La deuda pública según Macri
Por Héctor Giuliano
- Opiniones
- Nov 9, 2017
El pasado 23 de octubre, durante una conferencia de prensa, el presidente Mauricio Macri fue preguntado acerca de si el gobierno seguirá tomando deuda o no después de las elecciones del día anterior, y su contestación textual sobre este punto concreto fue la siguiente: «De esto ya hemos hablado bastante, mientras la Argentina tenga déficit fiscal como tiene va a seguir teniendo que tomar deuda porque tenemos un compromiso central que compartimos, como dije anoche, que es reducir la pobreza, y el primer camino para reducir la pobreza es bajar la inflación que es lo que más afecta a aquellos que menos tienen, con lo cual si uno no va a financiar el déficit con inflación lo tiene que financiar con deuda; es algo que como todos sabemos no podemos hacer eternamente. Por eso es tan importante seguir avanzando en esta reducción gradual del déficit fiscal que es un compromiso que asumimos desde el primer día y parte de lo que vamos a hacer de acá a fin de año es aprobar en el Congreso de la Nación un presupuesto que comprometa una reducción del déficit, que el año que viene debería ser menor al 3,2» (se refiere al porcentaje sobre PBI).
Estas declaraciones presidenciales plantean una poco clara y muy discutible interpretación acerca de la relación entre deuda y pobreza ya que, según tal razonamiento, la deuda pública se necesita para cubrir el déficit fiscal y este endeudamiento, a su vez, sería parte de un objetivo central de reducción de la pobreza a través de menor Inflación.
Inconsistente teoría
La teoría de la necesidad de la deuda para sufragar el déficit del Estado Argentino es hoy, sin embargo, tan inconsistente como contradictoria porque – por un lado – soslaya que la deuda es también causal de Inflación (por sus efectos directos como gasto público y por el aumento del piso de las tasas de interés del mercado) y porque – por otro lado – omite decir que el problema de la refinanciación de los vencimientos de capital y el pago creciente de sus Intereses son la principal causa de ese déficit, que se cubre y retro-alimenta justamente con más deuda.
Deuda y déficit fiscal
El presidente Macri afirma que la Argentina va a tener que seguir tomando deuda mientras tenga déficit fiscal cuando el principal componente explicativo de ese déficit es la deuda y sus Intereses.
La Argentina no paga un centavo por vencimientos de la deuda por capital o principal sino que renueva íntegramente sus compromisos y además aumenta en forma sistemática su stock con nuevas deudas que no tienen demostración alguna de capacidad de repago, de modo que el saldo de la deuda total aumenta indefinidamente y cada vez se pagan más intereses. Estos intereses –que se pagan como parte del gasto corriente del Estado– constituyen hoy el principal rubro del gasto público: suman 319.500 M$ en 2017 y pasan a 406.500 M$ en 2018. (1)
Y este incremento sistemático de los intereses pesa cada vez más sobre el gasto total y lo hace a un ritmo y proporción más altos que el resto de las erogaciones fiscales.
Según las proyecciones oficiales actualizadas para el 2017, se estima un déficit fiscal de 719.000 M$ (2) (633.800 M$ de déficit por resultado financiero más 95.200 M$ de intereses que se capitalizan por anatocismo (3), y para el 2018 ese déficit total pasa a ser de 804.400 M$ (681.800 más 122.600 respectivamente).
Es decir, que el gobierno Macri no disminuye sino que aumenta en valor absoluto el monto del déficit del Estado. Y este resultado financiero se produce con y sin el anatocismo de los intereses.
Este anatocismo – que se resta de las informaciones oficiales sobre déficit fiscal porque pasa a convertirse en deuda adicional por capital – representa hoy el 30 % de los intereses a pagar: casi un tercio de los servicios totales por este concepto.
Lo que revela la gravedad de un Estado deudor que no solamente no puede pagar y refinancia íntegramente las obligaciones de capital a su vencimiento sino que ni siquiera puede cubrir la totalidad de los intereses respectivos. Tenemos así que – tomando como base los datos del presupuesto 2018 y sus estimaciones para lo que resta del 2017 – los intereses de la deuda pública explican el 44.4 % del déficit fiscal del corriente ejercicio (319.500 / 719.000 M$) y pasan a ser más de la mitad para el año que viene (50.5 %: 406.500 / 804.400 M$).
Ergo, lo que el presidente Macri está diciendo en la práctica es que su gobierno va a seguir tomando deuda pública mientras el país tenga déficit fiscal pero ese déficit va a continuar existiendo indefinidamente porque la gran mayoría de tal déficit es producido precisamente por los Intereses de la deuda.
Deuda y Pobreza
Una segunda afirmación importante del Presidente es tan notable como la primera: que tenemos que seguir tomando deuda para cumplir un objetivo central de reducir la pobreza.
Para ello, Macri dice que el primer camino para bajar la pobreza es bajar la inflación y que como ésta es causada por la emisión monetaria, el déficit fiscal tiene que ser financiado con deuda.
Más este razonamiento conlleva tres errores de pre-concepto concurrentes: El primer error es que la emisión de dinero no produce Inflación per sé sino según el destino cualitativo de tales emisiones; porque no es lo mismo imprimir billetes para financiar gasto público improductivo – como son los intereses que se pagan sobre la deuda financiera del Estado – que hacerlo para financiar con recursos monetarios propios obras públicas y/o de infra-estructura, que generan producción y trabajo.
Tal concepción monetarista de la inflación se contrapone a la teoría cualitativa de la moneda – formulada hace décadas por el profesor Walter Beveraggi Allende – según la cual el efecto inflacionario de la emisión monetaria no depende del origen fáctico de la emisión sino del destino de los fondos que son objeto de esa emisión de dinero por parte del Estado. El segundo error es que la falta de trabajo y el aumento de la pobreza no dependen tanto de la inflación ni del déficit fiscal como de los planes de ajuste recesivos que los gobiernos llevan a cabo para cubrir el problema de su deuda pública, por capital e intereses, como ocurre en nuestro caso.
Y el tercer error es que, siguiendo incluso parte del razonamiento oficial al respecto, la deuda – como principal factor de crecimiento del gasto público – es hoy el primer condicionante del déficit fiscal; ese mismo déficit que el gobierno de Macri utiliza como argumento del mayor endeudamiento del Estado y como excusa para vincularlo como paliativo de la pobreza. El aumento del gasto público y el déficit fiscal así como el incremento de la inflación y la pobreza no son la causa determinante de los problemas económico-financieros de la Argentina actual sino el producto inexorable de un sistema de deuda perpetua que se mantiene como política de Estado. Con el agravante que el presidente Macri, en un intento de justificar su política de gobernar con deuda, pretende plantear que la alternativa de emisión monetaria sin respaldo es peor que su irresponsable política de endeudamiento público en gran escala sin la más mínima capacidad de repago.
(1) Los intereses de la deuda para el 2018 – según el Proyecto de Ley (PL) enviado al Congreso – constituyen el 15 % del gasto público total pero son, en realidad, el 28 % del gasto de la administración central, que es la que verdaderamente carga con el pago de estos intereses, lo que equivale a decir que casi 1 de cada 3 pesos que se gasta corresponde al servicio de intereses.
2 Las abreviaturas M$/MD significan millones de pesos/dólares respectivamente y se expresan siempre con redondeo, por lo que pueden darse mínimas diferencias entre totales y sumatoria de términos.
3 El anatocismo es la capitalización de intereses devengados y no pagados, que se transforman así en capital y generan consecuentemente nuevos intereses en función del interés compuesto. Ello significa que el deudor – en este caso el Estado Argentino – no puede cubrir la totalidad de los intereses a pagar y procede entonces a refinanciar una gran parte de los mismos vía capitalización. El anatocismo, bajo estas condiciones, es sinónimo de la usura.