MARTES, 01 DE OCT

Recuperó la memoria

El Canalla se regaló un triunfazo en su casa ente el puntero del torneo. Primero aprovechó un error no forzado del rival para romper la paridad, peleó mucho y lo liquidó antes de pasar sustos. Ignacio Malcorra y Carlos Quintana, los mejores del equipo auriazul.

 

Rosario Central recuperó la memoria. En el momento más difícil que atravesó en el año, necesitaba una bocanada de aire fresco que lo revitalizara, lo enderezara en sus pasos y lo encasillara fuera de la zona de peligro en la que se había empezado a insertar por propias deficiencias. Sacó la cabeza del barro antes de que el contexto se complicara aún más. Se mantuvo a flote y dio señales vitales.

La importancia de haber vuelto a sonreír en la Liga Profesional es lo primero a remarcar, claro está, pero cuando se analiza el contexto en el que consiguió los tres puntos, los mismos adquieren una relevancia total, por el rival, por estar en su casa y, sobre todo, por una situación extra futbolística que le toca atravesar a uno de los mayores ídolos de su historia: Omar Arnaldo Palma. Se podría decir que lo de esta noche fue un mimo, una caricia en el alma, un gesto de cariño, de amor, al gran 10 auriazul, que la está peleando como todo un guerrero.

No fue un gran partido de Central ni mucho menos. El fútbol lo acompañó en pocas ocasiones, pero le puso un corazón enorme, como se venía reclamando, una muestra de reacción anímica, de rebeldía ante las adversidades, como aquel equipo que se coronó en el 2023 de la mano de Miguel Ángel Russo. Esta noche en el Gigante de Arroyito, desde lo actitudinal, el Canalla volvió a parecerse a ese equipo que fue inexpugnable de local durante todo el año pasado. Ese que suplía la evidente falta de juego con un esfuerzo colectivo encomiable, garra, overol, guapeza.

El conjunto de Matías Lequi había arrancado con decisión, queriendo imponer condiciones y llevarse puesto al puntero del campeonato, este muy buen Vélez de Gustavo Quinteros, que se ganó merecidamente el lugar que ocupa. Pero esa enjundia inicial le duró unos pocos minutos, rápidamente el Fortín tomó las riendas y se hizo dueño del encuentro, aunque las ocasiones a los arcos escasearon un buen rato, a pesar del cambio de dinámica.

Central marcaba mal en el medio, no presionaba y le era muy difícil armar peligro. Sin embargo, aprovechó un error no forzado del Fortín en salida y empezó a modificar el rumbo de lo que pintaba el panorama. Ignacio Malcorra cambió por gol con un remate cruzado de zurda un penal infantil de Damián Fernández, que se fue expulsado con roja directa, y destrabó una historia que venía complicada. Gol clave y un hombre de más que había que hacer notar.

Sin embargo, a pesar de la doble ventaja, el Canalla eligió defenderse, arriesgando demasiado innecesariamente, porque la visita tiene un funcionamiento aceitado y en tres toques podía desnivelar, sobre todo cuando se juntaban Agustín Bouzat, Claudio Aquino, Mateo Pellegrini y Francisco Pizzini. La diferencia numérica en el campo no se notó. Gran parte de que los de Liniers carecieran casi de llegadas fue por la gran labor de Facundo Mallo y Carlos Quintana en el fondo, que sacaron todo lo que cayó en el área, volviendo a ser esa dupla infalible.

Maxi Lovera y Lautaro Giaccone no pesaban en absoluto, mientras que Malcorra estuvo más ocupado en su función de volante por izquierda, dándole una mano a Sández para bajar, e hizo notar más su presencia. Faltaban piernas frescas en el medio campo, que renovaran la estructura y cambiaran la dinámica. Muy positivos los ingresos del juvenil Duarte, que se animó a encarar, ir para adelante, demostrando ganas y atrevimiento, y también de Jonathan Gómez, al que claramente le sienta mejor el rol de acompañante de un volante central. Aportó oficio y despliegue.

Central casi no sufría abajo en el complemento, pero le faltaba bajar la persiana para estar tranquilo. Así lo hizo. Tras un córner, Sández saltó más alto que todos y, con un gran cabezazo al ángulo, sentenció la historia en los últimos minutos. Respiro y alivio. De hecho, la frutilla del postre la puso Kevin Ortíz, el broche de cierre, abriendo el pie tras asistencia del pibe Duarte para colocar su derechazo contra el palo izquierdo de Marchiori. Ahora sí, 3 a 0 y cosa sellada.

El Canalla volvió a ganar y lo hizo dando una muestra de contundencia. Fundamental haber recuperado niveles individuales que venían bajos, y también el plantel necesitaba una alegría como esta, tras un año difícil. Queda camino por recorrer y el objetivo debiera ser sumar la mayor cantidad de puntos posibles para recobrar confianza y volver a sentir sensaciones agradables. Este equipo demostró que sabe levantarse de las malas. Lo hizo hoy y debe confirmar esa recuperación.

 

 

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