Entrevista

El Efecto: Nadia Isasa, el arte de escribir y hacer escribir

El tercer libro de Nadia Isasa se hace esperar; mientras tanto ganó un concurso del Centro Ana Frank por su cuento “Seis millones” y dio nacimiento a la primera editorial de docentes del país.

 

¿Cómo se venga la muerte de seis millones de judíos? Pues matando a seis millones de nazis. Esa fue la lógica bajo la que un grupo de rebeldes israelíes pretendió hacer justicia por mano propia tras el genocidio durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero de qué forma se mata a seis millones de personas sin librar una salvaje guerra que dure años ni contar con el poderío militar de las grandes potencias. El grupo Nakam -que en hebreo significa Venganza- había ideado un plan que se basaba en la contaminación del suministro de agua potable de varias ciudades alemanas, entre ellas Hamburgo, Núremberg, Francfurt y Múnich. Por lo tanto, cuando los alemanes bebieran el líquido morirían envenenados.

 

El proyecto terminó fracasando porque su líder fue detenido antes de poder dar curso a la masacre. Pero había un plan B, asesinar a miles de oficiales de las SS retenidos en un campo de prisioneros estadounidense. Para ello, ya había gente infiltrada en las panaderías que fabricaban el alimento para los centros de detención donde permanecían los jerarcas nazis. Algunos llegaron a consumir los productos contaminados, pero todo quedó en una intoxicación.

Esta historia -verídica- fue el disparador del cuento “Seis millones” de la escritora rosarina Nadia Isasa, el cual ganó en 2022 el concurso del Centro Ana Frank, con sede en Buenos Aires, y con estrechos vínculos con los Países Bajos, donde la joven alemana y su familia se escondieron de los nazis entre 1942 y 1944, una historia de supervivencia sigue inspirando a la humanidad.

El texto primero fue pensado como novela, luego se transformó en cuento, para después volver a su estadio original, que continúa en proceso. “La experiencia tiene algo de literario, parece una ficción, es hasta casi inverosímil”, reconoce la autora, Nadia Isasa.

Entre el aula y los libros

Isasa, que reparte sus horas entre las letras y la docencia de Literatura en escuelas de su ciudad, también había influenciado a dos alumnos a participar del concurso un año antes, escrito por el que los jóvenes resultaron premiados.

“Ana Frank es la constitución del otro que es desechable, asesinable. Y esa sensación se da en sectores sociales de cualquier país y la circunstancia histórica. Cuando una les ofrece a los alumnos esta lectura lo que sucede es una transferencia etaria, hay algo de la empatía que se despierta”, manifiesta sobre la experiencia de abordar el libro en el aula.

Es que “los pibes son lectores, comprometidos, militantes de sus ideales. Muchas veces se trata de abrir las puertas que hay que abrir en el momento preciso. La lectura y la escritura son caminos a los que rara vez se entra solo, generalmente es de la mano de alguien. Te alfabetizas en la lecto-escritura en la primaria, pero te formas como lector en la escuela secundaria. Y bienvenido si la literatura abre las puertas para otras cosas”.

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En este sentido, Isasa reflexiona: “Es importante saber cuál fue el contexto de producción de ese diario, y preguntarse si se puede asociar ese acontecimiento a otros, como la conquista de América o las dictaduras latinoamericanas. Acompañar a los chicos a que hagan esa relación y ver la lógica que hay detrás, ese es el poder de lo literario”.

Editorial inédita

Como una iniciativa inédita, paradójicamente, se dio nacimiento a la editorial de los docentes, Ediciones del Sadop, una herramienta que “funciona como puente entre el sindicato y la comunidad”, describe Isasa, impulsora de la iniciativa.

De esta manera, por primera vez, los docentes tienen su propia editorial: “Pensamos la editorial como un espacio donde la voz de los compañeros sea visibilizada”. Luego, llegaron a diferentes proyectos que los depositaron en la Feria del Libro de Rosario, como el certamen de narrativas para contar la violencia en las escuelas por parte de los grupos delictivos.

Docencia en tiempos de individualismo

Enseñar en tiempos de liberalismo en Argentina no es tarea fácil. Ideas en las que se enaltece al indivudialismo hicieron mella sobre todo en la población joven: “Hay algunos discursos aprendidos que una se da cuenta que se repiten de memoria, con fundamentos que no se sostienen. La palabra libertad ahora significa otras cosas. Y cosas ríspidas como ‘No fueron 30 mil’, o ‘no existe la violencia de género, solamente la violencia’.

Pero el aula es una trinchera del saber: “Lo bueno del aula es que es una instancia colectiva por naturaleza, donde siempre va a haber otras voces que puedan disentir. Siempre y cuando no sea una apología del delito porque hay cosas que no son opiniones, como defender a Videla por ejemplo, y la función de la escuela es enseñarles a los chicos a discernir”.

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Por otra parte, a raíz de las crisis sociales, son cada vez más las dificultades que deben afrontar los educadores. “Hay una gran demanda hacia el docente, pero se retira la contraprestación, que no es solo lo económico. Se ve mucho el enfrentamiento de la familia con los docentes. A mi mamá nunca se le hubiese ocurrido decir que la maestra era una pelotuda, ahora se escucha todo el tiempo”.

“Los docentes somos facilitadores, no los dueños del saber erudito porque eso lo tienen en el bolsillo, en el celular. Con los dispositivos no hace falta que haya otro humano que sepa. Uno debe ser consciente del lugar que ocupa de mediador y facilitador. Ojalá sea la que ayude a abrir la puerta, y detrás de esa puerta estén los propios deseos de los alumnos”, cerró la docente y escritora.

 

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