Integración, participación y comunidad frente al odio liberal
Para la funcionaria, Laura Berardo "la posibilidad de vivir dignamente en el marco de los acuerdos sociales y normativos alcanzados por los Estados para respetar los derechos de las personas y garantizar las condiciones de desarrollo y oportunidades de progreso se ha vuelto un campo de disputa con las derechas políticas".
- Conclusión en Buenos Aires
- Nov 14, 2023
Por Laura Berardo(*)
A menos de un mes de la conmemoración de 40 años consecutivos de haber sostenido la democracia, elegido periódicamente nuestros gobiernos y representantes, ampliado derechos, avanzado en memoria, verdad y justicia, se vuelve una paradoja tener que estar diariamente debatiendo, develando, las implicancias en retrocesos que significan los discursos de odio que Javier Milei, su equipo y aliados políticos han instalado en el debate electoral y en la representación institucional de legislaturas y municipios.
Evidentemente, en la actual coyuntural local y mundial, la posibilidad de vivir dignamente en el marco de los acuerdos sociales y normativos alcanzados por los Estados para respetar los derechos de las personas y garantizar las condiciones de desarrollo y oportunidades de progreso se ha vuelto un campo de disputa con las derechas políticas, con el pensamiento conservador y los intereses económicos concentrados que nunca se resignaron a perder sus privilegios frente al avance de las democracias.
Si logramos reconocer esta mirada en tensión podremos reorganizarnos social y políticamente y repensar el Estado, no sólo eficiente y eficaz, sino también participativo. Un Estado donde la ciudadanía se sienta parte y encuentre un aliado en la defensa de sus derechos adquiridos, generación de nuevas posibilidades ante la desigualdad, y no, como quiere instalar el conservadurismo, un obstáculo del desarrollo individual ni un falaz “paternalismo” con aquel que está en una situación diferente. El Estado debe ser promotor para igualar oportunidades en y entre nuestras comunidades.
Cuando asumimos, hace cuatro años, la Subsecretaría de Desarrollo Humano del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación nos asignaron la rearticulación interjurisdiccional para que el Estado Nacional vuelva a ser una referencia para los 847 Centros Integradores Comunitarios (CIC) creados por este mismo ministerio y abandonados progresivamente desde los abordajes nacionales durante la etapa de Mauricio Macri.
Los niveles de fragmentación y exclusión social que dejaba el neoliberalismo del 2015 al 2019 requería recuperar la articulación con herramientas de estado que fomentaran la integración social en el seno de las comunidades más afectadas y escuchando sus perspectivas. El Programa de Integración y Desarrollo Humano “Participar en Comunidad” vino a buscar esa respuesta.
Estos dispositivos, que por decisión política de la entonces ministra de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner, ampliaron la presencia del Estado, desde La Quiaca (Jujuy) a Tolhuin (Tierra del Fuego) se iniciaron en el 2006 dando respuesta a las necesidades del trabajo mediante el cooperativismo, el desarrollo local, accesos a la prevención y atención de la salud, a la asistencia social y a la organización comunitaria mediante las mesas de gestión. Hoy continúan reconociendo nuevas necesidades comunitarias y reconstruyendo respuestas a través de la participación de vecinos, vecinas, usuarios, usuarias, organizaciones de la comunidad, gobiernos municipales, provinciales y nacional.
Para que el Estado Nacional, a través de esta política social, pudiera recuperar su perfil participativo, realizamos encuentros virtuales y presenciales, con responsables y organizaciones de 555 CIC de las 23 provincias argentinas.
En la actualidad, las demandas de intervención y temáticas de interés son numerosas, pero podemos agruparlas en dos grandes ejes vinculados a la política pública de nuestro momento: inclusión laboral, referido a capacitaciones y fortalecimiento de espacios productivos, como proyectos productivos, emprendimientos, huertas comunitarias, economía social; políticas de cuidado, señalando aspectos como las problemáticas de las niñeces y adolescencias, desigualdades de género, fortalecimientos de redes comunitarias y cuidados ambientales.
La interpretación de estas necesidades permitió a nuestros equipos acompañar a los locales para el diseño de proyectos enmarcados en 150 convenios que fortalecen la adquisición de equipamiento destinado a atender necesidades y derechos a la seguridad alimentaria, al acceso tecnológico para inclusión educativa y previsional, la capacitación, formación y sensibilización hacia la formación laboral, la gestión menstrual, la prevención/orientación frente a las violencias, la economía circular para el cuidado del ambiente, la economía social, el deporte inclusivo, el desarrollo cultural y comunicacional. Ampliamos la red con ocho nuevos CIC en distintos municipios del país. También realizamos articulaciones interinstitucionales en el marco del desarrollo de 76 Centros de Desarrollo Infantil (CDI) y 129 Puntos Digitales en CIC.
Estas intervenciones comunitarias y federales, con enfoque de derechos, no hubieran sido posibles sin la participación activa de los actores locales, que progresivamente van reconstituyendo las mesas de participación, articulación y gestión con las comunidades para organizar la ejecución de los proyectos y su puesta en valor.
El 8 de noviembre pasado, el candidato a presidente por Unión por la Patria, Sergio Massa, nos propuso “10 acuerdos para el futuro de la Argentina”, y cuando pensamos en las políticas sociales que necesitamos fortalecer, no dejamos de vincularlas al menos a cinco de ellos: Trabajo y Producción como Centro, Abrazar el Federalismo, Cuidar el Ambiente, Defender y Mejorar la Educación Pública, Gratuita y de Calidad, Desarrollo Humano y Oportunidades.
Para que este proyecto de país se pueda concretar, desde nuestro lugar, nos desafiamos a fortalecer la noción de Sujetos de Derechos frente a la liberal idea de Capital Humano, recuperar la participación social, cultural, política y económica que sucede en la diversidad de nuestro territorio para que el Estado arraigue sus políticas públicas frente a la propuesta de estallarlo. Milei y su inestabilidad emocional es tan solo una de las caretas de un perverso sistema de mercado que, provocando las grandes crisis mundiales (pandemia, guerras, endeudamientos cíclicos, cambio climático), ha profundizado la inhumanidad de las desigualdades para someter a la desesperanza a pueblos y transferir abismalmente riquezas a pequeñas poderosas corporaciones mundiales.
Las democracias participativas, la justicia social y los proyectos nacionales soberanos son nuestra guía en la esperanza de recuperar dignidades.
Entre estos dos rumbos, la ciudadanía argentina va a estar definiendo el futuro del país este 19 de noviembre. Hasta las 17:59 horas de ese día, cada argentino y argentina tenemos la posibilidad de participar y escribir nuestra propia historia y destino dialogando, explicando, que la difícil situación que transitamos la vamos a poder superar con más Estado, diversidad en la participación política, consolidación de la democracia y unidad hacia un proyecto nacional justo, soberano e independiente económicamente. Claramente, eso no es Milei.
(*) Subsecretaria de Desarrollo Humano del Ministerio de Desarrollo Social. Trabajadora social. Coordinadora de la Comisión de Inclusión y Desarrollo Social del Instituto Patria. Docente universitaria de UNAJ y UNLZ