SáBADO, 23 DE NOV

Crece la tensión en la captura del tunecino, en una Berlín que ansía una Navidad en paz

La capital de Alemania busca recuperar el espíritu navideño tras haber vivido una tragedia como la que se vivió el lunes pasado. Hay una recompensa de 100.000 euros para quien aporte información acerca del paradero del responsable. 

Berlín comenzaba hoy a tratar de recuperar su ritmo habitual, pese a la incertidumbre que aún rodea al atentado que mató a 12 personas el lunes pasado y, especialmente, a su responsable, quien se presume vivo y es buscado intensamente por todas las fuerzas de seguridad alemanas y europeas.

La canciller alemana Angela Merkel intentó hoy proyectar calma a la nación al asegurar que la investigación es fluida» y que la Policía y la Fiscalía «trabajan lo más rápido posible». Hoy se registraron nuevos allanamientos y operativos policiales en Berlín y la ciudad de Dortmund, pero por ahora no se conoce ningún resultado.

«Sabíamos que éramos un objetivo para los terroristas», sentenció la dirigente, en una conferencia de prensa, luego de recibir una lluvia de críticas, especialmente de la extrema derecha. Pese al optimismo de Merkel, la investigación avanza a paso lento.

En la misma conferencia de prensa, el ministro del Interior, Thomas de Maiziere, informó que es «muy probable» que el tunecino Anis Amri, el único sospechoso identificado hasta ahora, sea el atacante que estrelló un camión contra un mercado navideño el lunes pasado en el corazón de Berlín.

Además, el ministro anunció que encontraron las huellas dactilares en el camión utilizado para embestir al mercado, al mismo tiempo que la Policía italiana confirmó que el presunto atacante de 24 años estuvo preso cuatro años en ese país, según la cadena de noticias CNN.

Esta mañana la búsqueda de Amri dominaba la atención de la mayoría de los alemanes, el único sospechoso por el atentado del lunes pasado en que murieron 12 personas y 56 fueron heridas.

Según el gobierno, 12 de los heridos siguen graves, mientras otros 14 siguen internados, pero con heridas leves.

Hasta hoy los heridos habían sido calculados en 48; sin embargo, el Ministerio de Salud alemán informó que elevó esa cifra a 56 ya que algunas víctimas fueron a los hospitales por su cuenta y no fueron registradas en relación al ataque esa misma noche.

Mientras tanto, una de las voces nuevas que se sumó a los esfuerzos de las autoridades alemanas fue la del hermano del presunto atacante, Abdelkader Amri, quien dijo no poder creer que su hermano «haya cometido el crimen» en una entrevista con el diario alemán Die Welt.

«Si es culpable, se merece el castigo. Le pido que se entregue», sentenció el hermano del sospechoso, un día después de que sus padres fueran interrogados por funcionarios de seguridad tunecinos, informó hoy el diario británico The Guardian.

Mientras la cacería humana sigue con intensidad, la vida civil alemana trata de recuperarse lentamente de cara a las fiestas.

Un día después de que los mercados navideños de toda Alemania reabrieran sus puertas, la feria atacada el lunes volvió a funcionar en el mismo lugar, cerca de la catedral conmemorativa del Kaiser Guillermo.

Todo estaba igual, pero reubicada sobre la vereda y protegida por bloques de hormigón, informó la agencia de noticias EFE.

En medio de un clima de incertidumbre, la reapertura de la feria navideña comenzó con una sencilla ceremonia sin presencia institucional y presidida por doce velas blancas sobre un altar, una por cada víctima mortal.

Amri se convirtió en la persona más buscada del país -hay una orden de captura en toda Europa y una recompensa de 100.000 euros por cualquier información sobre él- tras encontrarse documentación suya en la cabina del camión con el que se cometió el atentado.

Su foto es la más vista en Internet en las últimas horas, mide 1,78 m de altura, pesa alrededor de 75 kilos, tiene el pelo negro y los ojos marrones; fue considerado por las autoridades como «violento y armado» y es el principal sospechoso del atentado más sangriento desde la reunificación alemana, en 1989.

El anuncio oficial de que las huellas de Amri estaban en la cabina del camión del ataque reforzó las sospechas sobre el tunecino, quien ya había quedado vinculado a la masacre cuando la Policía encontró en la cabina del camión su documento, emitido por la ciudad de Cléveris, en el estado de Renania del Norte-Westfalia, en el oeste de Alemania.

Por otra parte, medios europeos revelaron que el tunecino llegó como refugiado a la isla italiana de Lampedusa, en Sicilia, a bordo de una precaria embarcación en febrero de 2011 y allí fue alojado en un centro de menores de Catania -dijo que tenía 17 años- y fue inscripto en un colegio, aunque luego se descubrió que era mayor de edad.

El tunecino fue arrestado el 23 de julio de 2011 por haber incendiado el centro de recepción en el que residía y por otros delitos como robo, amenazas y agresión.

Según la Policía italiana, Amri cumplió una pena de cuatro años en la cárcel de Ucciardone de Palermo, capital de Sicilia, y después fue expulsado. Sin embargo, nunca volvió a Túnez y se le perdió el rastro.

Durante su encierro en Italia, según los medios, el tunecino entró en contacto con islamistas radicales. Este dato, central para explicar su presunta vinculación con el Estado Islámico (EI), no fue confirmado por ninguna autoridad oficial.

Amri reapareció en julio de 2015 en Alemania, donde pidió un permiso de asilo político que le fue denegado.

Según las autoridades alemanas, el tunecino estaba en las bases de datos de sus fuerzas antiterroristas y había sido vigilado entre marzo y septiembre del año anterior por temor a que cometiera robos con el objetivo de comprar armas automáticas y, presuntamente, lanzar un atentado.

La investigación, no obstante, se cerró por no tener pruebas suficientes. Amri nació en la ciudad de Ghaza, Túnez, un 22 de diciembre de 1992, por lo que hoy cumple 24 años. Según los registros del país norafricano, el sospechoso vivió un tiempo en Oueslatía, en la provincia de Qairaouán, en el centro del territorio.

Un día después del atentado, la masacre del mercado navideño fue reivindicada por la milicia del EI. El grupo armado no dio ningún dato sobre el atacante.

En cambio, el gobierno alemán confirmó que el pasajero que viajaba con él en el momento del ataque fue en realidad su primer víctima. Se trata del conductor del camión, Lukasz Urban, un polaco que, según su primo, fue apuñalado y rematado a tiros. Su cadáver fue encontrado en el asiento del copiloto.

El canciller de Italia, Angelino Alfano, también anunció hoy que entre las víctimas fatales había una italiana, Fabrizia di Lorenzo, una mujer de 31 años, que vivía en Berlín hace tres; mientras también se informó la identidad de una víctima fatal israelí, Dalia Elyakim, de 60 años.

La investigación ya superó las fronteras alemanas y, por eso, la policía danesa comenzó hoy a registrar a todos los pasajeros y autos a bordo de un ferry que une las localidades de Grenaa, en Dinamarca, y Varberg, en Suecia, según informó la agencia danesa Ritzau.

Sin noticias del atacante de Berlín y con más dudas que respuestas, la capital de Alemania busca recuperar el pulso navideño y vivir el clima pos atentado con la mayor prudencia posible.

En el lugar del ataque, los carteles que dominan la escena rezan «Juntos contra el odio», mientras que el rechazo al odio y las llamadas a la conciliación son el denominador común de esta jornada en la que el mercado en el centro del Berlín fue reabierto.

Mañana, en la emblemática Puerta de Brandemburgo, a metros de ese mercado, artistas y políticos rendirán un homenaje a las víctimas y se manifestarán a favor de la libertad con un gran concierto convocado bajo el lema «Together Berlin» (Juntos Berlín).

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