VIERNES, 22 DE NOV

Cuando el dolor se transforma en resiliencia y solidaridad

El colectivo “Pariendo Justicia” integrado por familiares de víctimas realizó una conmovedora jornada en Empalme Graneros para festejar el Día de las infancias. Conclusión dialogó con algunas de sus integrantes.

Desde hace varios meses el Centro Único de Asistencia a la Víctima, cobija y asesora a familiares en pos de poder concretar una meta anhelada. Además de ser una posibilidad concreta de salida laboral, este equipo se reúne y sostiene mutuamente para poder sobrellevar la pérdida de un ser querido.

Son manos ansiosas que tejen diferentes proyectos, ideas e iniciativas con una energía envidiable que las fortalece y transforma. Tal es así, que este año decidieron focalizar en “El día de las niñez” y de esta manera poder realizar algún evento con aquellos sectores más vulnerables.

“Sabemos que otros movimientos solidarios realizan entregas de juguetes, pero nuestra intención era llegar a algún lugar donde realmente lo necesitaran y otros no fueran”, le dijo a Conclusión Gabriela Vega, integrante del colectivo “Pariendo Justicia”, e ideóloga de esta cruzada.

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Un barrio muy olvidado de nuestra ciudad fue quien las recibió, “tuvimos la oportunidad de comunicarnos con Sara, ella está en Empalme Graneros, más precisamente en Olavarría 1300 Bis. Fue mediante una charla donde nos contó que en sus comienzos brindaba la merienda los días que no había comedores escolares, en un primer momento, eran de 7 a  15 chicos y hoy son más de 70. Luego de escucharla, creíamos que era el lugar indicado para poder llevar a cabo aquello que teníamos en mente”.

Mucho esmero y esfuerzo caracteriza a este grupo de familiares que contra reloj realizó un trabajo maravilloso, “no teníamos nada, y no queríamos regalar juguetes usados porque creíamos que merecen un presente nuevo como cualquier niño o niña. Es por esto que decidimos confeccionarlos nosotros mismos, realizamos caballitos de tela, libros para pintar, pizarrones, delantales, plastimasas y demás.”

Llegaron los regalos y con ellos la cruda realidad que atraviesa a los más desprotegidos, “somos empáticos pero al ver tantas necesidades, uno lo registra aún más. Eran más de 100 pibes con sus mamás, todos del comedor de Sara, que sola y con la ayuda de sus vecinos brinda la copa de leche”.

“No se trata de donar sino de compartir, y desde nuestro lugar haber estado allí, ver como abrazaban un caballo de tela fue algo muy fuerte. Las miradas emocionadas de esos chicos nos llenaron de un montón de cosas hermosas. Es importante que no sea sólo un día y ser parte de las trasformaciones de las realidades”, concluyó Gabriela.

Marina Villareal también fue parte de esta emocionante jornada, “después de muchas corridas y trabajo pudimos culminar esta enriquecedora labor, logramos que aquellos que no podían tener su regalo lo tuvieran. Hicimos una merienda hermosa y me impactó todo el cariño y las sonrisas que recibimos. Vivir el día del niño con ello fue un antes y un después”.

Sobre las sensaciones que la invadieron, fue tajante: “Quedé muy conmovida por la realidad en la que viven, en mi caso me disfrace de payasa y uno de los niños me pidió que también lo pintara a él porque quería que le hiciese una carita con sonrisa. Fue feliz con un pincel y acuarelas, situación completamente diferente a la que vivo por ejemplo con las niñas de mi casa, que la emoción de un regalo le dura solo unos instantes”, concluyó.

Ramón Casco es uno de los pocos hombres que integra el colectivo “Pariendo Justicia”, él también dijo presente en la jornada realizada en Empalme Graneros, “pasé un día hermoso viendo a tantos chicos contentos, me encantaría poder conseguir más cosas para ellos”, enfatizó.

Eleonora Burgueño formó parte de la confección de juguetes y participó de un día plagado de emociones en el merendero de Sara, “conocimos muchos chicos y nos divertimos, es por ello que resulta difícil expresar con palabras lo que me dejó esta experiencia. Me traje sonrisas y miradas llenas de amor y sueños. Noté que ellos necesitan la atención de los adultos y nosotros necesitamos de esas caricias al alma que sólo puede brindar un niño”.

Para finalizar, fue Lucila Pavón también quién describió la profunda experiencia del festejo con los pequeños, “lo que vivimos el sábado fue muy fuerte, ayudar a Sarita y a los chicos fue hermoso. Pudimos observar cuanto  amor y compañerismo existe  entre ellos. Fue una experiencia muy sanadora y a pesar de todo lo que pasamos pudimos compartir una sonrisa”.

Personas resilientes que van por más, “nos cruzamos en el camino mujeres de fierro, y cambiar el dolor por la lucha, nos une y nos llena el alma”, concluyó.

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