostenibles.

Lo cual muestra que al final Dios logra que la Iglesia termine haciendo Su voluntad.

Aquí hablaremos sobre las persecuciones que sufrieron las apariciones de La Salette, por qué motivos concretos fueron tales persecuciones, y cómo los castigos que se profetizaron allí ya están sucediendo de una manera muy obvia.

Ella les dio un secreto y les ordenó que se hiciera público en 1858. Y así se hizo.

Nadie sabía entonces, que ese año, ella se aparecería bajo el título de la Inmaculada Concepción en Lourdes, e inauguraría un torrente de gracias y milagros que continúa sin interrupción hasta el día de hoy.

En La Salette la Virgen aparece llorando a causa de los pecados de los hombres que ofenden a Dios. 

El impacto de la aparición fue inmediato, haciéndose eco en la población el llamado a la penitencia y la oración, el respeto por el domingo, la abstención de la blasfemia y la invitación a la conversión.

Multitudes acudieron al lugar, se realizaron curaciones y conversiones, y se edificó lo que hoy es un hermoso templo.

Pero La Salette no se limitó a ese tiempo ni tampoco al nuestro. Va más allá, describe lo que sucederá en el Final de los Tiempos y al Final de la Historia, cuando la Segunda Venida de Jesucristo.

Sin embargo, su mensaje plasmado en el secreto de La Salette, fue objeto de una activa oposición dentro de la Iglesia, que llevó a muchos obispos y sacerdotes a cuestionar hasta la misma aparición.

La aparición fue aprobada por monseñor Bruillard en 1851, previa intervención de Pío IX, quien había recibido en ese año el secreto enviado por los dos pastorcitos, Melania y Maximino. Ambos niños tuvieron que sufrir indecibles persecuciones por parte del clero, que hoy vemos que fueron proporcionales a las serias denuncias que transmitieron contra los responsables de la situación en la Iglesia.

El obispo Guinoulhiac, sucesor del que aprobó la aparición, declaró terminado el tiempo de la aparición y comenzado el tiempo de la Iglesia, con lo cual descalificó tanto a los videntes como a su mensaje.

Y de hecho le hizo la vida imposible a los videntes impidiéndoles quedarse en La Salette.

Echó a Maximino del seminario donde estaba y a Melania la obligó a instalarse en Inglaterra haciéndose carmelita, e impidiéndole cumplir con su misión, vinculada al mensaje que debían difundir a partir de 1858, con la nueva orden que debía formar.

Pero el obispo Genouilhac murió loco jugando con muñecas. Su sucesor, Monseñor Fava aparentó atender los mensajes, pero los torció y falseó según su fantasía, entorpeciendo que llegaran al mundo. Lo encontraron muerto en el suelo de su dormitorio con el cuerpo enormemente convulsionado. Y en su funeral el féretro cayó del catafalco estrepitosamente de forma misteriosa, causando terror en los asistentes.

Y cuando el arzobispo de París, Monseñor Darbois, se burló de Melania, ella le predijo que dentro de poco sería fusilado. Y efectivamente, tres semanas más tarde caía bajo una granizada de balas durante la guerra franco prusiana.

La oposición escaló aún más en 1915 con la prohibición del Santo Oficio de hablar y publicar sobre La Salette.

Y no sólo se desacreditó a los pastorcitos, sino que el cuestionamiento llegó hasta la misma aparición ya aprobada, sugiriendo muchos ordenados que la aparición había sido falsa.

Habría que esperar a Juan Pablo II para que la aparición de La Salette, que ya estaba aprobada, fuera confirmada por un Papa. Y no solo eso, el secreto de La Salette, estuvo convenientemente perdido durante más de 150 años en los Archivos Vaticanos. Y recién en 1999 fue reencontrado.

Pero la propia Melania había dicho, que después de un primer impulso de entusiasmo popular, las palabras de Nuestra Señora caerían en el olvido. Y recomendó no angustiarse, porque el mensaje que parecía “muerto” sería “resucitado”, en el tiempo al que estaba destinado, y allí triunfaría en las almas buenas a quienes iba dirigido.

¿Cuáles fueron en concreto las razones que llevaron a esta reacción tan negativa dentro del clero?

Hablar de castigos de Dios por los pecados, en una época en que la gente escapa de las cosas malas y donde prima el hedonismo. Y las denuncias de lo que sucedía dentro de la Iglesia y con los sacerdotes, y que eso escalaría.

Respecto a la Iglesia y a los sacerdotes, Nuestra Señora dijo a los niños que la Iglesia estaba en peligro de apostasía y que los sacerdotes estaban perdiendo su fe. Destacando que éstos últimos estaban corrompiendo su fe y contaminando al pueblo de Dios.

Y los describió como lobos feroces que desgarran a las ovejas. «Los sacerdotes, ministros de Mi Hijo, están corrompiendo su fe y contaminando a Mi pueblo. Son como lobos feroces que desgarran las ovejas.»

Y agregó, «muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo. Muchos religiosos viven en pecado y corrompen a los jóvenes que se les confían. Si no se convierten, caerá sobre ellos el castigo de Dios»

Pero además, Nuestra Señora habló de que los pecados ya son castigados. Y sucedieron de inmediato las malas cosechas y la escasez de alimentos, como castigo por el pecado, que había predicho María.

En Fátima Nuestra Señora dijo explícitamente que las guerras son un castigo de Dios. 

Y desde 1870, cuando comenzó la guerra franco-prusiana, no ha habido pausa para las conflagraciones bélicas. Nunca el mundo estuvo sin guerras.

Y hoy en el horizonte se vislumbra la perspectiva de una Tercera Guerra Mundial, y además con la posibilidad de que sea atómica.

Actualmente hay no menos de una docena de guerras alrededor del planeta, algunas como las de Somalia y Nigeria que comenzaron en la década de los ’90, mientras que la de Tierra Santa lleva muchas décadas más.

Y dentro de la iglesia los castigos son muy obvios: por un lado la crisis de los abusos, que destrozó la imagen de los sacerdotes.

También la confusión interna, que hace acordar a cuando Dios confundió las lenguas, como castigo por la construcción de la Torre de Babel.

Y además tenemos la apostasía de la fe, que se suele apreciar tanto en las parroquias como en las declaraciones de altos exponentes de la Iglesia.

 

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