Exorcistas descubren almas de muertos en la Tierra, no son del cielo ni el purgatorio: ¿quiénes son?

Sacerdotes que realizan estas prácticas de todo el mundo han tenido encuentros con almas de muertos que deambulan por la Tierra. ¿Quiénes son estas almas? ¿Qué hacen aquí? ¿Cuál es el peligro para los vivos?

Padre Gabriele Amorth

 

También, el padre Amorth contó el caso de un espíritu guía que resultó ser muy peligroso, un artista que se suicidó a los 40 años, y la familia de una chica lo consideraba un dios, ya que su arte les parecía divino.

Dentro de este clima de admiración idolátrica, la chica un día descubrió que tenía como espíritu guía al espíritu del artista, sus padres se sentían muy satisfechos, hasta que la joven empezó a padecer una fuerte tentación al suicidio y se salvó gracias a la plegaria de liberación.

Al respecto, la familia dejó de idolatrar al artista y la chica, libre de espíritus guía, empezó a vivir equilibrada y serena. ¿Era un alma condenada? Probablemente sí.

Sin embargo, el padre Gabriele Amorth cuenta un caso asombroso, que parece consolidar la idea de que no todos los espíritus de humanos que están en una persona están condenados, sino que también hay almas errantes.

Un día fue a ver a una señora con dolores muy fuertes y raros. Él empieza a rezar y ella cae en una especie de trance y Amorth vio una presencia en su interior: «En nombre de Dios, dime quién eres.» y dice ser un albanés.

Contó que llegó a Calabria el día de todos los santos, murió al volante de un coche en estado de embriaguez y en el accidente mató a otro, notó que cuando habló del demonio y el infierno se horrorizó y le preguntó: «¿Estás en el infierno?»

Y respondió con fuerza: “No.” “¿Dónde estás?”. “En la oscuridad”, contesta, dejándolo perplejo.

Amorth, le preguntó cómo había entrado en la mujer, y le contó una historia que más tarde la señora, al salir del estado de trance, le confirmó. Dijo que se vio obligado a entrar por culpa del vigilante del cementerio, que utilizó partes de su cadáver para un maleficio.

El padre exorcista le preguntó si deseaba ver a Dios y le respondió con un largo «sí» convencido y sereno.

Un día le habló de María Santísima. No sabía nada y comenzó a instruirlo y escuchó con interés, y al preguntarle si estaba dispuesto a pedirle perdón a Dios por sus pecados, le dijo que sí. Lo confesó de forma muy somera, bajo condición, y lo absolvió bajo condición.

Según la tradición, San Francisco resucitó a una mujer fallecida en pecado mortal, la confesó y después ella descansó en paz y después le preguntó: «¿Cuándo te irás?» «Dentro de 20 días», contestó.

«¿Y a dónde irás?». «A expiar mis pecados, tal vez al purgatorio». Y aquella noche, cuando la señora regresó a casa, su presencia interior le dijo: «Te he hecho sufrir demasiado. No ha sido culpa mía. Cuando esté en el cielo, rezaré mucho por ti.»

Y también en las casas Amorth pudo constatar la presencia de almas de muertos. Almas que a causa de su obsesión habían decidido permanecer en el lugar y atormentar a sus habitantes.

En un caso se enfrentó a un hombre y dos mujeres que habían muerto en una casa, estaban perturbando a la nueva familia que vivía allí, y su estrategia fue adaptar algunas de las oraciones que rezaba a los muertos y hacerles comprender a estas almas que la familia perturbada no albergaba ningún rencor hacia ellas, que las perdonaba.

Y concluyó que gracias a los casos de muchos exorcistas y a los numerosos testimonios que nos ofrece la historia, “sabemos que tras la muerte no todas las almas van de inmediato al cielo, al purgatorio o al infierno”.

Algunas de ellas quedan atrapadas debido a su estrecho vínculo con lo material, o por el odio y resentimiento que sienten hacia el prójimo, o por haberse entregado al demonio.

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