VIERNES, 22 DE NOV

Para el titular de la UIA “es difícil ser obrero” en el país

Miguel Acevedo, máximo referente de la industria en el país, dio un jugoso reportaje al portal mundoempresarial.com.ar, donde además, y entre otras afirmaciones, sostuvo que “la corrupción existe cuando hay una parte de la sociedad que la permite".

Para el titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, “es difícil ser obrero en la Argentina».

Tan rotunda afirmación es la síntesis del contenido de un reportaje que Acevedo concedió al portal mundoempresarial.com.ar, donde además, y entre otras afirmaciones, sostuvo que “la corrupción existe cuando hay una parte de la sociedad que la permite».

El reportaje completo es el siguiente:

—¿Es difícil ser empresario en la Argentina?

—Sí, es difícil. Es difícil porque no tiene una buena imagen, nunca tuvo una buena imagen el empresariado. No sólo por aquello de ‘combatiendo el capital’. También por una imagen de subsidiado, o de rico. Pero como contrapartida el empresario argentino tiene empuje, un toque que por ahí no lo tienen empresarios de otros países. En mi caso ingresé a la vida activa en los 70 y pico, en los 80, volvió la democracia y vivimos inflación, hiperinflación, devaluaciones feroces, cambios de reglas de juego. Hay que adaptarse a todo eso. Entonces pasás de ganador a perdedor, o al revés, de acuerdo a qué sector estabas. Eso te da una capacidad de movimiento que por ahí no la tienen otros. Eso no es ni bueno ni malo; es.

—¿Por qué no se pudo revertir esa imagen?

—Es un poco por nosotros. Posiblemente no hicimos mucho para revertirlo. Y también hay un tema cultural. Nuestra descendencia española o italiana y aquel mandato de la Iglesia Católica que dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los Cielos. En otros países el éxito no está mal visto. En Estados Unidos con cultura anglosajona, el empresario es sinónimo de hacedor y de creador de riqueza. Pero en la Argentina hasta se asimila la palabra empresario a cualquier uso como cuando se dice, empresario de la noche. El empresario es un hacedor, es alguien que tiene una visión, alguien que crea. Me acuerdo un lugar vacío en los años 80 y a mi familia que imaginaba un puerto en ese lugar. El puerto es una realidad. Eso es lo que hace un empresario.

El “círculo rojo”

—¿Se siente parte del “círculo rojo”?

—No me siento parte del ‘círculo rojo’. La capacidad de influencia del empresariado en las políticas públicas es muy menor. Es mucho más lo que se piensa o imagina de lo que realmente existe. El empleador no vota, no tiene peso electoral. Y ya no estamos en la época donde se decía a los empleados “voten por tal lista”. No existe tal capacidad de influencia como se adjudica al “círculo rojo”. No pasó con los gobiernos anteriores y con éste tampoco. Nos pueden escuchar, hay diálogo, pero no se cambian políticas por eso.

—¿Cómo es la relación con Macri? ¿Es muy distinta a la que tenían con Cristina?

—Es otra relación, cambió absolutamente a la que teníamos con el gobierno anterior, de Cristina. Antes íbamos a hablar con el gobierno y ya había un preconcepto, tenían una visión ideológica. El gobierno actual puede o no estar de acuerdo con lo que nosotros pensamos, pero se puede hablar y se puede discutir. La Unión Industrial es un lugar apolítico. Siempre tenemos relación con los gobiernos porque somos el sector productivo. Odio hacer comparaciones, pero veo a Chile que desde que volvió a la democracia cambia los habitantes de la Casa de la Moneda sin cambiar las reglas de juego, hay políticas de Estado.

Las recientes elecciones

—¿Lo sorprendió el resultado de las Paso?

—Es un test electoral, pero el resultado cambió el humor de mucha gente. El Gobierno y todos tuvimos un año duro en 2016. Fue complicado y tuvimos que ir adaptándonos. El Gobierno ganó experiencia. También había ideas que surgían de preconceptos, acerca del sector juguetes o textil. Pero cuando se visitan las fábricas y se ve el nivel de excelencia se quedan con la boca abierta. Hay industriales que ven al agro como menor y yo les digo, vengan a ver cuánta industria hay en el campo.

—Para los políticos, los empresarios son el poder permanente…

—Ojalá… pero no es así. La pregunta es si las empresas podrían llegar a tener más poder del que tienen hoy. Pero para eso también debería cambiar su forma de acercarse al gobierno y a la sociedad, sobre todo a la sociedad.

—¿Qué significa ser presidente de la Unión Industrial?

—La UIA tiene 130 años de historia y es institucionalmente la representación del empresario. Algunas veces la perdió, pero es la representación como institución. Y tiene un tejido amplio, desde pymes a empresas grandes y una representación federal. Yo puedo hablar acá y por ahí la gente de Tucumán subraya que sus problemas son otros. Los cordobeses dicen “¿están hablando de la Argentina o de la Ciudad o provincia de Buenos Aires?.Es difícil ser obrero en la Argentina… la inflación nos toca a todos, pero les pega más a quienes viven de un salario.

—Al pertenecer a una empresa como Aceitera General Deheza, del interior y que expresa la unión del campo y la industria, ¿cómo vivió la pelea con el campo en 2008?

—En febrero de 2008 la preocupación pasaba por cómo íbamos a manejar las cosechas que se venían, porque era increíble cómo estaba creciendo la producción por los niveles de precios que había. Era un boom y en marzo llegó el conflicto con una crisis y nunca más volvimos a hablar de invertir en esos niveles de logística. La producción estuvo parada ocho años. Pero ahora volvemos a discutir de logística por el crecimiento de la producción. En aquel momento se dijo que la industria había abandonado al campo. Pero el campo no estuvo solo en 2008. Tuvo el apoyo de todos los que vivían en el pueblo y de las industrias. Y esas son las cosas que logran cambiar resultados o decisiones.

—El presidente criticó la idea de Aldo Ferrer de “vivir con lo nuestro”… ¿qué dice usted?

—El encerrarse me parece que está mal siempre. A los funcionarios jóvenes del gobierno les cuento por qué una empresa como AGD (Aceitera General Deheza) vino a Buenos Aires y lo hicimos porque no había comunicaciones. A partir del 2000 aparecen los teléfonos digitales y los cambios son tan veloces y profundos que desparecieron, por ejemplo los traders que eran los que estaban en Europa y desde allí vendían a Asia. Hoy exportamos en forma directa. Es cierto que vivir con lo nuestro en la Argentina pudo haber sido una tentación. Tengo amigos chilenos que dicen ‘cada vez que cruzo la Cordillera y entro a la Argentina veo el pasto crecer’. Expresa el potencial de la Argentina. No podemos encerrarnos. Necesitamos la tecnología del mundo y necesitamos ser protagonistas de la globalización.

¿Decadencia en Argentina?

—Algunos hablan de la decadencia de la Argentina, … ¿es así?

—Nosotros dimos un paso enorme con la democracia. Antes teníamos a los militares y hoy el militar es un empleado público. Antes era un factor de poder. No estoy denigrando a los militares. Tampoco en los países democráticos son factor de poder. Lo que no hemos logrado es crecer como sociedad. La educación que yo recibí hoy no está disponible. Me eduqué en colegios del Estado y fue una educación excelente. La decadencia está relacionada con la educación. El maestro no puede ser un empleado público, tiene que volver a ser un maestro. La cultura no se pierde de una generación a otra. Y se gana en varias generaciones. Tenemos la posibilidad de cambiar.

—¿Por qué cree que la corrupción llegó a los niveles que alcanzó en la Argentina?

—La corrupción existe cuando hay un ambiente propicio. Cuando alguien con una norma decide la vida y la muerte de una empresa, claramente ahí va a haber corrupción. Pero también la corrupción existe porque una parte de la sociedad la permite. Y cuando hablo de sociedad me refiero a empresarios y funcionarios. Pero no se puede vivir con corrupción. Cuando veo una ley anticorrupción la aplaudo. Pero hay que encararlo con seriedad, porque puedo decir “no estoy de acuerdo con la corrupción” y después redacto una ley tan complicada que no se va a poder aplicar jamás. O se va a aplicar como una herramienta para corromper.Nuestra decadencia se asocia a la educación, el maestro debe volver a ser maestro y no un empleado público más.

—¿Le pidieron sobornos alguna vez?

—No.

—¿Y a la empresa?

—No nos han pedido. Somos una empresa exportadora que recién ahora empieza a trabajar con el Estado con ferrocarriles de carga.

—Hay muchas críticas a la Justicia, ¿cuál es su posición al respecto?

—Tenemos un problema en la Justicia. La forma de administrar es muy lenta. Eso tiene que cambiar.

La pobreza

—¿Cómo se sale de una pobreza del 30%?

—Este nivel de pobreza no sólo me preocupa, me toca. Lo tenemos que solucionar. No se logra de un día a otro, por ahí nos lleva una generación. Tenemos que sacar a los chicos de la pobreza dando herramientas con educación y mayor trabajo.

—¿Usted ve una grieta en la sociedad?

—La grieta es un momento determinado, no permanente. Creo que involucionamos con la grieta y es lo que tenemos que reparar. La Argentina no puede vivir de antinomias, como campo-industria, peronistas-antiperonistas y K-anti K. Hay que superarlo como signo de madurez.

—¿Esperaba el cierre por parte de EE.UU. al biodiesel?

—No me sorprendió. Los países tienen dos niveles, uno el diplomático donde tratamos de buscar acuerdos y después el comercial. Hasta Chile cuando nosotros le mandamos el aceite de girasol nos dicen “no me mandes la botella, lo envasamos nosotros”. Y esto es porque cada país quiere agregar su propio valor. Es lo que debemos tener en claro. Nosotros también tenemos que agregar valor y defender nuestros productos.

—En el Día de la Industria habló de consensos entre empresas, sindicatos y el Estado. ¿Cómo es su relación con los sindicatos?

—No he tratado mucho con los sindicatos. Pero en décadas anteriores en el interior había coexistencia con ellos y sobre todo en los pueblos donde el hijo del líder sindical o del delegado estaba en el colegio con el hijo o la hija del dueño de la empresa. Hoy, en el caso de una empresa exportadora como la nuestra, el sindicato se maneja desde los puertos. Creo estamos todos mucho más convencidos en la necesidad de avanzar en acuerdos por sector como ya se hizo con Vaca Muerta como un paso para poder firmar un acuerdo nacional.

—Al principio le pregunté si era difícil ser empresario. Según su criterio ¿es difícil ser obrero?

—Sí, es difícil. La inflación nos toca a todos, pero castiga más a los que dependen de un salario. He vivido cuando la gente no llega a fin de mes. Así como un industrial puede perder una empresa, una familia puede perder un trabajo y eso es duro y hay que vivirlo. Durante las privatizaciones mucha gente quedó sin trabajo y tremendamente frustrada. La verdad es que creo que no tenemos que volver a pegar un volantazo.

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