El caballo como una función terapéutica en discapacitados
Alrededor de diez chicos con discapacidad hacen equinoterapia en un sitio cercano a Rosario. Esta terapia es recomendada para la rehabilitación de personas con trastornos motores y neurológicos graves o autismo.
- Info general
- Jul 28, 2017
Por Vanesa Pacheco
La Fundación Santafesina de Equinoterapia “El Carmelo” es una organización dedicada a la integración social para mejorar la calidad de vida de personas con diversas discapacidades por medio del caballo. Al trabajar con un animal, el contacto genera un vínculo afectivo y eso ayuda en el avance de la rehabilitación.
“El Carmelo” está ubicado sobre la Ruta 18, km 11.5, cerca de Rosario. En el lugar da equinoterapia un grupo de profesionales que se encargan de la sesión de cada uno de los chicos, que son derivados por médicos de cabecera o especialistas. Pasan por ahí alrededor de 10 niños por semana, quienes tienen distintas patologías, como trastorno generalizado del desarrollo (principalmente síndrome autista), síndrome de Down, parálisis cerebral, trastornos de ansiedad u otros.
Las sesiones
Margarita Crespo (presidente de la institución), es quien lleva al caballo durante la sesión; Giuliana Luraschi, kinesióloga, se encarga de controlar la postura de los chicos para los ejercicios, y Aylén Romiti, psicomotricista que preparara los ejercicios para cada niño con el objetivo de que sea placentero y didáctico, según lo que requiere la patología de cada uno. Ellas están 45 minutos con cada chico según la confianza que genere el vínculo con el animal.
“Hay mucha fantasía con la equinoterapia, por lo cual se pretende que sea complementaria con otras actividades, porque el niño en general la pasa bien durante el contacto con el caballo y el tiempo que pasa es muchas veces ejercitando, que en realidad juega, se divierte sin darse cuenta”, resaltó Crespo.
Mientras que la psicomotricista sumó: “Cada persona que viene es por derivación de un médico. El centro está totalmente habilitado y tiene rampas y baño adaptado para la comodidad de los chicos con discapacidades. Además de las diferentes pistas y juguetes, o perros que puedan motivarlos”.
Explicó además que “hay chicos que asisten desde los 3 años según la patología, pero hay un caso especial que pasó por acá, y es el de un nene que inició a los 6 meses con PC (Parálisis cerebral) y actualmente es un adolescente que continúa con la terapia, pero en otro centro más cercano a su localidad”.
Cabe recalcar que la equinoterapia no está regulada a nivel nacional y por eso hay mucha gente que la da sin habilitación ni preparación. En este lugar los caballos son criollos y están preparados para este fin, además de contar con habilitación comunal para trabajar con personas con discapacidad, y un predio cerrado que es fundamental.
Obras sociales
En cuanto a la cobertura de las sesiones terapéuticas, la presidente de “El Carmelo” aclaró que algunas obras sociales cubren el valor de una sesión de apoyo y el traslado en transporte, o con los padres. “En el caso de los chicos que concurren a ese centro, la mayoría viene por obra social, pero lo ideal sería que todas lo cubran como una sesión complementaria”, detalló.
Las sesiones son todos los días, y los chicos asisten, algunos una vez por semana y otros, dos o más veces.
Conclusión presenció la rehabilitación de dos niños con distintas patologías.
El primero de ellos, un rubio alegre, cariñoso y charlatán que apenas bajó del transporte se acercó solo a la pista, mientras su ayudante terapéutica lo esperó en la camioneta adaptada. Al entrar al corral, se notó emocionado cuando vio el caballo.
“Él tiene 5 años, comenzó hace seis meses y su patología es hipotonía a nivel de miembros inferiores, por lo cual sus ejercicios son para que trabaje mucho sobre los estribos, que se pare y se siente”, detalló la kinesióloga.
El trabajo que hizo este nene es el salto con el caballo por pequeñas lomas y el juego de embocar herraduras adentro de un aro para fortalecer los músculos de los brazos. Además de andar sobre el lomo del caballo, se le suma la pelota debajo de la cola porque su pelvis es inestable, y debe generar más fuerza para estabilizarse.
Ya sabe que es hora de bajar del caballo. Se acuesta en su lomo y le acaricia la cara al animal. Sabe que tiene que irse, pero sigue allí, junta pasto y se lo da en la boca a modo de despedida.
El otro niño llegó con sus papás y en este caso su patología es TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo) con espectro autista.
Se llama Agustín, tiene 8 años y su mamá contó su experiencia con las sesiones en “El Carmelo”.
“Agus toma sesiones de equinoterapia hace dos años, y le encanta interactuar con el caballo, lo súper tranquiliza, lo disfruta mucho y siempre quiere volver. Es un combo porque el lugar se presta. Estar en contacto con el aire, el pasto y poder ser libre lo hace sentir tranquilo. Somos de Rosario y la obra social cubre las sesiones en su totalidad. Venimos dos veces por semana, y realmente lo vale”, contó Mariana, la mamá de Agustín.