El sendero de los hermosos perdedores
Flor Vizzi
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- Abr 9, 2015
«Si no fuera Bob Dylan me gustaría ser Leonard Cohen» (Bob Dylan)
Más de cuarenta años han pasado desde que un crítico literario del Boston Herald escribiera: ‘’James Joyce no ha muerto, está vivo en Montreal y se hace llamar Leonard Cohen’’, a propósito de la publicación de su segunda novela.
Sin dudas, el escritor y cantautor canadiense se ha constituido en un ícono del siglo XX, un tipo de mito y referente para varias generaciones de músicos y escritores que lo veneran. Acreedor de varios premios por su carrera literaria, el último de ellos, el Príncipe de Asturias de las Letras, en 2011, no ha dejado de ser un‘’outsider’’, aún en sus momentos de más popularidad, Leonard Cohen ha sido siempre un secreto a voces, un lujo, un manjar al que se llega, lejos de la masividad del mainstream, por múltiples caminos, la literatura, la música e incluso el cine.
Antes de llegar a convertirse en uno de los más ‘’homenajeados’’ músicos de los últimos 30 años, Leonard Cohen, nacido en las mismas tierras de Joni Mitchell y Neil Young, en 1934, supo publicar varios libros de poemas, y dos novelas que le valieron el reconocimiento del mundillo literario y las mieles de la crítica, las cuales, bien se sabe, nunca han sido de fácil acceso. La primera de ellas, El Juego Favorito, (The favourite game) una novela de las llamadas ‘’de iniciación’’ ha sido puesta una y otra vez a la altura de El guardián entre el centeno, y por esa razón Cohen, más de una vez, fue nombrado como el ‘’Sallinger canadiense’’. Pero fue su segunda novela, ‘’Hermosos Perdedores’’ (Beautiful loosers) la que le valió ser considerado como uno de las grandes ligas.
Finalizada esa etapa, en forma contundente podría decirse, ya que Cohen siguió escribiendo compulsivamente, pero nunca volvió a la novela, el camino se bifurcó alejándolo de la bohemia vida en Hydra, la isla griega en la que vivió durante ocho años, para hacer escala en Nueva York. Cierto es que, sus intenciones originales estaban puestas en Nashville, a dónde se dirigiría para intentar convertirse en un cantante country, pero fue seducido y encantado por la Nueva York de los año 60, en la que todo era posible, desde los pasillos del Chelsea Hotel hasta las nuevas olas que emanaban de La Fábrica de Warhol y sus elegidos, ese hervidero multicultural, tan bien descripto por Patti Smith en ‘’Just Kids’’ .
A partir de allí, comenzaría a construirse el mito. La historia cuenta que, irónicamente, Cohen escuchó un disco de Bob Dylan que cambió toda su perspectiva. “Esto es lo que quiero hacer, esto es poesía”
A los 30 años, edad a la que hoy pareciera imposible empezar una carrera en la industria de la música, Songs of Leonard Cohen, el primero de su más de 20 discos editados,(13 de estudio, 7 en vivo y 5 recopilaciones) vio la luz. Y la historia de la música popular cambió para siempre.
Desde una especie de “folk dark”, canciones como “Bird on Wire”, “Tower of song”, “So long, Marianne”, “Suzanne”, “Who by fire”, “Dance me to the end of love”, “Famous blue Raincoat”, ‘’Everybody knows”, han hecho de Leonard Cohen una leyenda, pero no construida desde la genialidad de lo inalcanzable, por el contrario, una leyenda desde lo más profundamente humano. Su visión del mundo, algo cínica, algo oscura, sus letras, emotivas y complejas, que pueden ser leídas en varios niveles, la belleza profunda de su poesía, en la que se entreteje filosofía, amor y decepción, las relaciones personales y un profundo compromiso con el otro.
A contramano de lo declamado por otros músicos, para Cohen todo está en las letras. Es conocido por su obsesión y por su capacidad de trabajar por años una misma canción.
Poseedor de una voz cavernosa, casi monocorde, pero hipnótica por su cadencia, que nos arrastra para adentrarnos en una poesía poderosa, que cabalga a medias entre lo sagrado y lo mundano. Así se vertebra su trabajo. Su poesía, su obra toda, que puede ser interpretada desde lo religioso, porque allí abrevan sus orígenes, criado desde la más ortodoxa tradición judía bajo el ala de su madre y su ultracatólica niñera con la que rezaba a diario, pero también, desde lo sexual y , sobre todo, desde lo político. Cada una de sus canciones llevan un pequeño manifiesto implícito que encadena exquisita, magistralmente, una temática tan rica y compleja que no sería nada difícil montar un mamarracho con ella… si no fuera Leonard Cohen quien escribe…
Es por eso que su “Club de Fans” es tan impresionante. Presidido, podría decirse, por Bob Dylan, la lista es extensa. Cohen ha influído profundamente en sus contemporáneos, es prácticamente venerado por músicos de todos los géneros y edades, Bono Vox, Nick Cave, Lou Reed, Joaquin Sabina, Suzanne Vega, Luca Prodan, Aimeé Mann, Kiko Veneno, Kurt Cobain, Rufus Wainright, John Cale, kd lang, Jarvis Coker, Michel Bubble, Ian McCulloch, Jeff Buckley y las firmas siguen.
Su canción Hallellujah, del álbum “Various Positions”(1984) fue grabada en más de 80 versiones, por músicos de todo el mundo, la Rolling Stone la incluyó en su lista ‘’Las 500 mejores canciones de todos los tiempos’’.
Como no podía ser de otra manera, su música y su figura no han pasado desapercibidas en el cine, que le ha cedido un lugar en su parnaso. Su música es parte de innumerables películas. Quizás la utilización de Hallellujah, interpretada por John Cale, en Shrek, sea la más famosa. Pero hay mucho más.
Las canciones de Leonard Cohen fueron banda de sonido en (entre otras): esa obra maestra del western dirigida por Robert Altman, “Mc. Cabe y Mrs. Miller” (en castellano, Del mismo barro), y también de Altaman, “Un día de Boda”. “Asesinos por naturaleza” de Oliver Stone, Loco fin de semana, de Curtis Hanson, “Suban el volumen”, de Alan Moyle, Dos pájaros a tiro de John Badham, Caro Diario, de Nanni Moretti, Exótica, de Atom Egoyan, “Fata Morgana” de Werner Herzog, “El agua fría”, de Olivier Assayas. Rene Fassbinder vuelve una y otra vez sobre la música de Leonard Cohen, tanto en sus películas como en los múltiples trabajos que ha hecho para la televisión alemana. El director francés de culto Cédric Klapisch hace sonar a Cohen en “El joven Peril”, y también el director danés, Lars Von Triers, del Dogma 95 lo incluye en “Rompiendo las olas”. La lista es por supuesto, más larga. Numerosos documentalistas lo han utilizado en sus bandas sonoras.
Cohen ha sido, además, objeto de algunos documentales.
‘’Damas y caballeros… el señor Leonard Cohen”, realizado por dos directores canadienses Donald Brittain y Don Owen durante el año 1965, “Bird on Wire”, grabado en 1972 por Tony Palmer, durante una gira del cantautor canadiense, y el estupendo ‘’I’m Your man”. Éste último, dirigido por Lian Luson, sobre la vida y obra de Leoanrd Cohen, se basa en una actuación homenaje realizada en enero de 2005, en el Opera House de Sídney, llamado Come So Far For Beauty, y cuenta con los testimonios e interpretaciones de Nick Cave, Bono Vox, U2, Rufus y Martha Wainright, Perla Batalla, Jarvis Cooker, The Handsome Family entre otros. La imperdible anécdota del día en que Rufus Wainright conoce a Leonard Cohen, bien vale toda la película.
Porque así es Leonard, ese dandy que encandila a Wainright en la cocina de su casa, siempre enfundado en impecable traje, dueño de todos los excesos, el eterno seductor que se adentró de igual forma en las drogas y el alcohol, como en su desesperado amor a las mujeres, como en la búsqueda incansable de la belleza, entendida ésta como una filosofía que nos atraviesa, una experiencia casi mística que nos acercará a dios, un dios propio y personal , cualquiera sea la deidad que elijamos. Así es Leonard, monje budista, mujeriego incansable, poeta, un extraño espécimen que tocó cielos y conoció infiernos, y continuó el camino con las cicatrices imborrables, profundas, bellas, el camino de los perdedores, pero de los perdedores hermosos, de “los que son feos pero tienen la música”.(1)
Para escuchar; EVERYBODY KNOWS https://www.youtube.com/watch?v=PgcPpbVS-ck
1. Cita de la canción «Chelsea Hotel N2, escrita a propósito del fugaz encuentro romántico con Janis Joplin:
«Te recuerdo bien, en el Hotel Chelsea,tú eras famosa, tu corazón era una leyenda,
me dijiste de nuevo que preferías a hombres atractivos, pero por mí harías una excepción,
y apretando tu puño por los que son como nosotros, los que está oprimidos por los cánones de la belleza,
te arreglaste a ti misma, dijiste:«bueno, no importa, somos feos pero tenemos la música».