VIERNES, 22 DE NOV

Una señal de alerta en la campaña

El incidente exhibe cierta vulnerabilidad que deberá ser corregida de inmediato. No sólo es Bonfatti: hay jueces, fiscales, testigos y edificios públicos bajo vigilancia por los ataques intimidatorios que se iniciaron apenas conocidas las primeras condenas y el traslado de cabecillas a cárceles federales.

Por David Narciso

Lorena Verdún aparece de civil, como una señora más de barrio, sin que nadie se dé cuenta bien de dónde salió. Se pega al precandidato a gobernador del Frente Progresista en plan cholula y pide una foto.

Ninguno de los dos custodios que siguen a Antonio Bonfatti desde que su casa fue baleada en 2013 ni los dos colaboradores que lo acompañan en su visita al Carnaval del parque Scalabrini Ortiz se avispan de que la “vecina” que quiere foto no es tal, sino la primera esposa del líder de la banda narco Los Monos, Claudio Pájaro Cantero.

El candidato no lo advierte. Cándido, sonríe mirando a cámara y pasa su mano por detrás de la espalda. La persona que está detrás del celular presiona el pulgar y en un santiamén tiene lo que fueron a buscar.

Un par de horas después la foto se dispara desde una cuenta anónima de twitter pretendiendo ser una prueba de la relación del candidato socialista con narcos.

Sobre la pretensión de la foto, no hace falta defender al candidato ante lo evidente. Basta decir lo elemental: nadie va a sacarse fotos para autoincriminarse.

Sin embargo quizás lo elemental sea lo más serio del asunto. Conlleva la intención de escarnecer y burlarse.

Un desafío en la cara a la autoridad. “Mirá lo fácil que es, mirá hasta dónde puedo llegar”, parece decir Verdún o quienes la hayan mandado, a un oficialismo que, junto con parte del Poder Judicial, puso tras las rejas, llevó a juicio y logró altas condenas para la plana mayor de Los Monos.

El incidente exhibe cierta vulnerabilidad que deberá ser corregida de inmediato. No sólo es Bonfatti: hay jueces, fiscales, testigos y edificios públicos bajo vigilancia por los ataques intimidatorios que se iniciaron apenas conocidas las primeras condenas y el traslado de cabecillas a cárceles federales.

Por lo tanto, se presenta una situación tan particular como compleja para el socialismo: al mismo tiempo que es víctima de atentados y de campañas sucias, como máxima autoridad institucionalidad tiene la responsabilidad de garantizar seguridad y dar respuestas. Entre otros a su propio candidato, que con cuatro meses de campaña por delante, no puede aislarse de la gente.

La señora de la foto

Baste decir que Lorena Verdún protagonizó varios escándalos públicos en su rol de ex esposa de Cantero. A veces como víctima de la prensa, la Justicia y el Poder político que según ella arruinaron a la familia. Otras veces, como el domingo, reafirmando su pertenencia al “bando de los malos”.

Como estaba separada del Pájaro cuando lo mataron, nunca termina de quedar claro que tan contenida está dentro del clan familiar y si su rol de provocadora e intimidadora pública es por interés propio o se lo asignaron. Algunas de sus incursiones públicas no parecieron favorecer al clan.

En el pasado, uno de sus ex cuñados y líder de la banda, Monchi, intentó jugar personalmente ese papel mediático con resultados malos, por ejemplo cuando desde la cárcel filmaba videos con acusaciones contra la ex jueza Alejandra Rodenas, ahora compañera de fórmula del peronista Omar Perotti.

Verdún asume sin escrúpulos el personaje. Si no estuviéramos hablando de narcos y muchas vidas perdidas podría compararse a una actriz al que hoy le toca hacer de mala y mañana de buena.

Encarnó la madre desolada y ofendida en su honor y el de su familia cuando irrumpió a los gritos en la presentación del libro Los Monos de Hernán Lascano y Germán de los Santos. Por el contrario, el domingo actuó de mancha venenosa: “Sí, soy de los malos, y qué. Miren cómo contagio y hasta dónde puedo llegar”, parece decir la foto que le arrancó al candidato del Frente Progresista.

¿Quién está detrás de Lorena Verdún? ¿Sus ex cuñados Monchi y Guille? ¿O es un instrumento operativo de quienes no pueden conseguir en Tribunales los resultados que sus clientes les exigen?

Quizás lo central sea ¿para qué lo hacen? Es evidente que pretende o pretenden mostrar capacidad de daño. ¿Extorsión? ¿Intimidación? ¿Intento de forzar una negociación? ¿Negociar qué? ¿Qué se paren los juicios y las investigaciones, condiciones de alojamiento de los cabecillas, que no molesten el negocio?

Aquí se abre otro interrogante. Cómo encaja lo de Verdún con las balaceras a casas de jueces y edificios del Poder Judicial de los que se infiere que tienen la misma finalidad? ¿Es todo parte de lo mismo? Cabe recordar que el viernes pasado se conoció la primera condena por uno de esos atentados.

En cualquier caso, si se confirmaran estas hipótesis sobre quiénes y para qué armaron la operación, estaríamos frente a la campaña sucia que denuncia el socialismo en particular y el Frente Progresista en general, pero no generada desde las tradicionales usinas de la política, sino desde otros factores de poder.

Esto no sería novedad. Los procesos electorales son terreno de operaciones de adversarios políticos, lobbys económicos y grupos de intereses que buscan influir en el electorado. El tema es que en este caso el intento por condicionar viene de una organización delictiva que si recurre a balaceras, intimidaciones y fotos envenenadas es porque no está consiguiendo con su poder económico lo que necesita o quiere.

Política y medios

En general, la política santafesina actuó con prudencia ante la circulación de la foto de Verdún y Bonfatti, al menos en el terreno formal.

Algunos opositores con funciones importantes no resistieron la tentación y se encargaron de replicar la foto de forma más privada, por ejemplo vía whatsapp, y otros a través de cuentas de redes sociales, ya sea de militantes rasos o a través de perfiles truchos, de esos que abundan en todos los partidos políticos.

Un párrafo final sobre la fotografía lograda por Verdún, su manifiesta intencionalidad y los criterios de publicación de los medios de comunicación.

En la ciudad hubo medios que la replicaron y otros que decidieron no hacerlo. Los primeros habrán querido no quedarse afuera de algo que pasaba en las redes e involucraba a un personaje público y a la cara mediática de Los Monos; y los otros se negaron a ser funcionales a una jugada que olía a podrido de arriba a abajo.

Se pueden esgrimir argumentos para un lado y para el otro. En la opinión de quien esto escribe, los criterios periodísticos no deberían ser superados por la tentación de masividad de las redes sociales, lo cual no necesariamente implica optar por no publicar la foto.

Por el contrario, el periodismo se diferencia por la obligación de buscar y analizar información, contextos, intenciones (éstos dos últimos también son información necesaria para el lector), así como valorar debidamente a los protagonistas. Las redes no tienen el compromiso de publicar noticias.

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