JUEVES, 21 DE NOV

Alertan sobre la existencia de 150 pseudosectas que se dedican a estafar a jubilados

Cada vez son más los casos en los que grupos criminales se organizan para engañar a cientos de adultos mayores través de diversas modalidades que van desde billetes falsos, cuentos del tío, hasta robos violentos. 

Cada vez son más los casos donde integrantes de la tercera edad pierden sus ahorros y hasta propiedades en manos de delincuentes que los engañan a través de las denominadas pseudosectas, que se estiman son unas 150 las que operan en todo el país.

Estos grupos conocidos como pseudosectas se organizan para engañar, estafar y despojar a cientos de adultos mayores de sus pertenencias y hasta sus viviendas.

Se calcula que hay unas 150 organizaciones criminales que tienen como objetivo al sector de la tercera edad, actuando con absoluta impunidad y utilizando técnicas coercitivas religiosas, según publicó Diario Popular.

Eugenio Semino, titular de la Defensoría de la Tercera Edad, explicó: «Los grupos organizados que operan para despojar a los abuelos no paran de crecer, y preocupa muchísimo que desde la Justicia no hay preparación, ni recursos, ni una mirada real sobre lo desahuciadas que están las personas adultas mayores en Argentina».

Fuentes gubernamentales revelaron -tomando como eje la cantidad de causas judiciales iniciadas en los dos últimos años con víctimas del sector de la tercera edad o bajo sospecha de que pudieron resultar estafados, despojados de sus bienes, desaparecidos e incluso asesinados- que «en el país operan alrededor de 150 grupos delictivos que se dedican a los ancianos, bajo distintas modalidades, que pueden ser los billetes falsos, los cuentos del tío, los robos violentos o directamente apropiarse de sus haberes previsionales y sus propiedades».

Un esquema espeluznante descripto por Semino, que trabaja con mucha intensidad las cuestiones relacionadas a estafas y delitos contra los adultos mayores, es la aparición y continuo crecimiento de lo que llamó pseudosectas, que son grupos delictivos que utilizan las herramientas religiosas para concretar sus oscuros planes.

«Desde la casuística estamos observando desde la Defensoría de la Tercera Edad con extrema preocupación que no se detienen los hechos con personas adultas mayores que resultan despojadas de sus bienes, encerradas en lugares de internación o directamente asesinadas. También hay muchos casos de abuelos desaparecidos», indicó.

El especialista sostuvo que «es una situación grave, que debe ser visibilizada, porque este sector se encuentra absolutamente desprotegido», dijo Semino.

En ese marco, el experto comentó que «una de las modalidades que cada vez ocupa mayor espacio en los casos con abuelos victimizados, tiene a pseudosectas religiosas que detectan a personas mayores en soledad, las abordan mediante técnicas coercitivas muy aceitadas, prometiendo acompañamiento, cuidados y atención, cuestiones que las cumplen».

«Sin embargo, el objetivo es con el tiempo, que puede ser un lapso corto, despojar a la personas de sus derechos y avanzar sobre todos sus bienes materiales», agregó.

Al respecto, consideró que «el modo de hacer la mejor inteligencia sobre las víctimas es ingresar a sus vidas, a sus viviendas».

«Allí pueden confirmar que los abuelos no tienen familia, o bien están alejados de ellas. Muchas veces ocurre que tienen familiares, pero no hay contacto alguno», agregó.

Explicó que «una vez que logran esa certeza del abuelo solo, empiezan a trabajar de manera coordinada para adueñarse de sus haberes y luego de sus bienes materiales, que incluyen viviendas».

Asimismo, el experto consideró que «las situaciones llegan a la Defensoría de la Tercera Edad, y otros organismos, porque hay vecinos que sospechan de movimientos extraños y generan un primer alerta, sin embargo lamentablemente hay que destacar que en la mayoría de los casos, estas personas luego no quieren continuar con las causas, porque tienen que concurrir a los tribunales en repetidas ocasiones, causándoles muchos problemas y derivando en expedientes que se encajonan, no avanzan, aún cuando se tengan datos concretos sobre la existencia de delitos graves».

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