«En Argentina se gastó mucha saliva pero no se resolvió la dependencia estructural»
Parafraseando y recordando a Juan Domingo Perón, el politólogo y sociólogo de la UBA Alejandro Horowicz diálogo con Conclusión sobre lo sucedido en el país entre 1975 y 2001.
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- Oct 24, 2016
Por Aldo Battisacco
En su paso por Rosario, el reconocido politólogo y sociólogo Alejandro Horowicz dialogó con Conclusión y analizó distintos períodos de la historia de Argentina, su significación y cuáles han sido las constantes en términos de política y personas que encarnaron modelos que expresan intereses, y quienes resultaron ser los beneficiados.
Según Horowicz, el tema de la charla en Rosario «es el proceso político económico de 1975 hasta el 2001 y mostrar como hay un ciclo histórico completo, y como en rigor de verdad las políticas no son las que decide la dictadura burguesa terrorista, sino que son políticas decididas de antemano, las relaciones que hay entre el programa del ingeniero Celestino Rodrigo y el programa de José Alfredo Martínez de Hoz, el primero es un hombre accidental, en cambio Martínez de Hoz es un hombre estructural».
Y añadió: «Se puede hacer una especie de analogía que suelo hacer, que la escuelita de Famaillá es a la escuela de Mecánica de la Armada lo que Celestino Rodrigo es a Martínez de Hoz. Allí se ve el eje de continuidad que luego expresará un fenómeno político que es lo que denominó la democracia de la derrota, porque se vote a quien se vote, los mismos hacen siempre lo mismo».
Un ejemplo es Cavallo…
La biografía de Domingo Cavallo, que desde el banco Central establece el seguro de cambio que hace posible transformar la deuda privada externa en deuda pública, indica que es el hombre que luego establecerá la convertibilidad y también a quien la convertibilidad le estallará en la cara.
—¿De allí que fue impensable que haya golpes en estas democracias denominadas de baja intensidad porque la política de los golpistas estaba vigente?
—Es un aspecto de la cuestión, el uso de la transformación de las Fuerzas Armadas en grupos operativos se supuso ni más ni menos que la ruptura de la cadena de mando de una fuerza que es la descomposición política de esa fuerza, se transforma en una especie de archipiélago de bandas armadas que pasan a utilizar su poder en otros términos. Esa autonomización militar es lo primero que intentan poner fin, eso tiene que ver con los juicios a las juntas. Pero los juicios son mucho más que un instrumento en contra de la autonomización militar, porque se vuelve un signo decisivo sobre el cual cabalgan otros signos a posteriori que retoma el kirchnerismo.
—Harry Shlaudeman, embajador de Estados Unidos, mostró luego de la guerra de Malvinas una profunda preocupación por «democratizar» Argentina. ¿Hay que entender que desde Washingthon se comenzó a temer la imprevisibilidad de las juntas militares?
—El episodio de Malvinas los pone en crisis, la pregunta que deberíamos formularnos es: ¿interés de qué clase social es la toma de Malvinas? Y aquí viene la cuestión: de la autonomía militar y de la perpetuación militar y eso ya no es interés del bloque de clases dominantes. El programa del estado del partido del bloque de la clase dominante tiene distintos partidos de gobierno capaces de ejecutarlo.
—¿Se condice con la conducta de Federico Pinedo, que perteneció a cuatro partidos políticos pero siempre sirvió a los mismo intereses?
—Cuando se mira el Plan Pinedo y los programas económicos desde 1946 hasta 1975, se verán variantes del plan Pinedo, la lógica estructural sigue siendo la misma porque ese el programa del partido del Estado, que con distintas apoyaturas sociales y con distintas versiones intenta ejecutar lo mismo. Es un programa de sustitución de importaciones al que en 1975 explícitamente renuncia. Esto demuestra el grado de autonomía relativa del bloque de clases dominantes, porque Argentina no es Panamá. No es que cuando viene una orden de Estados Unidos acá se ejecuta y se cumple, no es así, acá la burguesía de Argentina decidía qué hacía y decidió en qué momento no decidir más. Y así se sumó simplemente al orden financiero internacional vía la deuda externa.
—¿A la sucesión de fracasos llegó la resignación que dio lugar al renunciamiento definitivo?
—Lo que decimos es que la burguesía dejó de tener programas nacionales. La nación como categoría histórica política ha sido subsumida por la lógica del mercado mundial. Y los términos del mercado mundial son los términos de la bancocracia globalizada. Si observamos el comportamiento de los bancos en Europa, en Estados Unidos y en Argentina, notamos que es exactamente el mismo.
—¿Visto esto, cual es eje de la charla?
—Es entender en primer lugar la novedad de un orden político que no necesita de partidos, sino de estructuras que se encienden 15 días antes del proceso electoral y se apagan con el resultado electoral. Estamos hablando de ligas de intendentes que necesitan un candidato taquillero, decir que la Unión Cívica Radical decidió apoyar al PRO es exagerar, porque los intendentes radicales que necesitaban un candidato que les asegurara seguir siendo intendentes. Por eso pueden ser intendentes K o PRO, porque hacen política de los mismos términos, es decir, hacen política desde el Estado colonizado por el Estado, donde la caja de ese Estado y el que aporta los dineros de la caja de ese estado, dicta la política.
—¿Qué expresan los años de política kirchnerista?
—Muestran exactamente cuando se llega al fondo del pozo y ya no hay condiciones materiales para continuar con la misma política, para salir del fondo del pozo todos los tranvías sirven, pero decir que salir del fondo del pozo es un programa es una exageración sin destino.
—¿Lo expresa usted como una afirmación en el sentido más grotesco?
—Es una exageración en el sentido de la insuficiencia porque la política, porque el intendente cree que el gobernador, y este último cree que el presidente puede. En rigor sólo se puede a cierta escala, un ejemplo: la Argentina y Brasil producen aproximadamente el 70% de la soja del mundo, si Argentina y Brasil decidieran vender juntos la soja fijarían el precio en el mercado mundial, pues bien, cuando no son capaces ni siquiera de esto, los gestos sudamericanos mientras solo son gestos recuerdan a un viejo argumento del general (Juan Domingo) Perón, el que decía que «un radical es un hombre que cree que cuando se le acabó la saliva se acabó el problema», pues bien, acá se gastó mucha saliva pero no se resolvió ningún problema.
—En el período que usted analiza, 1975-2001, emergieron en Sudamérica movimientos populares. ¿Chávez si propuso a la Opep una política de bloque?
—Chávez se propuso más que eso, propuso la creación de un banco del sur , cuya idea era que se transforme en un Banco Central sudamericano que iba a tener otras condiciones para discutir finanzas públicas, tasas de interés, para recibir y negociar créditos para cualquier clase de política, y hubiese tenido otra escala y otro poder político, esto es una idea federal en el peor sentido de la palabra, es impotente.
—¿Cómo ve al gobierno de Macri una vez bosquejado este contexto histórico político?
—Es básicamente el resultado de la incapacidad de ir más lejos, el capitalismo no es solamente yo quiero, sino que también es además yo quiero que vos no tengas, esto es: yo estoy dispuesto a tener menos si lo negritos van a tener mucho menos. Como la situación es siempre una situación relativa, yo necesito para marcar la diferencia, para que la diferencia exista vos tenés que tener menos, pero yo estoy dispuesto a vivir peor para que vos vivas mucho peor y que sientas el aliento en la nuca de tu capacidad de consumo. Nike cuando no vende determinado modelo de zapatillas las destruye para que el signo Nike siga siendo un signo de clase. El signo de pertenecer consiste en que vos no tenés, por lo tanto, yo pertenezco y vos no. Esto es el macrismo.