SáBADO, 23 DE NOV

Francisco pidió a un millón de jóvenes no «confundir felicidad con consumir»

El Papa saludó a los fieles de 187 países reunidos, y expresó que "es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos”.

Tras confirmar en un almuerzo con participantes de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud que visitará Colombia el año que viene, el papa Francisco les pidió hoy a casi un millón de jóvenes reunidos en Cracovia no «confundir felicidad con consumir» y les aseguró que «es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella».

«Queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a vegetar, a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella», afirmó Francisco en su mensaje de vigilia a los participantes de la JMJ en el «Campo de la Misericordia», a 12 kilómetros del centro de la ciudad polaca.

«Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero muy caro: perdemos la libertad», les advirtió tras escuchar las historias de vida de un joven paraguayo ex preso que dejó las drogas, una polaca que conoció la fe a los 20 años y una siria que debió escapar de su bombardeada ciudad natal de Alepo.

En ese marco, tras llegar en papamóvil para saludar a los fieles de 187 países reunidos, Francisco expresó que «es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad».

Al llegar al campo, Francisco atravesó la Puerta Santa junto a seis jóvenes, a los que luego invitó a subir al papamóvil y al altar desde el que dio su mensaje.
En su discurso a los participantes, Francisco afirmó que «en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde felicidad con un sofá».

«Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado», explicó.
Francisco caracterizó esa parálisis como «creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá, como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos, que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora».
«Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos», criticó, antes de caracterizar el mal de la «sofá-felicidad» que «es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, ya que poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados mientras otros, quizás los más vivos, pero no los más buenos, deciden el futuro por nosotros».

«Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón».

En ese contexto, apeando a metáforas futbolísticas, Francisco les aseguró que «el tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos».

Este tiempo actual, les dijo, «sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes», ya que «el mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando querramos vivirla, siempre y cuando querramos dejar una huella».

«La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro», sentenció a los jóvenes que desde temprano peregrinaron por Cracovia a pie para llegar al campo, donde muchos dormirán para esperar la misa de mañana.

«Hoy los adultos necesitamos de ustedes», les dijo el Papa a los jóvenes y les pidió que «tengan valentía para enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros» y recordarles encontrar a Dios «en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo».

Antes de su mensaje en el campo, Francisco visitó por sorpresa una Iglesia en la que se están las reliquias de dos misioneros polacos asesinados en Perú por la guerrilla Sendero Luminoso en 1991 y allí rezó «para que los terroristas vuelvan a la senda por la paz» y pidió por las víctimas del extremismo y sus familias.

En el cuarto día de su visita a Polonia que culminará mañana, Francisco había almorzado con un grupo de 12 participantes de la JMJ a los que les ratificó que, luego del acuerdo de paz firmado entre el gobierno colombiano y la guerrilla FARC en junio pasado, visitará Colombia el año próximo, según racionaron los participantes a Télam.
Mañana, en el mismo campo, el Papa encabezará la misa de cierre de la JMJ, durante la que anunciará la sede de la próxima edición, en 2019.

Francisco concluyó recordando:“Jesús, que es el camino, te llama a dejar tu huella en la historia”. E interrogó: “¿Te animas? ¿Qué responden tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida?”.

La vigilia siguió con una adoración al Santísimo Sacramento, en medio de un hermoso ocaso y cientos de miles de velas encendidas en la oscuridad. Concluyó con el canto delTantum Ergo y la bendición solemne dada por el Santo Padre.

Francisco se retira y los jóvenes pasan una noche de oración esperando la misa del domingo, presidida por el Papa que clausurará la JMJ

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