JUEVES, 21 DE NOV

Como la cigarra: el centro clandestino de detención la Quinta de Funes busca superar el abandono y resucitar a espacio de memoria

El emblemático centro clandestino de detención en Funes encierra una historia poco conocida, con esquirlas en México y de donde sólo dos bebés y un exlegislador militante de la JP de los años '70 lograron escapar. Actualmente, atraviesa un lamentable estado de abandono y vandalismo que de a poco lucha por convertirse en un sitio de memoria.

 

El Destacamento de Inteligencia 121 del II Cuerpo del Ejército mantuvo durante la última dictadura militar un método de represión, seguimiento y detención de las cúpulas guerrilleras diferente de la tortura sin límete utilizada en los campos de exterminio. Los militantes revolucionarios eran secuestrados y llevados a la Quinta de Funes, ubicada en la intersección de la Ruta Nacional 9 y calle San José, y se los presionaba para “quebrarlos” y hacerlos trabajar para los represores. La Quinta de Funes fue pensada como el espacio físico que vería la luz del proyecto político que Leopoldo Galtieri buscaría implementar para llegar a la primera magistratura de la Nación, conducida por un gobierno genocida y de facto.

Este espacio donde pasaron los últimos días de sus vidas, al menos según lo corroborado por los juicios de la Verdad y la Memoria, 17 militantes políticos,la mayoría de ellos integrantes de la Columna Rosario de la organización revolucionaria Montoneros, tuvo una tortuosa historia cuya relación con los militares recién vio un corte gracias a la expropiación en el año 2016 por parte del gobierno de la provincia de Santa Fe. Desde entonces, la quinta ha permanecido en un estado de virtual abandono y expuesta al vandalismo y al daño de sus instalaciones. Un grupo reducido de militantes de diferentes espacios políticos buscan que se proteja y ponga en valor este espacio, que ocupa dos frondosas hectáreas y que contiene una parte muy importante de la historia del genocidio librado durante la última dictadura.

 

Una pieza clave del terrorismo de Estado

«El predio en sí es altamente atractivo», analizó Ramón Verón, director provincial de memoria democrática, vinculada a la secretaría de Gobierno y preso político entre 1978 y 1983 por la dictadura militar. El militante y funcionario refirió en diálogo con Conclusión a las dos hectáreas llenas de vegetación, árboles longevos y altos, pileta de libre acceso y tres edificios contando el quincho, el vestidor a un lado de la piscina y la casa principal, todos originales de la época del Proceso de Reorganización Nacional.

La Quinta de Funes tiene “trascendencia internacional, dado que se reveló en los juicios de lesa humanidad donde vinieron a declarar incluso periodistas de México, donde ellos mismos habían hablado a este lugar, que tenía un teléfono fijo» tras la denuncia de Edgar Tulio Valenzuela, militante de rango «Mayor» de Montoneros, tras la Operación México «preguntando por si aquí había personas secuestradas en el año 1978».

El peso propio de este centro clandestino de detención en particular aparece expresado en los libros “Recuerdos de la Muerte”, de Miguel Bonasso, y en la película “Operación México, un pacto de amor” (2015) que a su vez está basada en la novela “Tucho. La ‘Operación México’ o lo irrevocable de la pasión” de Rafael Bielsa.

Verón subrayó que si bien la Quinta de Funes era el lugar de detención previo al envío de los militantes secuestrados al campo de exterminio conocido como La Calamita, marcó huella en personas que aún están en el presente: el exdiputado peronista y actual docente titular de la Universidad de Paraná Jaime Dry es el único sobreviviente de la Quinta, mientras que Sabrina Gullino se enteró a sus 31 años, en 2008, de que era la hija de Valenzuela y de Raquel Negro, al día de hoy desaparecida. Sabrina nació entre los últimos días de febrero y primeros días de marzo junto a un hermano mellizo cuya identidad aún no fue restituida y que es buscado por Abuelas de Plaza de Mayo y la organización Hijos.

La Quinta fue parte de un circuito represivo en donde «los represores que estaban acá, desde Galtieri y (Luciano Adolfo) Jauregui hasta el grupo de tareas son los mismos que actuaron en La Calamita, en el Batallón 121, en la Escuela (Técnica N° 288, conocida como) Magnasco y fueron actores importantes en cuanto a la represión en las seis provincias del II Cuerpo de Ejército”, explicó el funcionario.

La Operación México tuvo una trascendencia internacional también habla de ello y es una historia que se desconoce bastante y se cuenta parcialmente. Eso es lo que nos debemos como gestión pública, como políticas públicas y en una verdad poco revelada todavía”, analizó Verón y sostuvo que “es nuestra tarea también que se sepa en las nuevas generaciones qué ocurrió acá, pero no por el aspecto trágico de los hechos, sino porque también ayuda a repensar un estilo de vida, un estilo de convivencia, el valor de la democracia. La ignorancia también es muy amiga de la intolerancia”.

 

Cantando al sol

Desde mayo pasado referentes vecinales y políticos, militantes y organizaciones de diferentes extractos ideológicos y sociales se reúnen con el objetivo de incidir en la agenda local y buscar la constitución de un sitio de memoria «de verdad». Lautaro Danna, integrante de esta autodenominada “Mesa Promotora Quinta de Funes” explicó a Conclusión que «el desafío que nos impone la época tiene que ver con que estas dos hectáreas tengan que ver con el acceso a derechos, con promover la reflexión, con invitar a las familias y a las juventudes a recorrer el lugar y a participar de las actividades que seguramente a futuro se hagan». El militante por la Memoria apuntó que se encuentran en constante diálogo con las autoridades provinciales dedicadas al área de derechos humanos «para que esto sea una realidad en el menor tiempo posible».

El grupo se reúne religiosamente los miércoles para limpiar y reparar el desorden y la suciedad tanto del paso del tiempo como de la naturaleza misma que ingresa a las habitaciones: algunas de las ventanas ya no tiene ni siquiera aberturas o mosquiteros que impidan el ingreso de las hojas y la tierra. Y entre tarea y tarea, planificar e idear cómo convertir ese espacio que supo ser escenario de una historia de auténtico terror en un lugar de encuentro social y cívico.

Danna explicó a este diario que años anteriores se fue dando una situación de abandono y vandalización, encontrándose con roturas, quema de materiales e incluso graffitis en el interior del edificio principal: «Esto ha sido denunciado en distintos momentos y en distintos años, pero insistimos con que la forma de evitar que esto se repita es la organización local en diálogo con el Estado provincial y los distintos actores gubernamentales. Tiene que haber una presencia activa de la comunidad y mucho trabajo por parte de todos», indicó.

«Está en proceso un plan de trabajo hacia adelante que a nosotros nos genera expectativa que obviamente vamos acompañando con la atención del caso, pero la vandalización, la oscuridad y el abandono entendemos que tiene que quedar atrás para definitivamente construir un camino hacia adelante que ponga este lugar en valor y que convoca a todo el mundo a visitarlo», destacó Danna.

Este lunes 16 de septiembre a las 16 la mesa de trabajo conmemorará los 48 años de «La Noche de los Lápices» y los 40 años de la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario con una convocatoria para recibir un reconocimiento provincial y municipal, donde contará con el apoyo de diversas instituciones y organismos vinculados a Derechos Humanos, lo cual será la primera actividad con provincia en la Quinta desde su expropiación en el 2016. Entrada libre y gratuita.

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