JUEVES, 21 DE NOV

El nudismo se expande sin escándalos, con más clubes y carreras a campo traviesa

La modalidad se inició en Argentina en 1934 y adquirió un nuevo impulso en 1994 con la inauguración de Playa Franca a instancias de la vedette Moria Casan. La primera playa se oficializó en el año 2000 por gestión del área de Turismo de General Pueyrredón.

Por Solange Levinton (Télam)

Ochenta y cinco años después de la creación de Grupo Panda, la primera comunidad nudista de Argentina, pasando por la Playa Franca de Moria Casán, la práctica del «naturismo» en el país continúa expandiéndose, lenta, silenciosa y alejada de miradas indiscretas, en balnearios, clases de yoga y teatro y hasta carreras a campo traviesa.

«Usar un traje de baño en la playa es una tortura para mí», dice Florencia Brenner, abogada, «más de 60» y socia fundadora de la Asociación Para el Nudismo Naturista Argentino (Apanna), una entidad civil destinada a promover la práctica.

Su primera vez fue durante unas vacaciones en el Caribe en el año 1995 «más por curiosidad que otra cosa», y la experiencia la tentó a volver a la misma playa el día siguiente y el siguiente y el siguiente. Ese año sólo se atrevió al topless pero «la libertad de ir sin ropa en la naturaleza» fue un incentivo suficiente para regresar al mismo lugar el siguiente verano.

«Desde entonces -afirma- estar desnudos se volvió algo natural».

En Argentina, el nudismo se manifestó formal y públicamente en 1934 con la creación de la Primera Asociación Naturo Desnudista Argentina (PANDA), unas 90 personas que se reunían periódicamente en una quinta en Castelar, partido de Morón, y que luego fundaron, a orillas del Río Reconquista, en Ituzaingó, la primera playa nudista del país. La presión de la época fue tan grande que tuvieron que dejar de reunirse.

En 1994, el nudismo tuvo un nuevo round, esta vez de la mano de la mediática Moria Casán, quien decidió inaugurar Playa Franca, el primer balneario nudista de Mar del Plata, ante la mirada escandalizada -y curiosa- de los vecinos.

El proyecto, que duró los 10 años que se extendió la concesión del lugar, incluyó topless y corte de bikinis televisados al comienzo de cada temporada.

Recién en el año 2000, cuando el Ente de Turismo de General Pueyrredón trató la implementación de un balneario nudista para la Ciudad de Mar del Plata, se fundó Playa Escondida.

Brenner recuerda que el tema repercutió en una carta de lectores publicada en el diario La Nación en la que un señor defendía el nudismo. «Como aparecía su correo electrónico le escribí y con mi marido empezamos a reunirnos hasta que decidimos hacer una asociación», detalló.

Según la definición de Apanna, el naturismo es «una forma de vida en armonía con la naturaleza, caracterizada por la práctica del desnudo en común, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente».

«Siempre tenemos que luchar contra el vínculo sexual que se emparenta al nudismo -dice Brenner-. Tenemos reglas muy estrictas de comportamiento y la principal es no tener conductas obscenas».

El foco, entonces, es «el respeto y el placer por la libertad»: a nivel psicológico, los naturistas dicen que la desnudez «iguala a la gente, evita el consumismo y es conservacionista del medio ambiente».

«Es como sacarte una mochila de encima cuando ves que los demás te aceptan y vos te aceptás tal cual sos», dijo Miguel Suárez, 61 años y dueño de Yatan Rumi -«Piedra desnuda» en quechua- una reserva cercana a la localidad de Tanti, en Córdoba, para practicar nudismo social y que recibe visitas de distintas partes del mundo.

«Surgió en 2003 con un grupo de amigos por la necesidad de tener un lugar propio, porque siempre estábamos expuestos a que apareciera gente mientras tomábamos sol o nos bañábamos en el río desnudos y nuestra intención no es provocar la incomodidad de nadie», contó.

A diferencia de Playa Querandí, en Villa Gesell, o Playa Escondida, en Mar del Plata, que son públicas y el desnudo es opcional, en Yatan Rumi permanecer sin ropa es obligatorio «para evitar la concurrencia de curiosos, aunque a los principiantes se les permite un período de adaptación».

Y el lugar no sólo es conocido por sus imponentes 1200 hectáreas sobre las sierras cordobesas, sino porque desde 2005 se celebra, cada primer domingo de diciembre, una carrera cross-country de 4 kilómetros para recorrer únicamente en zapatillas. El objetivo, explicó Suárez, es atraer a un público más joven.

«Es un fenómeno que ha ido creciendo, del total de concurrentes que viene cada año, la mitad son nudistas y el resto son personas que lo prueban por primera vez», detalló.

«Si nos comparamos con Europa -apuntó- estamos muy atrasados en nuestra mentalidad, pero año a año vamos evolucionando».

En este momento, en el partido bonaerense de Moreno, existen los clubes Edén -que ofrece «nudismo en ambiente familiar» y Pachamama, una quinta nudista con pileta climatizada.

Para los porteños alejados del verde existe Color Natural, un colectivo cultural que organiza reuniones mensuales con baile, comida y diversas actividades artísticas para compartir entre nudistas «sin atavíos, sin máscaras, en libertad y al natural», advierten desde su página.

 

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