VIERNES, 22 DE NOV

El rey Carlos de Inglaterra participó de la COP28 y lamentó el estado de situación climática

El monarca del Reino Unido se dirigió a los líderes mundiales en la cumbre climática donde más de 100 estados se comprometieron a transformar los sistemas alimentarios.

 

La Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocida como COP28, reunió a los principales líderes del mundo en Dubai con el objetivo de debatir sobre las acciones y las políticas para frenar el cambio climático y poder detener la suba de la temperatura promedio global en 1.5ºC. Allí, uno de los referentes que tomó la palabra fue el rey Carlos III de Inglaterra, quien advirtió sobre un ‘vasto y aterrador experimento’ en el mundo natural.

“Los peligros ya no son riesgos lejanos, yo he visto en toda la Mancomunidad de Naciones y fuera de la Mancomunidad también, cómo frente a las crisis y repetidos embates debido al cambio climático se han evaporado los medios de subsistencia y la vida misma de esas comunidades”, sostuvo el monarca frente a sus pares internacionales, y agregó: “Indudablemente se requieren medidas reales para frenar la creciente cifra de sus víctimas más vulnerables”.

Carlos señaló que en los últimos años se han incrementado los desastres naturales producto del cambio climático, y apuntó cómo el desastre ambiental empujó a decenas de miles de personas a la migración debido a las deterioradas condiciones de subsistencia.

“A menos que reparemos y restablezcamos rápidamente la economía única de la naturaleza, basada en la armonía y el equilibrio que es nuestro sustento último, nuestra propia economía y supervivencia estarán en peligro”, reflexionó el inglés, y siguió: “Estamos llevando a cabo un vasto y aterrador experimento para cambiar todas las condiciones ecológicas, todo al mismo tiempo a un ritmo que supera con creces la capacidad de la naturaleza para afrontar eso”. 

“Mientras trabajamos hacia un futuro sin emisiones de carbono, debemos trabajar igualmente para ser positivos hacia la naturaleza. Debido a lo que estamos presenciando ahora nuestra elección es más cruda y oscura, ¿Y en realidad cuán preparados estamos para hacer de nuestro mundo un lugar peligroso?”, se preguntó el rey, y concluyó: “Lidiar con esto es una tarea que se logrará trabajando juntos y haciendo que sea más fácil adoptar decisiones que sostengan nuestro mundo en lugar de continuar como si no hubiera límites o como si nuestras acciones no tuvieran consecuencias”.

Además, Carlos pidió a los líderes que hicieran de la Cop28 “un punto de inflexión crítico”, advirtió: “Estamos llevando a cabo un vasto y aterrador experimento de cambiar todas las condiciones ecológicas, todas a la vez, a un ritmo que supera con creces la capacidad de la naturaleza para hacer frente… Nuestra elección ahora es más cruda y oscura: ¿cuán peligroso estamos realmente dispuestos a hacer nuestro mundo?”.

A cinco años de que se firmara el Acuerdo de París y en un contexto mundial que incluye dos conflictos bélicos, las negociaciones se centrarán en el financiamiento tanto entre países y en los fondos creados especialmente, por ejemplo, para pérdidas y daños, y en el cumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones contaminantes. Este último punto se debatirá en lo que se denomina Balance Global (Global Stocktake, en inglés). La mala noticia es que con este nivel de compromiso y de cumplimiento la temperatura media del planeta apunta a los 3ºC, es decir, podría tornarse inhabitable para fines de este siglo.

El discurso completo

Su Alteza, Secretario General, Sus Majestades, Primeros Ministros, Ministros, Damas y Caballeros:

Quisiera expresar mi más sincero agradecimiento a Su Alteza el Jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan por su cálida invitación a hablar con ustedes en la inauguración de la COP28.

Hace ocho años me conmovió mucho que me pidieran hablar en la inauguración de la COP21 en París, y que por supuesto culminó con el Acuerdo de París, un momento histórico de esperanza y optimismo en el que las naciones dejaron de lado las diferencias en pos del bien común.

Oro con todo mi corazón para que la COP28 sea otro punto de inflexión crítico hacia una acción transformadora, genuina, en un momento en el que ya -como lo han estado advirtiendo los científicos durante tantos años- desde hace mucho tiempo estamos viendo que se ha llegado a instancias alarmantes de las que no hay retorno.

He pasado una gran parte de mi vida tratando de advertir sobre las amenazas existenciales que enfrentamos por el calentamiento global, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Pero no estuve solo, por ejemplo, el querido padre del Jeque Mohamed, el Jeque Zayed, defendió la energía limpia incluso antes de que se crearan los Emiratos Árabes Unidos como tales. Después de todas estas décadas, y a pesar de toda la atención, si comparamos con aquel entonces hoy hay un 30% más de dióxido de carbono en la atmósfera, y casi un 40% más de metano.

Se han logrado algunos avances importantes, pero me preocupa enormemente que sigamos tan lejos de lo previsto, como lo demuestra tan gráficamente el informe del balance mundial. Los peligros ya no son riesgos lejanos, yo he visto en toda la Mancomunidad de Naciones y fuera de la Mancomunidad también, cómo frente a las crisis y repetidos embates debido al cambio climático se han evaporado los medios de subsistencia y la vida misma de esas comunidades.

Indudablemente se requieren medidas reales para frenar la creciente cifra de sus víctimas más vulnerables. Ciclones repetidos azotan a naciones insulares vulnerables como Vanuatu y Dominica. India, Bangladesh y Pakistán han estado experimentando inundaciones sin precedentes. Y África Oriental está sufriendo una sequía que lleva ya una década.

El verano pasado, al igual que en España, Grecia, Estados Unidos y muchos otros países, Canadá experimentó la temporada de incendios forestales más severa registrada, alcanzando dieciocho millones y medio de hectáreas de tierra quemada, algo que provocó terribles pérdidas en vidas y propiedades. Y, por supuesto, se liberaron enormes cantidades de gases de efecto invernadero que contribuyen a peligrosos ciclos de retroalimentación sobre los cuales los científicos del clima nos han estado alertando durante décadas.

Como he intentado decir en muchas ocasiones, a menos que reparemos y restablezcamos rápidamente la economía única de la naturaleza, basada en la armonía y el equilibrio que es nuestro sustento último, nuestra propia economía y supervivencia estarán en peligro.

Ahora se están batiendo récords con tanta frecuencia que tal vez nos estemos volviendo inmunes a lo que realmente nos están diciendo. Cuando vemos las noticias de que este último verano el hemisferio norte, por ejemplo, tuvo la temperatura promedio global más alta jamás registrada, necesitamos hacer una pausa para procesar lo que esto realmente significa.

Estamos tomando el mundo natural, y lo estamos sacando fuera de las normas y límites equilibrados hacia territorios peligrosos e inexplorados. Estamos llevando a cabo un vasto y aterrador experimento para cambiar todas las condiciones ecológicas, todo al mismo tiempo a un ritmo que supera con creces la capacidad de la naturaleza para afrontar eso.

Mientras trabajamos hacia un futuro sin emisiones de carbono, debemos trabajar igualmente para ser positivos hacia la naturaleza. Debido a lo que estamos presenciando ahora nuestra elección es más cruda y oscura, ¿Y en realidad cuán preparados estamos para hacer de nuestro mundo un lugar peligroso? Lidiar con esto es una tarea que se logrará trabajando juntos y haciendo que sea más fácil adoptar decisiones que sostengan nuestro mundo en lugar de continuar como si no hubiera límites o como si nuestras acciones no tuvieran consecuencias.

Mientras se reúnen, damas y caballeros, para estas negociaciones críticas, la esperanza del mundo descansa en las decisiones que ustedes deben tomar, sólo puedo alentarlos a considerar algunas preguntas prácticas cuyo objetivo será informarles sobre la tarea que tienen por delante.

Damas y caballeros, mientras se reúnen para estas negociaciones críticas, la esperanza del mundo depende de las decisiones que ustedes deben tomar.

En primer lugar, ¿cómo pueden fortalecerse nuestras organizaciones multilaterales que se crearon en diferentes momentos y por diferentes desafíos para la crisis que enfrentamos? ¿Cómo podemos reunir a nuestros sectores filantrópicos, públicos, privados, y de ONGs de manera cada vez más efectiva para que todos desempeñen sus roles en la implementación de la acción climática de manera de que cada uno complemente las fortalezas únicas de los demás?

Las finanzas públicas por sí solas nunca serán suficientes, pero con el sector privado de manera firme en la mesa, y un sistema financiero internacional mejor, y más justo, combinado con el uso innovador del riesgo, con herramientas de reducción como las garantías de riesgo de primera pérdida, podríamos movilizar los billones de dólares que necesitamos, que estarían en el orden de unos cuatro billones y medio a cinco billones al año para impulsar la transformación que necesitamos.

En segundo lugar, ¿cómo podemos garantizar que la financiación fluya hacia aquellos desarrollos más esenciales para un futuro sostenible, y alejado de prácticas que hacen que nuestro mundo sea más peligroso en todas las industrias y en todas partes del mundo? Por ejemplo, me han alentado algunas de las medidas adoptadas por partes del sector de seguros que desempeña un papel tan importante a la hora de incentivar enfoques más sostenibles, y proporcionar una fuente invaluable de inversión para reducir los riesgos que enfrentamos.

En tercer lugar, ¿cómo podemos acelerar la innovación y el despliegue de energía renovable, tecnología limpia y otras alternativas verdes para avanzar decididamente hacia la inversión en esta transición vital en todas las industrias? Por ejemplo, ¿cómo podemos aumentar las inversiones en agricultura regenerativa, algo que puede ser un drenaje de carbono positivo para la naturaleza? ¿Qué incentivos son necesarios? ¿Y cómo se pueden eliminar con mayor rapidez aquellas cosas que tienen un impacto perverso?

En cuarto lugar, ¿cómo podemos aunar diferentes soluciones e iniciativas para garantizar enfoques coherentes a largo plazo en todos los sectores, países e industrias? Para prácticamente todas las fuentes artificiales de emisiones de gases de efecto invernadero existen alternativas o mitigaciones que se pueden implementar.

Es por eso que es alentador ver que se desarrollan planes de transición industrial, tanto a nivel nacional como global que ayudarán a cada sector de nuestra economía global a transitar caminos prácticos hacia un futuro positivo para una naturaleza sin emisiones de carbono. Y en quinto lugar: ¿Cómo podemos forjar una nueva visión ambiciosa para los próximos 100 años?, ¿cómo podemos aprovechar el extraordinario ingenio de nuestras sociedades, las ideas, el conocimiento y la energía de nuestros jóvenes, nuestros artistas, nuestros ingenieros, nuestros comunicadores y, lo que es más importante, nuestros pueblos indígenas, para imaginar un futuro sostenible para las personas en todas partes, un futuro que esté en armonía con la naturaleza, y no en contra de ella?

Damas y caballeros, en sus manos hay una oportunidad imperdible de mantener viva nuestra esperanza en común. Sólo puedo instarles a afrontar esto con ambición, imaginación, y un verdadero sentido de la emergencia que enfrentamos junto con un compromiso por la acción práctica de la que depende nuestro futuro compartido. Después de todo -damas y caballeros- en 2050 nuestros nietos no preguntarán qué dijimos, sino que vivirán con las consecuencias de lo que hicimos o no hicimos.

Entonces, si actuamos juntos para salvaguardar nuestro precioso Planeta, indudablemente lograremos el bienestar de toda nuestra gente. Y debemos recordar también que la visión del mundo indígena nos enseña que todos estamos conectados, no sólo como seres humanos, sino con todos los seres vivos y todo lo que sustenta la vida, como parte de este gran y sagrado sistema.

La armonía con la naturaleza debe mantenerse. La Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la Tierra.

 

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