JUEVES, 31 DE OCT

Dos épocas diferentes, una misma mentira

Por Ismael Primitivo

Corría el mes de mayo del año 2000, y mientras se aprobaba la denominada “ley Banelco”, de precariedad laboral, en un gran hipermercado de la zona, los jóvenes veían cómo se sucedían camadas de trabajadores que eran víctimas de la tercerización de agencias eventuales, presos del miedo a la desocupación, sujetos a contratos por tiempo determinado, sometidos a la burla de las leyes aún vigentes. Las horas transcurrían bajo los drásticos efectos de la política económica neoliberal y los compañeros eran echados por no querer hacer más horas extras a mansalva, por intentar descansar un minuto más, por negarse a órdenes degradantes o resistir a situaciones indignas.

Además, como si todo esto hubiera sido poco, recuerdo que la empresa difundió un engendro de eslogan a través de los altavoces del hipermercado, los días previos al 25 de mayo, en el que hacían referencia a la “conformación de un país libre, y a la lucha de los patriotas por la Independencia”, mezclando la conmemoración de la fecha patria, con frases sugestivas dirigidas al consumo para, de esa manera, fomentar el aumento de las ventas taladrándoles la cabeza a los clientes y a los empleados.

Por suerte, las diferentes formas de resistencia que puede experimentar el ser humano, siempre encuentran una vía de escape, y por aquellos días circuló con el encabezado “Dos épocas diferentes, una misma mentira” un pequeño volante anónimo, que puso a cada uno en su lugar, aunque sea de una manera propagandística y literaria.

Se empeñan por contar la historia oficial, la del Billiken, enumerando los resultados de las votaciones y los pasos de Castelli, Belgrano, Saavedra, Moreno, Peña, dentro del Cabildo, y a French y Beruti le otorgan el papel de repartir cintas celestes y blancas.

Mencionando a French y Beruti, Carrefour está reivindicando la acción de dos militantes que en los días previos al 25, se conocieron como chispistas.

Ellos formaron parte de sucesivas reuniones como la del 20 de mayo, en la casa de Rodríguez Peña, en la que se designó a Castelli para que en nombre del pueblo y las tropas, exigiera ante Cisneros la convocatoria a un cabildo abierto.

El 21 gestaron la concentración de pequeños comerciantes, empleados de comercios aledaños a la plaza, profesionales de carreras liberales y otros, que pedían la convocatoria a una asamblea popular, mientras Castelli intercambiaba amenazas con Cisneros.

El 24 a la noche, ante la maniobra de Cisneros para conservar las rentas, los privilegios y el poder, se ocuparon de reclutar gente de los suburbios de la ciudad para concurrir a la plaza y agitar por la destitución de rey y la conformación de una junta independiente de la corona.

En la mañana del 25, French y Beruti establecieron el cuartel general en la casa de Azcuénaga, que se encontraba en las cercanías de la plaza y encabezaron la primera arremetida contra la sala de sesiones del cabildo, pidiendo la destitución de Cisneros, la segunda golpeando las puertas y al grito de “el pueblo quiere saber de qué se trata”, y la tercera para exigirles de parte del pueblo la designación de una junta gubernativa compuesta por ciudadanos.

Los miembros del cabildo al ver que la situación se tornaba incontrolable, pidieron a Cisneros que hiciera renuncia absoluta del gobierno.

En definitiva, lo que nos preguntamos luego de escuchar el eslogan una y otra vez por los altavoces es: ¿De qué independencia hablan cuando dice que Carrefour va hacia su independencia? Imaginamos que a la independencia del cumplimiento de todas las leyes laborales, como la del Descanso Dominical.
Haciendo una parábola con aquella época. ¿A quién representa Carrefour hoy?

¿A la militancia de jóvenes que luchaban por una causa justa, que participaban en reuniones, firmaban petitorios, trataban de hacer respetar sus derechos o a la autoridad absoluta y el monopolio comercial europeo?

¿Con quién se identifica verdaderamente Carrefour?

¿Con French y Beruti o con Cisneros?

La respuesta se cae de madura e indudablemente se repite el hábito de mentir, el discurso hipócrita, la historia cambiada de decir que reivindican lo que todos los días combaten.
Sean honestos, si French o Beruti trabajaran en Carrefour, los perseguirían para echarlos con causa.

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