SáBADO, 23 DE NOV

Monseñor Aguer declaró que no ordena a afeminados ni homosexuales

El arzobispo de La Plata señaló que tanto las sagradas escrituras como el catecismo de la Iglesia Católica se manifiestan "muy claramente" respecto a ese tema, y que no se trata de ser "amigo o enemigo de los gays", sino que es una cuestión doctrinaria. 

El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, afirmó que no ordena en el sacerdocio a «afeminados ni homosexuales» por considerar que esos actos son «intrínsicamente desordenados y contrarios a la ley natural».

«A los muchachos que vienen a verme porque quieren entrar al seminario les pregunto: ¿te gustan las chicas? Yo no ordeno a un candidato que no me diga que le gustan las chicas», aseguró Aguer.

«En el capítulo seis de la primera Carta a los Corintios dice: no os engañéis, ni impuros, ni idolatras, ni adúlteros, ni ladrones, ni avaros, ni afeminados, ni homosexuales, heredaran el
reino de Dios», añadió el prelado en declaraciones a radio La 1110.

Consultado sobre versiones periodísticas que señalarían una visión menos rígida de la Iglesia Católica respecto a la homosexualidad, Aguer aseguró que «el periodismo tergiversa constantemente las declaraciones de los obispos y las opiniones manifestadas por la Iglesia».

«Nadie es amigo o enemigo de los gays, hay una doctrina de la Iglesia sobre eso que la respeta tanto (el ex arzobispo de Buenos Aires, Jorge) Bergoglio como yo.Esa doctrina esta hoy en el mismo
estado que estuvo siempre y estará», expresó.

El arzobispo de La Plata señaló que tanto las sagradas escrituras como el catecismo de la Iglesia Católica se manifiestan «muy claramente» respecto a la condición de los homosexuales.

En la primera, se los referencia puntualizando que no «heredarán el reino de Dios» y en el catecismo se considera que sus actos son «intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley
natural», afirmó.

«Se señala que la homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual exclusiva o predominante hacia las personas del mismo sexo, reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas, y su origen psíquico permanece en gran medida inexplicable», expresó.

«Cierran el acto sexual al don de la vida, no proceden de una verdadera complementariedad afectiva, no pueden recibir aprobación en ningún caso», agregó.

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