JUEVES, 28 DE NOV

El cielo sabe, una nueva muestra de Raúl Gómez

Este viernes, a las 19.30, el reconocido artista plástico rosarino expone su último trabajo en una apuesta que remite al niño que todos llevamos dentro. La cita es en El Terruño, Avenida Pellegrini 435.

Por Florencia Vizzi

“El arte te permite ver las cosas de otra manera, contemplarlas de otra manera y saber que, más allá de todo, la vida es una fiesta y uno está presente para verla”. Con esta sentencia, el artista plástico Raúl Gómez abre la extensa charla que compartió con Conclusión para hablar no sólo sobre su nueva exposición, sino sobre el arte, el amor, la filosofía y la vida.

Raúl Gómez, es otro de los “negros” clásicos de Rosario, ungidos bajo el cielo de una ciudad que alardea con el talento de algunos de sus hijos.

Así se lo conoce en el ambiente, como el “Negro Gómez”, tal como en  como en su momento les ocurrió a Roberto Fontanarrosa y Alberto Olmedo.

El apodo le llegó en la época en que se ganaba la vida como historietista en las revistas Risario y Fierro, mientras se abría camino en la facultad de Bellas Artes. Y le quedó como parte inexpugnable de su identidad

Ilustrador, dibujante, artista plástico y un poco poeta, Gómez se ha erigido en uno de los pintores más reconocidos del país y sus obras han recorrido, y siguen haciéndolo, el mundo.

Este viernes, el espacio de exposiciones El Terruño, ubicado en Avenida Pellegrini 435, ofrece una nueva oportunidad de acercarse a su obra.  Quienes lo hagan, no se irán indiferentes. Vivenciarán el placer, el dolor, la ternura, la nostalgia, la alegría…Porque tal vez, el secreto mejor guardado de la obra de este artista sea el acceso que brinda, a cada espectador, a un universo que se despierta a través de sus propias vivencias y memorias.

—¿De qué se trata esta muestra que se inaugura hoy?

—Esta muestra surgió a partir de la muerte de mi padre.  Tuve la suerte de disfrutar a mi papá durante muchos años, pero finalmente el año pasado falleció. Y en todo ese tiempo que estuve en contacto permanente con él, que fue casi un año que lo estuve acompañando, me pasó algo que yo no sabía, al menos no conscientemente, que es que cuando uno está delante del padre, siempre  aparece algo del hijo que uno tiene adentro. Y entonces, después de pasar el duelo, y de estar un tiempo parado, empecé a pintar de nuevo. Al principio no sabía por dónde arrancar, pensaba que no iba a salir  nada más. Hasta que, poco a poco, emergió sin proponérmelo, una imagen, un cuadro…  uno en particular,  que es el que le da nombre a la muestra, “El cielo sabe”. Y se trata de un juego, de un niño que juego con un avioncito, y que se permite creer que el avión realmente está en el aire, cuando en realidad está en la tierra. Ese juego, esa imaginación que tiene uno de chico fue el principio… porque, en definitiva,  yo siempre he pensado que uno juega de chico a lo que va a ser de grande, sin darse cuenta. Y no me refiero al juego en particular, sino de lo que nos permitimos, de lo que nos permiten nuestros padres…El que tiene la suerte de hacer algo como un juego, sea arte o lo que sea, ve las cosas de otra forma, sentís que sos útil, que sos parte de algo.. Creo que ahí está el secreto, ahí está la base de todo, hacer las cosas como un juego. En la muestra, lo que voy a tratar de plantear, es el juego como una posibilidad sobre todo, de reencontrarme conmigo y con ese niño que hay adentro mío y, a partir de eso, habilitarlo.

¿Y hay algo de tu papá en este trabajo?

—No hay un homenaje en sí a mi papa, o a mis padres… en todo caso es un homenaje a la niñez, en particular a la mía que tiene que ver con un barrio, un barrio que me habilitó cultura, escuela, las primeras herramientas para desenvolverme…Yo creo que eso tiene que estar en una sociedad. Y allí entra lo político. Yo me considero un ser político, somos todos seres políticos. Uno puede ser el pintor que quiera, pintor de moda, de salones, pintor del éxito, de lo que quieras. Pero para mí los artistas, los que me interesan,  los que creo que son necesarios, son los que tienen algo para decir y lo dicen a través de su arte. Los que pueden jugarse en eso. Por eso yo creo en los cuadros comprometidos. Y si yo estoy hablando de la niñez no es la pavada porque la niñez también puede ser un infierno, en un montón de cosas.

¿El arte es necesariamente político?

—No se si necesariamente político, pero siempre hay una postura. Uno no puede mentir en esas cosas, porque cuando algo no es genuino se ve, se nota. Porque aparte es gráfico. Entonces, si vos me preguntás a mí: ¿Necesita algún contenido el cuadro?  Y sí, yo puedo pintar un florero, pero va a tener que tener algo, yo lo necesito, es lo que yo tengo para decir y expresar. Es como decía Van Ghog, yo quiero que el paisaje transmita calor. Si ya tenés esa intencionalidad puesta, es porque vos estás queriendo mover a la gente Y eso es político.

—¿Cuáles son tus referentes dentro de tu disciplina, o de otras  disciplinas que te inspiren en tu trabajo?

—A mí me gusta mucho la poesía. Y la música. Me identifico mucho con Fito Páez porque tiene letras que tienen que ver con el barrio. Pero tengo muchos referentes, cuando empecé con el comic, era el negro Fontanarrosa.  Era un referente obligado. Cuando me decanté por la pintura empecé a ver los grandes maestros, de afuera y de aquí. Alguien que para mí es un maestro es Carlos Alonso, ese es uno de los grandes, uno de los más grandes.  Y tenés que ver la sencillez y la humildad de ese hombre. Uno siempre tiene referentes, porque uno no nace en el aire. Uno va tomando de los otros. Yo creo mucho en eso, en el otro, en la admiración. Es como decía Picasso, uno se hace pintor porque no tiene plata para comprar cuadros. Hay algo de eso. Entonces hay que admirar, que nutrirse de los demás. Tengo una visión muy abierta sobre lo que me gusta, no sólo lo figurativo… Me gusta todo lo que me emociona. Esa es la función del arte

—Si tuvieras que definirlo, ¿cuál es el imaginario al que remite tu obra?

—Qué es lo que más me identifica como huella no lo sé. Lo que si sé es que he tenido la suerte de emocionar con cosas que yo pensaba que no emocionarían, o con que cosas que yo pensaba que no me iban a reconocer. Porque lo que más me interesa, más que el estilo, más que el que reconozcan la obra por el autor, lo que más me interesa es ese vestigio, es una voz, que me está llevando a algún lugar y que me resuena dentro.

—¿Cómo es ser artista en estos tiempos de hipercomunicación, en los cuales hay una gran desvalorización de lo profesional, de lo artístico y un endiosamiento y frivolización de la imagen a toda costa?

—No lo sé, yo no me lo he planteado. Ahora, si vos me decís, hay personas que se predisponen para “hacerse los artistas”, y arman una pintura, le sacan una foto y la cuelgan en el Facebook, y bueno, sí. Hay un escenario mucho más grande para eso porque la comunicación es mucho más fluida.Esto ( señalael celular) no existía hace 20 años atrás. Sacarle una foto a una obra y tenerlo como archivo, yo  no me lo planteaba. Yo tengo obras mías que las he perdido, las he vendido y han ido al extranjero…Pero yo creo que te contestaría como al principio, lo que no podes es mentirte. Y no podes mentirle a los otros. ¿Cuánto podes durar en la mentira?. Porque de alguna manera también hay una revisión histórica, que no la hace uno, a la cual es difícil someterse. Yo no tengo esa revisión histórica encima porque no me importa, no me interesa. A esta altura, hago lo que siento, como me sale. Y no tengo que dar explicaciones porque en realidad no sirven para nada. Es lindo el reconocimiento, claro, es lindo que te digan che, sos un gran pintor, o artista, y que buena obra. Pero eso se logra siendo uno porque tampoco se puede inventar. Yo no puedo decirte mirá, soy el gran pintor y tengo dos cuadros pintados. Eso es un camino que se va armando y que se hace día a día. Yo no vine a esta vida y dije: Voy a ser Raúl Gomez. Yo no me pregunto quién soy, es más simple, es hacer lo que se tiene ganas de hacer. Y  a veces uno no se hace esa pregunta, que tengo ganas de hacer, porque se autoimpone determinadas cosas. Yo tampoco le puedo echar la culpa a nadie, y eso es importante para mí, porque me pone en el lugar de aceptar lo que he hecho con amor. Con idas y venidas, como todos… también he llorado delante de alguna pintura mía por no poder pagar tal cosa, y he tenido la duda, pero bancarse esas cosas te crea un carácter. Bancarse determinadas cosas te hace crecer, trabajar el resentimiento… El arte tiene esas cosas. A veces, al pararme frente a una tela, he entrado en contradicciones muy grandes y he tenido que elegir. Y elegir implica no solamente un color, implica una manera de ser afuera una manera de encarar al otro, porque no te vienen las cosas regaladas.

—¿Que vamos a encontrar quienes asistamos a la inauguración de la muestra?

—Y… van a encontrar un lugar donde uno se pueda parar delante de la obra y vivenciar y reflexionar sobre lo que aún tiene adentro… yo creo que aún tenemos ese niño adentro. Y cada tanto hay que acudir a él, porque ese niño, muchas veces descuidado, olvidado, negado, ese niño tiene todos los registros, de hambre, de frío, de ternura, de dolor, de amor…En ese espacio lo que me gustaría es que la gente sienta un momento de reencuentro con ese niño que tiene y que lo disfrute.

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