“Se necesita una política de drogas y de salud distinta para minimizar riesgos”
La especialista en reducción de daños Silvia Inchaurraga sostiene que el policonsumo es la práctica más riesgosa de la drogadependencia y considera clave intervenir en las fiestas electrónicas para brindar información. Entrevista exclusiva de Conclusión.
- Info general
- Abr 20, 2016
Por Alejandra Ojeda Garnero
La fiesta electrónica Time Warp que se realizó el fin de semana pasado en Costa Salguero que dejó como saldo cinco jóvenes muertos y otros cinco en gravísimo estado, puso en la agenda mediática una problemática que ocurre asiduamente pero, como en otros casos no tuvo consecuencias dramáticas, fueron un espectáculo más.
Ahora bien, ¿cuáles son las causas que generan estas consecuencias y qué medidas se toman para evitarlas?
Las causas son múltiples, porque las personas que consumen este tipo de sustancias son adultos que pueden estar atravesando diversas situaciones conflictivas o no, simplemente lo hacen con un fin recreativo. En tanto las consecuencias también pueden ser variadas, porque hay que tener en cuenta que cada persona tiene una característica particular y los efectos de la droga no son los mismos, dependen de los antecedentes de cada persona, serán mayores si quien consume sufre hipertensión o está cursando un cuadro depresivo y está medicado por un profesional. La mezcla con otras sustancias puede generar consecuencias muy graves. En tanto, las medidas que se toman para prevenir o minimizar los riesgos no son suficientes porque no existe información sobre los efectos de estas drogas como tampoco políticas públicas de salud en reducción de daños.
Ante la presencia de una problemática real, es necesario tomar medidas que en ocasiones no resultan políticamente correctas. Pero, lejos de hacer apología de la droga, resulta urgente implementar campañas para minimizar los riesgos ante el consumo de drogas que, aunque está legalmente prohibido, existe y tiene consecuencias nefastas para quienes lo hacen sin la información y las medidas de seguridad necesarias.
Diversas opiniones en torno al tema se escuchan desde la vecina que barre la vereda hasta el más reconocido profesional, pero cuál es el verdadero problema y dónde radica la solución.
Para desentrañar la trama compleja que envuelve esta realidad, Conclusión entrevistó a la especialista en reducción de daños Silvia Inchaurraga, psicóloga, docente en la Universidad Nacional de Rosario, directora del Centro de Estudios Avanzados en Drogadependencias y Sida (Ceads) y presidenta honoraria de la Asociación de Reducción de Daños de la Argentina (Arda), desde su fundación en el año 1999.
Si bien esta problemática surge cuando ocurre una tragedia, como es habitual, ir tras las consecuencias y no atacar las causas, la especialista indica que “se arma un revuelo cuando pasan estas cosas, el tema toma cierto auge pero después no se traduce en acciones concretas para financiar estas campañas y programas para que sean estables” y así implementar una política en reducción de daños, eficiente.
La prevención en estos casos resulta efectiva dependiendo de la forma en que se entienda. “En muchos casos se entiende la prevención como un mecanismo de control, garantizar que haya una ambulancia, que haya un médico, salida de emergencia. Eso está perfecto en la norma pero no están adecuadas a la realidad de las problemáticas que se presentan en las fiestas”, grafica la especialista.
En consecuencia, “hasta tanto no se blanquee la situación y miremos el problema que aunque no está permitido, el consumo existe”, la solución se ve un tanto lejana.
Al margen de las responsabilidades que hacen a la cuestión de controles de los organismos del Estado y las habilitaciones, la profesional hace hincapié en otra cuestión que considera central. El consumo está instalado en la sociedad pero “si no hay educación, si no hay campañas focalizadas con la perspectiva de blanquear los problemas y evitar que ese consumo sea clandestino, aunque se prohíban las fiestas, el consumo seguirá existiendo, se va a profundizar y las consecuencias van a ser peores”, aseguró Inchaurraga.
Avanzar sobre «la legalización en un país como Argentina podría ser cuestionada desde los tratados internacionales. No así la despenalización que significa dejar de castigar a los consumidores . El consumo debe ser despenalizado (reforma ley de drogas) en la misma linea por lo cual la jurisprudencia actual lo despenaliza declarando inconstitucional el art.14 de la ley 23737 que lo penaliza» Y continuó «se puede pensar en posiciones intermedias que por más que las drogas estén prohibidas hacer un abordaje pragmático y no permanecer en la postura de doble moral de no querer ver el problema”, aseguró.
Una cuestión fundamental en la problemática es “estar en contacto con la información, con un profesional que lo pueda asesorar y acompañar (al consumidor) porque no hay nada más terrible que la soledad frente a un riesgo”.
“En muchos lugares, como los Países Bajos y el país Vasco, que son pioneros en la materia, realizan testeos en laboratorios y en menos de una hora permite confirmar cuál es la composición química de la pastilla”, y de esta manera se logra evitar las consecuencias terribles que sucedieron en la fiesta de Costa Salguero.
En relación a esto, “hubo alertas tempranas por estas pastillas ‘Superman’ que supuestamente es una de las que circuló en esta fiesta, que no es éxtasis, es una pastilla camuflada, una metanfetamina que, coinciden todos los especialistas en definirla como un veneno. Este alerta surgió a partir del testeo de una organización del Reino Unido que a través de las redes de circulación se arman dispositivos de autocuidado», aseguró la especialista.
Esto no significa que se avale el consumo de drogas, “pero ante la existencia del problema es necesario que haya un dispositivo de salud que permita establecer la composición química de la pastilla”, para minimizar los riesgos y evitar que quienes consuman ingieran cualquier sustancia que puede ser mortal.
Los efectos y riesgos de consumir una sustancia dependen de qué se toma, cuánto se toma, la frecuencia, la mezcla y cómo se toma. Además, depende de cada persona, del policonsumo y de enfermedades preexistentes que, asociado con el consumo de éxtasis puede provocar un combo mortal.
Los consejos de la profesional parten del pragmatismo y apuntan la reducción de daños porque “cuando empezamos a ver que las personas se morían por sobredosis, la recomendación es que sepan qué van a consumir y conocer a quien le compró la sustancia”, es una recomendación que hacen desde Arda en todas las intervenciones que realizan en distintos eventos.
La organización intervino con stands en fiestas electrónicas y en distintos eventos para concientizar a los jóvenes y adultos que asisten a estos espectáculos como Creamfiels en el año 2010 y luego por falta de financiamiento dejaron de hacerlo. Las campañas consistían en la entrega de folletos explicativos, y el libre expendio de agua para que permanezcan hidratados.
En este sentido, ya que las políticas de salud pública no toman cartas en el asunto para realizar verdaderas campañas que apunten a minimizar los daños que ocasionan el consumo de este tipo de sustancias, podrían brindar financiamiento para que las organizaciones que se especialicen en el tema puedan realizar trabajos para prevenir las consecuencias indeseadas del consumo de drogas de diseño que llegó para quedarse en el país hace más de diez años.
Finalmente es fundamental destacar que “las drogas no son un problema de las fiestas, ni de la noche, ni tampoco el éxtasis es un problema de la música electrónica, es un problema de las personas y las personas en estos contextos consumen determinadas drogas”, aclaró.
Pero para paliar esta problemática la especialista considera que “se necesitaría una política de drogas distinta, que no castigue al consumidor para evitar la clandestinidad y el miedo a ser detenido. Una política distinta en salud que se la puede apoyar con decretos, municipales, provinciales, con resoluciones nacionales, con leyes que contribuyan a instalar la reducción de daños y con una política oficial que genere financiamiento para que sea viable”.
Desde el CEADS UNR indican que está ausente en muchas opiniones la perspectiva de reducción de daños, necesaria para no contribuir a la demonización de las drogas sumando la demonización de las fiestas electrónicas.
«La clandestinidad de los consumos de drogas maximiza daños así como la ausencia del Estado en el abordaje pragmático de estos temas. Desde el año 2000 implementaron en Rosario (Evolution, Camel) y a nivel nacional junto a ARDA en fiestas como Creamfield y SAMC y MoonPark el Programa de Reducción de Daños en fiestas electrónicas con material específico sobre éxtasis y combinatorias de drogas de diseño».
«El testeo in situ de pastillas fue siempre considerado políticamente incorrecto en tanto visibilizaba una problemática de la que se prefería no hablar. El abordaje de reducción de daños nunca logró constituirse en política oficial, ni logró los financiamientos que el problema requería. Hoy se ven los daños con estas vidas perdidas».
«En países europeos donde se ha descubierto la pastilla mortal roja ‘Superman’ camuflada de éxtasis (PMMA y no MDMA) se reclama la obligatoriedad de programas de testeo de pastillas como los que tiene Holanda o el País Vasco. Organizaciones como Warehouse Project, un club de Manchester que ofrece los medios para analizar gratuitamente la composición de las drogas emitió alertas tempranas sobre la toxicidad de esta sustancia que también causó muertes en Europa ya desde 2014».
«No obstante múltiples organizaciones europeas con apoyo oficial realizan el testeo de coloración de Marquis que al menos permite confirmar o descartar la presencia de éxtasis y es habitual que la información sea protagonista de la fiesta, no como ocurre en Argentina donde la información oficial es la de mejor no drogarse porque la droga mata».
«Efectivamente la droga mata si es veneno, y la desinformación también puede matar; desinformación sobre qué se consume, cuánto, de qué manera, si se consume mezclada con cualquier cosa, en la clandestinidad y el temor de ser juzgado o denunciado».