JUEVES, 26 DE SEP

Cela Ruggeri: un pibe del barrio Rucci que triunfó en el fútbol

Cientos de pibes sueñan con alcanzar el profesionalismo, en el mientras tanto se divierten en el club, ese lugar donde se construyen vínculos que van más allá del deporte. Una de esas historias, fue la que vivió Gabriel Cela Ruggeri, hijo pródigo de barrio Rucci que dialogó con Conclusión sobre carrera futbolística.

Por Pablo Martínez

Cientos de pibes sueñan con alcanzar el profesionalismo, en el mientras tanto se divierten en el club, ese lugar donde se construyen vínculos que van más allá del deporte. Una de esas historias, fue la que vivió Gabriel Cela Ruggeri, hijo pródigo de barrio Rucci que dialogó con Conclusión sobre carrera futbolística.

El exartillero de Rucci contó su historia: «En el año 1978, con cuatro años llegué al barrio, toda mi vida ahí, si bien hice inferiores en Torito, estoy criado en Rucci, ya de grande jugué en el club y de ahí a ser profesional. Todo lo que pase por el club a mi me llega, tanto sea bueno como lo malo, yo por Rucci doy la vida, primero fui hincha después jugador, es un club muy especial, el club es todo».

Acaso, uno de los partidos que lo marcó para siempre a Cela Ruggeri, fue la final del Ivancich entre Rucci y Central y el goleador lo recuerda: «Ese partido fue una locura, yo venía de Boca ese año, la Copa Ivancich se jugaba en verano, ninguno equipo que no sea de simple afiliación la había ganado. Jugamos con Los Unidos, fuimos a penales y fue una batalla campal».

«Después en semis, nos enfrentamos a Central Córdoba, le ganamos en Pérez por 1 a 0, hice el gol y salvé uno en el último minuto, ahí me vio Ricardo Palma y la final fue contra el Central del Patón Bauza, en cancha de Tiro Federal, era una locura que nosotros ganemos, porque habían bajado jugadores de arriba, fue muchísima gente de Rucci. Empezamos ganando, nos empataron, en el descanso pasaron algunas cositas y terminamos ganando 5 a 1, hice dos goles, salimos campeones, fue una locura», sentenció.

A partir de aquel partido, Cela Ruggeri inició su camino en el fútbol profesional: «Me llamó Ricardo Palma, me llevó a mi y al arquero Gastón Almada, yo no fui, hasta que mi padre me dijo o jugás o venís a laburar en el carrito que tenía en la costanera. En la prueba, tuve la mala suerte que había muchos jugadores de Central y Newell’s, libres, y en la prueba hice tres goles, Ricardo me sacó, me enojé y me fuí».

«Entonces el DT me llamó y me dijo, te saqué porque si no te morías dentro de la cancha, me dijo vos sos goleador pero si vos me das la posibilidad de que te ponga bien físicamente y veo si te puedo dejar en Primera División, en esa época el Charrúa jugaba en la B Nacional, fui quedando, se lesionó Carnevali, entré y anduve muy bien, y debuté como titular», expresó.

Del Matador de Tablada, el goleador pasó por Independiente de Avellaneda contó: «Me llevó Gareca, fue un sueño en el tercer grande de la Argentina, fui compañero de Mancuso, Cascini, Calderón, Forlán, Mondragón, Scoponi, el Nuno Molina, Burruchaga, tenía 23 años, jugaba con Milito y Forlán en Reserva, no jugué mucho pero la experiencia fue buenísima, momentos únicos».

Luego pasó a Chacarita Juniors y expresó: «Venía de Italia, venía de un torneo en Rucci para recaudar fondos para el club, con todos los pibes de zona norte, le ganamos al equipo del Cachorro Cámpora y me lesioné. Palito Socca me dice no le digas nada a Pastoriza (era el DT del Funebrero) y cuando llegábamos a Buenos Aires le conté y me quería matar, quedé después de una prueba e hicimos una gran campaña, el segundo mejor equipo de Chacarita, teníamos un equipazo, era más grande y pude vivirlo más».

Cela Ruggeri siguió su carrera deportivo, dentro y fuera del país: «jugué en Italia, en Chile, en Bolivia, en todas las categorías del fútbol argentino, Nacional B con Central Córdoba, en el All Boys del Checho Batista, en Antoniana del ruso Zielinsky, Cipoletti del chiquilín García, Brown de Madryn, Barracas Central del Chiqui Tapia, terminé en el Argentino B en Independiente de Neuquén y Argentino C en Bariloche, las pasé a todas».

A corazón abierto, el delantero rosarino dijo: «Yo vengo de un barrio humilde, yo no jugaba por plata, jugaba por amor, mis padres me dieron lo mejor, gracias a ellos llegué, he cometido errores pero siempre vuelvo a mi barrio, jugué con grandes jugadores no me la creí, siempre fui un pibe de barrio, nunca tuve lujos y me criaron de una manera, hay que ser humilde, te pueden decir cualquier cosa de mi pero nunca los traicioné, recorrí el fútbol 15 años y yo siempre vuelvo a mi barrio, no podemos cambiar porque ya somos así y nos vamos a morir así».

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