Seres humanos y animales
Por Hugo March
- Opiniones
- Oct 6, 2016
Por Hugo March
Sin considerar la cada vez más desarrollada razón de los seres humanos, existen a mi entender un serie de cuestiones que nos diferencian de los demás animales, en especial de los mamíferos superiores que son con quienes más nos parecemos, llegando al extremo de compartir aproximadamente el 98.7% de material genético con una variedad de chimpancé pigmeo llamada Bonobo, de la que hay suficiente información en muchos lugares como para extenderme.
Es decir que en principio no es la materia orgánica un elemento diferenciador, sino algunos elementos conductuales que quisiera mencionar brevemente, ya que no es éste un análisis científico sino de simple opinión.
Somos los únicos animales que reímos, aunque existan muchos que pueden hacer muecas similares a una sonrisa, pero nunca en respuesta a una broma, a una conducta o a una situación, como podemos hacerlo nosotros.
También somos únicos en hacer de la comida un acto sociable, es muy común que casi todos los festejos los realicemos comiendo y bebiendo juntos. Los demás animales lo hacen mayoritariamente aislados o unidos al sólo efecto de compartir alguna presa, pero no como un acto social.
Hemos desarrollado una capacidad de placer y sensibilidad mucho más elevada, pudiendo disfrutar plenamente de actividades propias o ajenas, a partir de elementos artísticos, deportivos, culturales, etc. El placer en los demás animales se refiere exclusivamente a la satisfacción de las tres necesidades básicas para la supervivencia de todas las especies que obviamente compartimos: Comer, beber y reproducirse.
Y he dejado para el final un mecanismo que considero vital para establecer la distinción, elemento exclusivamente humano aunque no la ejercitemos muy seguido: la Libertad.
Por supuesto que cada uno podrá elaborar una definición particular acerca de este atributo, pero me refiero a ella como la capacidad permanente de elección, dirigida a decidir qué es lo que hacemos, y por supuesto, lo que no hacemos.
Partiendo de este concepto de libertad, no existe en ninguna especie ni un solo integrante que pueda considerarse libre, y no me refiero a los animales domesticados ni a los que utilizamos como alimentos. Hablo de todos los animales sin distinción, incluyendo a los que viven solos o en manadas incluso en los lugares más apartados y alejados de los grupos humanos.
Y ello por una simple razón vital, todos traen inscriptos en sus genes su forma de vivir y de supervivencia, prácticamente desde que nacen saben todo lo que deben hacer para sobrevivir y protegerse, y por sí mismos no tienen posibilidad de cambiarlos: El pájaro no es libre porque vuele, sino todo lo contrario, está condenado a volar, como un pez a nadar y un caballo a galopar.
En base a esto podríamos decir que somos los únicos seres de la creación que sabemos y podemos reír, reunirnos socialmente a comer, desarrollar la capacidad de placer, y ser plenamente libres, y estas características nos diferencian y/o nos alejan o nos acercan a los demás animales según las desarrollemos o atrofiemos.
Una ligera mirada a nuestra vida cotidiana puede hacernos pensar que cada vez nos reímos menos; que el placer se encamina casi unidireccionalmente a la satisfacción mediante el consumo, de cualquier tipo que fuere; las celebraciones en la mesa familiar son cada vez menos frecuentes; y del tema de la libertad sería mejor ni hablar.
Somos tan libres que nos acostumbramos a vestirnos todos de la misma manera, comer las comidas que las cambiantes modas nos van imponiendo, ir todos a los mismos lugares, pensar que lo que se dice y se ve por televisión son verdades, y lo que se lee en los libros son cosas indiscutibles, aunque lo que consumamos en estos medios en su mayoría pueda ser solo basura.
En cuanto a nuestras responsabilidades sociales y solidarias como seres gregarios, de ayuda al prójimo, de compromiso y participación comunitaria, también su desarrollo está dejando mucho que desear, y ni que hablar de lo que hacemos por ejemplo al votar, ya que en cada elección resulta victorioso algún artista parrandero, alguna vedette, periodista o personaje conocido sin ninguna experiencia ni conocimiento político o social previo.
Está en nosotros, y sólo en cada uno de nosotros, mejorar nuestra elevadísima condición humana: reírnos, disfrutar y juntarnos más, y por supuesto, discernir antes de entrar al cuarto oscuro o asumir que nos estamos acercando cada vez más a nuestra antiquísima condición animal.