Una caída libre que parece no tener fin

La Superliga se está volviendo una tortura para el Central de Paolo Montero, que encuentra un oasis de esperanza en la Copa Argentina.

Por Fabrizio Turturici

La caída libre parece no tener fin para Central, al que la Superliga se le está tornando una verdadera tortura y encuentra un oasis de esperanza en la Copa Argentina. Volvió a perder (0-1 con Atlético Tucumán) y corona un nivel paupérrimo en el certamen doméstico, teniendo uno de los planteles más caros.

Los primeros destellos de la tarde aparecieron del lado canalla. Es que a partir de un rombo corto, compuesto por Gil de enlace, Zampedri de punta y los ágiles Lovera y Rivas por las bandas, generó inconvenientes en la última línea tucumana. No obstante, faltó la precisión de Colman para convertirse en un equipo determinante de tres cuartos de cancha hacia delante.

El trámite ingresó en zona de turbulencia durante la primera parte, donde se nublaron las ideas de los protagonistas. En este contexto, ninguno pudo amenazar al arco de enfrente. El balón circuló con comodidad únicamente entre los defensores canallas, mientras que la apuesta de Atlético Tucumán tampoco apareció en escena.

La creación de juego mejoró cuando Lovera y Rivas intercambiaron de costado, yendo el primero a la derecha y el segundo a la izquierda. Esto produjo mayor profundidad que se vio reflejada en algunas situaciones que podrían haber servido para abrir el marcador. Pero Zampedri estuvo demasiado ocupado en pivotear y, de esta manera, no quedaba ningún referente en el área.

En la segunda parte, Central mantuvo el esquema y la disposición estratégica de presionar arriba y atacar con calma en la búsqueda de espacios. Así fue que se hizo dueño de la posesión, pero no de las ocasiones. Un ataque carente de sorpresa hizo las cosas sencillas para el equipo rival, que sufría del mismo déficit a la hora de adelantar sus tropas. Pero una tremenda volea de Gervasio Núñez rompió esquemas a los 7 minutos, estableciendo una nueva derrota canalla.

Lejos de tener reacción por el golpe, el equipo de Arroyito se quebró anímica y futbolísticamente, al punto de que estuvo más cerca el segundo del Decano que la igualdad auriazul. El pitazo final trajo desazón, pero al mismo tiempo alivio, al terminarse uno de los peores partidos de Montero.

Central no sólo sigue sin ganar en la Superliga, sino que entró en una debacle de la que no logra escaparse. Ahora todos los focos apuntarán a la Copa Argentina, una historia diferente de principio a fin.

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