MIéRCOLES, 13 DE NOV

A 48 años de La Noche de los Lápices: ¿por qué se conmemora el Día Nacional de la Juventud?

La fecha permite construir memoria sobre los hechos ocurridos durante la última dictadura cívico militar.

 

El 16 de septiembre de 1976 y en los días siguientes un grupo de jóvenes militantes, en su mayoría estudiantes secundarios, fueron secuestrados, torturados y, en algunos casos, asesinados en centros clandestinos de detención de La Plata y otras zonas cercanas. Para construir memoria sobre estos hechos, cada año se conmemora el Día Nacional de la Juventud.

La mayor parte de los jóvenes secuestrados militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y algunos de ellos habían sido parte, en la primavera de 1975, de las movilizaciones que reclamaron y consiguieron el Boleto Estudiantil Secundario, que otorgó descuentos al momento de viajar en el transporte público.

En agosto de 1976, la dictadura cívico militar decidió suspender este beneficio con el propósito de identificar a los referentes del movimiento estudiantil que habían encabezado este reclamo.

Así consta en un documento de inteligencia titulado «La Noche de los Lápices», que años más tarde fue hallado en dependencias de la Policía bonaerense, y en el cual el comisario mayor Alfredo Fernández describe las acciones que se debían emprender contra estos jóvenes, «integrantes de un potencial semillero subversivo».

La noche del 16 de septiembre se inició un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército para capturar a nueve jóvenes que tenían entre 16 y 18 años.

Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro fueron arrancados de sus domicilios en la primera jornada de esa acción criminal.

El 17 de septiembre, los represores apresaron a Emilce Moler y Patricia Miranda, que estudiaba en el Colegio de Bellas Artes de La Plata.

Cuatro días después fue detenido Pablo Díaz, quien formaba parte de las Juventud Guevarista, un grupo vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Todos fueron conducidos al centro clandestino de detención conocido como Arana, donde se los torturó durante semanas, y luego se los trasladó al Pozo de Banfield.

Moler y Díaz fueron liberados tras permanecer dos años, entre cautivos y detenidos.

Miranda también salió con vida de Arana, la trasladaron al Pozo de Quilmes y finalmente quedó alojada en la cárcel de Villa Devoto, a disposición del Poder Ejecutivo hasta marzo de 1978.

Gustavo Calotti, que había terminado el secundario un año antes, cayó en cautiverio el 8 de septiembre, y se lo considera un sobreviviente de estos hechos, ya que padeció la tortura junto a estos jóvenes.

El resto de estos estudiantes secundarios permanecen aún desaparecidos y componen la nómina de 232 de adolescentes secuestrados durante la última dictadura cívico militar.

En 1985, Díaz testimonió en el «Juicio a la Juntas» donde dio cuenta de sus padecimientos, que dieron origen a una causa judicial, pero la sanción en 1987 de la Ley de Obediencia Debida impidió que el comisario Miguel Etchecolatz, autor material de estos secuestros y desapariciones, enfrentara la acción de la Justicia.

Tras derogarse en 2003 las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y los indultos dictados por el expresidente Carlos Saúl Menem, se iniciaron los juicios de lesa humanidad y Etchecolatz recibió sentencias por varios crímenes.

Al ex policía se lo halló culpable junto a otros 15 represores en el juicio por los delitos cometidos en el Circuito Camps, un proceso en el que se investigó el caso de La Noche de los Lápices, además de otros crímenes perpetrados en los centros clandestinos de detención de La Plata y zonas cercanas.

Pese al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf), los cuerpos de las víctimas aún no pudieron ser identificados.

La Ley 27.002, sancionada en 2014, instituyó el 16 de septiembre como el Día Nacional de la Juventud en conmemoración de la Noche de los Lápices.

 

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