MIéRCOLES, 20 DE NOV

Sigue trabado

El Canalla tuvo un encuentro con altibajos y se llevó un punto de Mendoza que no le sirve para su objetivo de Copa Sudamericana, alejándolo más en puntos a recortar. El pibe Segovia, el gran destacado de la noche.

 

Rosario Central continúa con su andar irregular en la Liga Profesional. Volvió a dejar pasar otra oportunidad de aferrarse a la única meta que le queda en el año, mientras las matemáticas den, y así sigue enterrado en el pantano en el que anduvo a lo largo de todo el año, donde nunca pudo dar el salto de calidad que le permitiera tener un mayor protagonismo y apuntar a opciones reales de competir.

El Canalla volvió a arrancar dormido desde el inicio en su excursión en Mendoza y lo pagó caro, ya que a los tres minutos de iniciado el partido ante La Lepra cuyana ya estaba en desventaja. Ramis anticipó a todos en un córner y conectó un cabezazo fuerte que venció la resistencia de Jorge Broun. Nuevamente, como le viene sucediendo cada vez que juega de visitante, las desconcentraciones iniciales le jugaron una mala pasada. Ya son varios avisos durante el torneo y es un problema que no logra corregir.

En los primeros minutos le costó agarrar ritmo al conjunto auriazul y la pasó mal, ya que era incapaz de esbozar una respuesta. Sin embargo, en la primera ocasión que tuvo se repuso rápido. Quintana conectó con un buen cabezazo, a quemarropa, un centro preciso de Malcorra, para dejar todo como al comienzo. Había que serenarse, volver a meterse en el encuentro y buscar bajarle el ritmo, sobre todo por la intensidad que metió Independiente Rivadavia al comienzo.

Central logró aplacar la intensidad de su rival, pero le costó hacerse del balón porque Augusto Solari pasó desapercibido, Kevin Ortíz estuvo en una posición incómoda para él -una especie de doble cinco adelantado- e Ignacio Malcorra se encontró desperdiciado al estar volcado sobre la banda izquierda, cuando lo mejor que realiza es por el medio. Encima, Samuel Beltrán fue amonestado y le costó jugar con la amarilla, cayendo en imprecisiones propias del apuro por desprenderse enseguida de la pelota para evitar perderla y quedar mal parado.

Por la parte ofensiva, faltó más conexión de los atacantes con los generadores de juego. Marco Ruben participó poco y Gaspar Duarte le metió ganas pero también se mostró desacomodado por la posición -jugó de segundo delantero cuando es extremo-, por lo que las opciones auriazules pasaron por la pelota parada, que ya le había dado réditos en la noche cuyana. Sin sincronización ofensiva, tuvo que seguir apostando por la fortaleza aérea.

El encuentro se hizo de ida y vuelta, pero fue el local el que se insinuó un poco mejor a partir de los pies de Sequeira y Villa. De hecho, de ambos hombres nació lo más claro del equipo de Alfredo Berti, porque Fatura Broun desactivó con una gran volada un tiro libre del ex Boca que pedía ángulo y el palo le negó el grito al volante tras un zurdazo desde la media luna del área. El Canalla estuvo sólido atrás con la dupla Mallo-Quintana, pero sufrió por los costados a espaldas de Ocampo y Sández. Aun así, la igualdad quedó sellada rumbo al entretiempo.

En el complemento, todo fue demasiado monótono. Ambos se repartieron imprecisiones y el trámite se hizo deslucido, porque se perdió mucho tiempo entre cambios y lesiones, perdiendo intensidad el desarrollo. El ingreso de Jonathan Gómez no modificó la falta de claridad en el medio, y tampoco el ex Racing aportó demasiado en la marca, al margen de guardar el balón. A su vez, Mallo y Quintana debieron salir por lesión y en su lugar ingresaron Giménez y Barbieri, que sin descollar al menos cumplieron con lo que les correspondía. Quien si le cambió verdaderamente la cara a Central fue el juvenil Segovia.

El enganche surgido de las inferiores le dio más vuelo al fútbol canalla, con toques distintivos que mostraron parte de su repertorio, siendo el más lúcido con la pelota en las apariciones que tuvo. Siempre le dio buen destino a los pases y buscó asociarse para construir juego, lo mejor del conjunto de Matías Lequi. Le faltaron socios para la elaboración, porque Malcorra se cansó y Lautaro Giaccone entró más preocupado por defender la posición para darle una mano a Ocampo, también visiblemente agotado físicamente, que por atacar.

Aún así, de una combinación entre Segovia y Ocampo surgió la llegada más clara para el Canalla en el estadio Gargantini. Los pibes se asociaron y el lateral derecho sacó un buen centro que encontró un cabezazo a quemarropa de Ruben de pique al suelo que solo una gran respuesta de Centurión evitó que fuera gol auriazul, ahogándole el grito a la leyenda, que casi siempre se las arregla para imponer su presencia a pesar de ser poco abastecido.

El tramo final del encuentro lo encontró a Central ya más aferrado al empate, buscando consumir los minutos que quedaban y planchar el trámite, resignando posibilidades de llevarse algo más, ante un adversario que se acercó hasta el área pero al que le faltaron ideas en los metros finales para resolver. Fatu Broun apareció para descolgar centros envenenados y así el empate fue inmodificable. Terminó siendo una paridad justa dado que ninguno hizo los méritos suficientes como para ganarlo.

El Canalla comienza a despedirse del sueño de Copa Sudamericana, a pesar de que los números todavía no le permiten bajar la persiana. Desde el fútbol y los resultados está lejos, siendo imposible sortear con éxito la empresa si no cumple con lo que le corresponde de su parte. Necesita encadenar triunfos en fila para permitirse tener alguna mínima esperanza todavía. Si es saludable la inclusión de algunos juveniles dados los rendimientos dispares de los jugadores de experiencia. Claro está, con los chicos solos es insuficiente. Cuesta dilucidar aún el plan de Matías Lequi, que sello pretende imponer.

 

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