Círculo rojo al rojo vivo
El periodista de Perfil Jorge Fontevecchia analiza el escenario electoral a la luz de las apuestas del omnipresente círculo de poder.
- Nacional
- Por Jorge Fontevecchia
- Abr 21, 2019
Por Jorge Fontevecchia
El CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales) es el think tank más reconocido del país. Su fundador, hace más de cuarenta años y primer presidente, Carlos Muñiz, decía: “Es difícil hablar seriamente de la opinión del CARI porque hay muchas opiniones vertidas por sus miembros que en general tienen un alto nivel intelectual”. Aun así, el martes de la semana anterior hubo una reunión para debatir la situación nacional y hubo puntos coincidentes entre la mayoría de los participantes (no concurrió Roberto Lavagna, que es miembro del CARI). Fueron los siguientes:
– Sin dejar de mencionar el resultado positivo que el Gobierno ha tenido en su gestión internacional, remarcan la desastrosa conducción de la economía, cuyo síntoma es la huida de capitales argentinos al exterior: en los tres años y medio de Macri estiman que se fueron 60 mil millones de dólares.
-La huida de capitales argentinos al exterior, además de síntoma, es también causa del fracaso económico: capitales invertidos significan producción, producción significa más ocupación laboral y más empresas produciendo significan la posibilidad de aliviar la presión fiscal.
-Aún habiendo ganado Macri en 2015, los argentinos siguen depositando sus capitales en el exterior por temor a que luego el gobierno que lo suceda se los confisque de alguna forma.
– Estados Unidos apoya al gobierno argentino con tanta determinación que si hubiese una corrida cambiaria y no fueran suficientes los fondos del FMI, hasta podría haber un crédito extraordinario del Banco Mundial para que Macri llegue a diciembre.
– Que la tercera vía no alcanza a romper con la polarización entre Macri y Cristina Kirchner. Y aun en un eventual ajustado triunfo de Macri en un ballottage, un futuro segundo gobierno de Macri con el actual entorno que rodea al Presidente no sería muy alentador y significaría más de lo mismo: más huida de capitales, alto nivel de deuda y riesgo permanente de default.
– Uno de los participantes planteó la posibilidad de que Macri, en un eventual segundo período, cambiara completamente su programa, solicitara la renuncia a su actual gabinete y buscara armar otro de unión nacional, reuniendo gente de primer nivel y reconocida experiencia que genere confianza para repatriar los capitales argentinos del exterior, comenzando por los propios funcionarios nacionales.
– Para que haya inversión internacional, los propios argentinos deben dar el ejemplo y se barajó la posibilidad de que un gobierno nacional acuerde un fideicomiso con garantía del Banco Interamericano de Desarrollo o del Banco Mundial para que todos los capitales argentinos en el exterior puedan volver sin riesgo de confiscación a invertir, por ejemplo, en infraestructura, con una tasa de interés mayor para el inversor y menor para el Estado.
Fuera del CARI, los pronósticos y las preocupaciones son otros. Que la prospectiva actual más plausible es que Cristina Kirchner le gane un ballottage a Macri y no lo contrario. Quien primero sostuvo ese escenario fue Juan Grabois, dirigente de la CTEP (“la CGT de los excluidos”) y conductor del Frente Patria Grande, aliado a Unión Ciudadana para promover la candidatura de la ex presidenta.
Aquellos que comparten el pronóstico que anticipó Grabois en su campaña de avisos de hace un mes: “Ella le gana”, pero desean que no suceda, creen que antes del 22 de junio, cuando se oficialicen las candidaturas, Macri debería aceptar que resta votos entre quienes no quieren que Cristina Kirchner vuelva a ser electa presidenta. Y en lugar de hacer un cambio completo de gabinete, hacia uno de unidad nacional, en diciembre en su eventual segundo mandato debería renunciar a su candidatura para promover algo más cercano a la unidad nacional antes de las elecciones, ampliando su alianza de forma que realmente pueda haber un segundo período de Cambiemos al frente del gobierno nacional, aunque no sea él mismo presidente.
Hipótesis hay varias. La de siempre: que sea María Eugenia Vidal la candidata presidencial de Cambiemos. Que sea Horacio Rodríguez Larreta por todos considerado el mejor gestor y de mejor relación con el peronismo. Hasta, más inverosímil, que Cambiemos acuerde con Consenso 19 una alianza que incluya al Socialismo, el GEN, y sea Lavagna el candidato presidencial con Horacio Rodríguez Larreta al frente de la Ciudad de Buenos Aires y María Eugenia Vidal de la Provincia, continuando el PRO conduciendo las áreas donde a nivel nacional fue más eficiente: infraestructura, transporte y energía (lo que es tangible en economía y entra en una planilla de cálculo), sumando a Macri en la tarea de representación internacional, lo que más le gusta, como ex presidente. Lousteau aparece como el gran comodín: tanto como candidato a vicepresidente de Macri como de Lavagna, o sustituyendo a Rodríguez Larreta si este fuera a la presidencia.
Cuesta imaginar que Macri acepte una capitis deminutio de su poder así, pero si fue electo en 2015 para algo era para alejar al kirchnerismo del poder: el regreso de Cristina sería para Macri y Cambiemos un fracaso aún mayor que el de la economía.
En algo coinciden Juan Grabois y quienes no quieren que regrese Cristina Kirchner: en que las semanas que nos separan del 22 de junio serán cruciales, aunque por distintos motivos. Grabois cree que después del 12 de mayo, cuando ya haya triunfado Schiaretti en Córdoba, el primus inter pares de todos los gobernadores y natural conductor del peronismo no K, a solo seis semanas del cierre de la presentación de candidaturas nacionales, comenzará la etapa más frenética de definiciones.
Grabois teme que para entonces, como Cristina Kirchner aparecerá en las encuestas como amplia triunfadora, podría producirse alguna forma de salida parlamentaria con la renuncia de Macri y la elección por parte de la Asamblea Legislativa de un sustituto entre los legisladores o un gobernador. Nuevamente aquí todos los ojos se posan sobre Schiaretti porque simultáneamente podría ser luego él mismo candidato presidencial o ungir al candidato con su apoyo desde el gobierno nacional, aumentando sus posibilidades de triunfo. Nuevamente aquí todos los ojos se vuelven a posar sobre Lavagna.
Como pocas veces, todo es posible al mismo tiempo: que el próximo presidente pueda ser Macri, Cristina Kirchner o cualquiera de las alternativas que presenta la tercera vía. Pero como pocas veces también, el problema está más en cómo llegar a diciembre que en el nuevo gobierno. Hay quienes piensan que un eventual gobierno de una Cristina herbívora hasta podría no traer las consecuencias catastróficas que le pronostican pero que eso recién se podría ver a partir del 10 diciembre y la catástrofe la generaría igual antes de las elecciones.