“La cura de la hepatitis C es posible con el nuevo tratamiento”
Lo afirmó Edith Michelotti, quien padece la enfermedad hace varios años y creó el grupo "Hepatitis Rosario" que se dedicó a buscar la cura definitiva a esta enfermedad. Cuenta su historia en diálogo exclusivo con Conclusión.
- Ciudad
- Abr 14, 2016
Por Hernán Cabrera
Una esperanza concreta. Miles de pacientes que sufren hepatitis C en el país empiezan a tener una gran expectativa porque una medicación llegada de Europa provoca la desaparición del virus en la sangre.
Edith Michelotti, una colaboradora del médico Hugo Tano, se enteró hace 11 años que padecía la enfermedad. A partir de ese momento creó un grupo para pacientes con esta enfermedad en Rosario con el objetivo de encontrar cura. En el año 2012 se probó con unas pastillas en Europa que tuvieron una efectividad entre el 98 y 100 por ciento. Tras varios impedimentos para que esa droga pueda entrar al país, en enero de este año llegaron a la ciudad. “Estoy en el día 36 y son 84, al cabo de los primeros 28 días hay que hacer estudios para ver si se detecta en sangre un virus y me salió todo negativo”, afirmó la paciente en diálogo con Conclusión.
—¿Cómo surge la creación de este grupo para pacientes con hepatitis C?
—El grupo surge en el año 2005, cuando me entero que tengo hepatitis C, yo no sabía que la tenía, porque es una enfermedad silenciosa, no da síntomas y uno la puede tener durante 20 0 30 años y no se tiene la menor idea de lo que está pasando, mientras tanto el hígado se va convirtiendo en una piedra hasta que se puede llegar a la cirrosis y al cáncer sin tener síntomas, así de triste es esta enfermedad. En el año 2005 cuando me entero de mi enfermedad lo veo al doctor Hugo Tanno y comienzo con él un tratamiento de un año con las drogas que había entonces, muy agresivas, para el cuerpo y la mente, desgraciadamente con un 40% de posibilidad de cura y con una duración de un año, con terribles efectos secundarios; yo para ese entonces me estaba por jubilar, dejé de trabajar, porque no pude hacerlo más. A mí me gustaba mucho la escritura y en vez de ponerme a gritar y llorar lo que hice fue escribir mi primer libro que se llamó enemigo silencioso, donde las drogas son las protagonistas, que entran por mi torrente sanguíneo, chusmean toda mi vida, miran todo lo que me pasa y hablan ellas en todo el libro, tiene humor, tiene desdramatización, escribirlo me sirvió muchísimo, me sirvió como catarsis y para ayudarme a hacer ese tratamiento terrible que no me sirvió para nada, porque no me cure.
—¿Cuándo se entera que hay un nuevo tratamiento y nuevas drogas?
—Pasaron 8 años y no tenía ningún síntoma, estaba bárbara, pero tanto el doctor como yo sabíamos perfectamente que seguía mal, porque cuando no se lo combate al virus, la enfermedad avanza. Ese año Tanno me dice que están llegando a la Argentina unas drogas muy buenas, que ya estaban desde 2012 en otros países y curan la Hepatitis entre un 98 a 100% con un tratamiento de 3 meses y sin efectos secundarios.
—¿Y para los casos más extremos donde la enfermedad estaba muy avanzada este tratamiento servía?
—Había en el país 1.200 personas en estado de hepatitis gravísimo, con cirrosis, cáncer o en lista de espera para trasplante de hígado, situaciones muy graves, cosa que no era mi caso pues todavía no estaba así. En ese momento los hepatólogos le piden al gobierno nacional de Cristina Kirchner el permiso para que entren esos 1.200 tratamientos para desterrar la enfermedad en personas que de otra forma se morían, eran casos terminales y después se iba a hablar del ingreso de las drogas al país para el resto que somos alrededor de 1 millón de personas. Eso se prometió pero no se cumplió y el 4 de diciembre se hizo una gran manifestación, frente al Ministerio de Salud de la Nación porque las hepatitis no miran las ideologías políticas. Ese día nos manifestamos para que dejaran entrar las drogas para esos 1.200 compañeros, de los cuales ya no eran 1.200, ya se habían muerto muchos, era una cosa muy cruel y dramática, no nos dieron el tratamiento y el gobierno se fue, nosotros nos agarrábamos la cabeza y no sabíamos qué iba a pasar, porque no sabíamos quién iba a ser el nuevo ministro y no queríamos comenzar nuevamente con todo. El 5 de enero, Marcos Peña nos avisa que habían entrado los tratamientos y el pasado 29 de febrero se empezaron a repartir.
—¿Y el resto de los pacientes con hepatitis C cuándo pudieron comenzar con el tratamiento?
—Un día me llamó Tanno y me dice que la entrada de las drogas al país ya estaban para los pacientes como yo, que tenía fibrosis 3; el tema era pedirle el tratamiento a las obras sociales, porque son muy costosos y en muchos casos decían que no. Estamos hablando de 4 pastillas que tengo que tomar por día, durante 3 meses, cada pastilla cuesta 1.825 pesos. Yo presenté el tratamiento en mi obra social: Iapos y Ospac. La primera no me contestó y la otra me dio todo para arrancar el 8 de marzo el tratamiento. Estoy en el día 36 y son 84, al cabo de los primeros 28 días hay que hacer estudios para ver si se detecta en sangre un virus y me salió todo negativo.
—¿Qué consejo da usted para saber si se tiene hepatitis C?
—Lo primero que yo digo es que hay que hacerse los análisis, porque no hay síntomas, hay que ir al médico y decirle que queremos hacernos la detención de la hepatitis, sobre todo si se tiene más de 35 años, porque desde ese tiempo que están los materiales descartables; anteriormente las inyecciones se ponían con la jeringa hirviendo y con eso el virus no moría, entonces toda persona con más de 35 años debe pedirle al médico la detención de la hepatitis. La C no tiene vacuna y se transmite casi exclusivamente por sangre, en el caso de estar enfermo tienen el tratamiento, el tema son las obras sociales que no lo están cubriendo, por eso yo le digo a la gente que no acepte un no por respuesta, que sigan peleando por sus derechos, porque le tienen que cubrir el tratamiento. Mientras que para la B primero hay vacunarse y después tener sexo porque se transmite por vía sexual.