MARTES, 26 DE NOV

Seis meses de Milei: un gurú internacional que cada tanto impulsa un paquete desregulador en Argentina

Javier Milei escribe un capítulo de la historia argentina difícil de abarcar. El racconto de su tiempo en el poder es tan extenso como diverso. La vorágine es política de Estado y la dispersión de la agenda pública un instrumento de gobernabilidad.

Por Lautaro Zeballos

El presidente Javier Milei cumplió seis meses en el Gobierno, un tiempo que superó las expectativas de aquellos espacios políticos que preveían que su gestión implosionaría con el inicio del plan de ajuste. La motosierra y la licuadora deterioraron abruptamente el nivel de vida de la mayor parte de la población, pero el líder de La Libertad Avanza solo propuso profundizar. En lo doméstico, impulsó paquetes desreguladores como la Ley Bases y el DNU 70/23, y prometió otras 3.000 reformas mientras es asediado por denuncias de irregularidades. En lo externo, desempeñó un rol de gurú internacional que lo llevó a autodefinirse como el segundo gobernante con mejor imagen del mundo.

Javier Milei escribe un capítulo de la historia argentina difícil de abarcar. El racconto de su tiempo en el poder es tan extenso como diverso. La vorágine es política de Estado y la dispersión de la agenda pública un instrumento de gobernabilidad.

Cantó en el Luna Park; denunciaron a sus funcionarios por suspender la entrega de medicamentos para enfermos terminales, por no repartir alimentos a comedores comunitarios y por tener un grupo de rugbiers que cobraban sin trabajar; se peleó con el presidente de España; abrió las sesiones ordinarias de espaldas al Congreso; viajó a Ushuaia con una comandante estadounidense; agravió a artistas utilizando noticias falsas; dio entrevistas a medios extranjeros que expusieron su excentricidad; tuvo problemas en el abastecimiento de gas; discutió con el gobernador de Chubut; prometió un Pacto de Mayo que no fue; anunció un Consejo de Mayo que ni se convocó; echó a su jefe de Gabinete sin explicar las razones; eyectó a su ministro de Infraestructura, a quien responsabilizó por la filtración de la frase «los voy a fundir a todos» -dicha por Milei en privado en referencia a los gobernadores-; sufrió la ruptura del bloque oficialista en Diputados; visitó al Papa; lloró en el Muro de los Lamentos; celebró en andas en Israel; y tuiteó. No paró de tuitear ni un solo día.

La simple lectura de esta enumeración -que para nada expone la totalidad de los episodios en los que puede subdividirse este semestre- marea. Lo mismo ocurre al solo hacer foco en los viajes que encaró el presidente desde que asumió (primero en vuelos comerciales y luego, como todos gobernantes -y por las mismas razones de seguridad que ellos lo hacían-, utilizando la flota oficial).

El mandatario argentino viajó más al exterior que al interior del país que gobierna. Se asume como un líder internacional que pregona la palabra del Dios libremercado y construye un discurso donde la palabra libertad está presa de sus criterios selváticos.

Estos seis meses pasaron sin que la clase media, los jubilados y los sectores de bajos ingresos anoten un gol, pero La Libertad Avanza asegura que el peor momento ya pasó. Una afirmación que podría jugarle a favor o en contra, dependiendo del andar de la economía en las próximas semanas.

Para la etapa que viene, Milei tiene pensado implementar una serie de cambios que ya comenzaron con el nombramiento de Guillermo Francos en la Jefatura de Gabinete y la absorción del Ministerio del Interior. Federico Sturzenegger, principal redactor del DNU 70/23 y la Ley Bases, tendrá su propia cartera ministerial para -en palabras del presidente- «modernizar el Estado».

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Días atrás, durante una sorpresiva visita del mandatario a los periodistas acreditados en Casa Rosada que venían reclamando su presencia -ya que en este tiempo brindó una decena de entrevistas al canal televisivo La Nación Más pero no al resto- Milei aseguró que no tiene pensado implementar más cambios en el Gabinete, pero lo cierto es que ninguno de los movimientos que se dieron hasta ahora fueron anticipados por las voces oficiales.

El tridente de la mesa chica sigue siendo el que maneja el timón. Karina Milei y Santiago Caputo movieron piezas para ganar una mayor capacidad de acción en la etapa que viene. El segundo de estos puso a Sergio Neiffert en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), un área de suma sensibilidad en cualquier Gobierno.

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Parte de la población continúa mostrando tolerancia hacia las políticas desplegadas por La Libertad Avanza, a pesar de que las mismas empeoraron notoriamente su calidad de vida. El crédito igualmente no es eterno y actos como el del Luna Park desafían cualquier paciencia. Pasados seis meses de su gestión, Milei comenzará a ser juzgado con el lente que ayudó a construir. La lupa estará sobre él para determinar si es la excepción que dice ser o la versión estrafalaria de un fracaso conocido.

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