VIERNES, 22 DE NOV

Rosario Sin Secretos: el intendente que fue enterrado “de limosna”

Francisco de Frías vivió sólo 48 años. Sin embargo, cinco veces el Cabildo de Santa Fe le entregó la vara de Alcalde de la Santa Hermandad. La primera en 1725 cuando llegó junto a sus padres Juan de Frías y Ana Sánchez de Aguilar huyendo de la belicosidad de algunas tribus indígenas desde la costa del Salado Grande, y las otras cuatro en 1736, 1742, 1745 y 1748.

 

La primera autoridad designada “oficialmente” en la Capilla del Rosario del Pago de los Arroyos, Francisco de Frías, fue enterrada “de limosna”.

Así se escribió, un día como hoy, en la foja 37 del libro de la parroquia del Curato creado por estos lares en 1730: “Enterré en esta parroquia al sargento mayor del Francisco de Frías, con entierro mayor, quien fue asistido con todos los sacramentos de limosna, por muerto pobrísimo. 30 de octubre de 1748”.

Los Expedientes Civiles de Santa Fe de la Vera Cruz dan cuenta de que nació en 1700. Vale decir que sólo tenía 25 años cuando se le ofreció el cargo al radicarse junto a los suyos en la merced de Pineda. ¿Sería dónde estaba el Oratorio de la Concepción, en lo que hoy conocemos como barrio Saladillo y en ese entonces no se consideraba parte del pueblo que nació alrededor de la capilla?

El mismo Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, en su diario de marcha, custodiado en el Museo de la Democracia, de su puño y letra sostenía, al cruzar el arroyo muchos años después, en 1812, que estaba distante “a cinco leguas del Rosario”.

Cuando los de Frías llegaron por aquí (¡era tan grande el Pago de los Arroyos que iban desde el Blanco, Salinas o Ludueña, Saladillo, Seco, Pavón, del Medio entre muchas cuencas) le compraron sus tierras a Juana de Melo, viuda y heredera de Antonio Ruiz, cerca del solar que disponía Francisco Gómez Recio de quien lo separaba un pequeño curso de agua llamado  Arroyo del Animal que luego pasó a denominarse arroyo de Frías, cercano a la actual zona en la que se ubica Pueblo Esther.

El mismo sitio donde hace escasos meses se encontraron restos paleontológicos para agregar a la zona una nueva postal que bien puede ser de interés para muchos antropólogos y hasta convertirse en un parque temático de atracción turística que nada tendría que envidiarle a la saga de Jurassic Park. Las autoridades y los estudiosos de esta ciencia tienen la palabra.

Y hablando de autoridades, la creación del cargo está inscripta en el Libro 12 de la Novísima Recopilación de las Leyes de Indias, ley 2, título 35, que documenta la decisión oficial de esta manera: “Se ordena crear cargos de Alcalde de la Santa Hermandad en América, por las distancias que hay de unas poblaciones a otras, y refrenar los excesos cometidos en lugares yermos y despoblados por la mucha gente ociosa, vagabunda, perdida que vive en ellas, con grave detrimento de los caminantes y personas que habitan en partes desiertas, sin vecindad ni comunicación de quien los ayude en las necesidades, robos e injurias que padecen…”

Tanto Héctor Sebastianelli, en su “Rosario temático” como Wladimir Mikielievich, en su Diccionario inédito, se ocuparon de este joven que levantó población y erigió oratorio, como era costumbre en gente de profunda fe cristiana, que se encargó de recorrer a caballo toda la campaña, con delimitaciones muy imprecisas. Él mismo lo confiesa en un memorial presentado al Cabildo tras salir a recorrer el partido y no saber dónde empezaba y dónde terminaba.

Aun así, con el tiempo se ocupó de hacer mensuras, realizar padrones, obra pública, otorgar posesión de tierras, pero siempre trabajando por y para los demás en cada una de las cinco gestiones para las que fue elegido. Desde Coronda hasta la Cañada de las Hermanas, se había convertido en una especie de comisario de campaña con atribuciones para imponer y ejecutar penas en el sitio en el que ocurrieran los delitos.

El ingeniero Augusto Fernández Díaz, un apasionado investigador de la historia de Rosario, publicó en una oportunidad sobre Frías: “Cinco veces le ofrecieron la vara de alcalde, y otras tantas la devolvió limpia, sin una mácula, como la había recibido. Respetado y admirado por todos, su nombre debería figurar en primera línea en el cuadro de honor de los leales servidores y benefactores de la ciudad”.

Pues bien, la ciudad lo recuerda dándole su nombre, desde 1960, a siete cuadras en el sur profundo: del 300 al 500 y del 700 al 1.000 (no sabemos por qué no al 600), que corre de Este a Oeste a la altura de San Martín y avenida Bermúdez al 6.300.

Desde Rosario Sin Secretos pedimos un minuto de respetuoso silencio a su memoria en este día, y agradecemos a la Providencia que en esta fecha haya trascendido el compromiso de la Gobernación de Santa Fe para encarar los esperados trabajos de restauración de la Catedral Metropolitana Nuestra Señora del Rosario, la misma que se levantara en el solar donado por Santiago Montenegro para erigir aquella primera capilla que dio entierro caritativo a tan noble habitante del Pago de los Arroyos.

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