SáBADO, 30 DE NOV

Desarticulan una red de tráfico de drogas en Rio

 La banda se articulaba en tres grupos y contaba con la complicidad de aduaneros, inspectores de impuestos, funcionarios de compañías aéreas y trabajadores del propio aeródromo, capitaneados por un ex operario.

Las autoridades brasileñas desarticularon el martes una red que había montado «sofisticados esquemas de tráfico de drogas», contrabando y robo de bebidas en el aeropuerto internacional de Rio de Janeiro, informó el martes la Policía Federal (PF).

La PF emitió 36 órdenes de arresto -24 de las cuales ya se habían cumplido al mediodía-, entre ellas para dos funcionarios de aduanas y varios empleados del aeropuerto Tom Jobim, conocido como Galeao, precisó la institución en un comunicado.

La banda se articulaba en tres grupos y contaba con la complicidad de aduaneros, inspectores de impuestos, funcionarios de compañías aéreas y trabajadores del propio aeródromo, capitaneados por un ex operario.

Según las investigaciones, que se extendieron durante diez meses, esta banda era responsable del embarque de maletas con cocaína rumbo al exterior, burlando los controles gracias a un sistema de intercambio de equipajes entre vuelos domésticos, con normas menos estrictas, e internacionales.

Una vez cargadas con la droga -perteneciente a un ciudadano albanés y otro rumano que operaban en un galpón de la zona norte de Rio-, las maletas eran desplazadas en taxi al aeropuerto.

Allí, un empleado le ponía una etiqueta para un vuelo doméstico, duplicada de la de un pasajero inocente escogido al azar con el fin de ingresar en la zona restringida.

Ya dentro, otro integrante de la red se encargaba de cambiarla al contenedor de equipajes ya revisados para embarcar en el vuelo internacional elegido.

Siguiendo esta pista, las autoridades decomisaron en septiembre más de 300 kilos de cocaína, la mayor cantidad incautada en la historia del aeropuerto de Galeao, según la policía federal.

Utilizando un esquema inverso, y con la colaboración de agentes aduaneros, la red conseguía también traer artículos del exterior sin pasar ninguna fiscalización ni pagar las tasas estipuladas.

El tercer grupo trabajaba, por último, sustrayendo «con frecuencia diaria» botellas de vino, champaña y bebidas en miniatura de los aviones que aterrizaban en Rio para ser vendidas después, ayudados por funcionarios de empresas de catering, transporte interno del aeropuerto y seguridad.

 

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