SáBADO, 23 DE NOV

El Papa pide a la iglesia polaca “abrir las puertas” y huir de los “poderes del mundo”

En su cuarto día de visita en Polonia para participar en la XXXI Jornada Mundial de la Juventud, el Sumo Pontífice alertó además a los sacerdotes sobre "la tentación de quedarse encerrados por comodidad".

El papa Francisco exhortó a la iglesia polaca a «abrir las puertas» usando la célebre exhortación de Juan Pablo II, venerado en su país, durante la misa celebrada este sábado en las afueras de Cracovia.

El pontífice argentino pidió a la iglesia polaca que «huya de los estrados vacilantes de los poderes del mundo» durante la misa celebrada en el santuario de San Juan Pablo II, el pontífice polaco que canonizó hace dos años.

«En nuestra vida de sacerdotes se puede tener con frecuencia la tentación de quedare un poco encerrados, por miedo o por comodidad», dijo el papa.

«A Jesús no le gustan las puertas entreabiertas, las vidas de doble vía» le «gusta el riesgo y salir», agregó Francisco.

«Jesús busca corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros», insistió.

«El Señor…huye de las situaciones gratificantes que lo pondrían en el centro, no se sube a los estrados vacilantes de los poderes del mundo y no se adapta a la comodidades que aflojan la evangelización», recordó el pontífice durante la misa solemne ante más de dos mil religiosos, entre ellos la jerarquía de la iglesia polaca, tradicionalmente muy cercana al poder político.

La sombra de Juan Pablo II

Francisco dedicó parte de su penúltima jornada en Polonia a rendir homenaje a la figura carismática de Juan Pablo II, que reinó por 27 años y que marcó la historia de la Iglesia católica de finales del siglo XX.

Después rezar en la capilla de Santa Faustina, una mística polaca que fue canonizada durante el pontificado  de Juan Pablo II, visitó el santuario del papa polaco, construido en Lagiewniki, la fábrica de soda donde trabajó durante su juventud Karol Wojtyla.

El recinto acoge reliquias del pontífice polaco, aunque su cuerpo está enterrado en la basílica de San Pedro en el Vaticano.

Para muchos polacos, Francisco sigue siendo el número dos, una rivalidad que los organizadores del viaje papal han evitado reforzar, ya que se notan pocas fotos, pancartas, y banderolas en las calles dedicadas a los dos pontífices.

Para el filósofo Karol Tarnoski, quien fue amigo de Juan Pablo II, entrevistado por el diario Gazeta Wyborza, «si entendiéramos las palabras de Francisco, Polonia debería cambiar. Cambiar su vida política y social», aseguró en un nota dedicada al «papa revolucionario».

Antes de la misa, el Papa atravesó la puerta santa del santuario, como los cientos de miles de jóvenes de todo el mundo que llegaron a Cracovia para la Jornada Mundial de la Juventud.

Después confesó en español, francés e italiano a ocho personas, cinco mujeres, tres hombres, uno de ellos cura.

Al mediodía, el Papa debía almorzar con 12 jóvenes de los cinco continentes en el arzobispado, donde se aloja durante su estadía.

En la tarde el pontífice se trasladará al Campo de la Misericordia, a unos 12 kilómetros, donde más de medio millón de jóvenes pasarán acampados toda la noche del sábado para compartir y meditar bajo las estrellas sobre «la fe y la fraternidad».

La víspera, el Papa latinoamericano tras cumplir una visita histórica al campo de exterminio de Auschwitz, advirtió a los jóvenes de todo el mundo que «la crueldad no se acabó» en esos lugares y que se sigue torturando en el mundo.

«No los quiero entristecer, pero tengo que decirles la verdad. La crueldad no cesó en Auschwitz y Birkenau», confesó ensombrecido e improvisando el pontífice al asomarse a la ventana del palacio episcopal donde se aloja.

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