Barahúnda de paredes, pinceles y empoderamiento
Ammura Rosario surgió a fines de 2018 tras una convocatoria iniciada por artistas rosarinas, y permitió que mujeres muralistas de la ciudad se conozcan, se encuentren, se organicen y se empoderen bajo un colectivo. Uno de los tantos objetivos que tiene la agrupación es que todas sus integrantes puedan vivir de su trabajo. Nota especial para el #3 de 70/30.
- Espectáculos
- Jul 15, 2019
Por Elisa Soldano – 70/30
Las paredes de Rosario son testigos directos del movimiento que hace meses se echó a caminar por la ciudad dejando un rastro de colores y de arte por donde pasa. La Agrupación de Mujeres Muralistas –Ammura- es un colectivo que busca, entre otras cuestiones, que la paridad de género esté presente en los festivales artísticos, garantizar la actividad para todas las muralistas locales y visibilizar el arte urbano como un trabajo.
Ammura Rosario surgió en diciembre de 2018 tras una convocatoria iniciada por artistas rosarinas, y permitió que mujeres que llevan adelante el arte de pintar murales en la ciudad se conozcan, se encuentren, se organicen y se empoderen bajo un colectivo. Uno de los tantos objetivos que tiene la agrupación es que todas sus integrantes puedan vivir del arte. A su vez, la organización no limita su composición sólo al género femenino, sino que está abierta a disidencias.
A nivel nacional, Ammura Argentina surgió para luchar contra la poca presencia de mujeres en los festivales de muralismo y como un mecanismo para visibilizar la existencia y el trabajo de las artistas. Sin embargo, en Rosario es difícil definir la magnitud de esta disparidad de género, debido a que faltan circuitos que fomenten la actividad y el encuentro entre muralistas.
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El colectivo, compuesto por cerca de diez mujeres, busca que la sociedad valore al arte urbano como un trabajo. “Dentro de las cosas que pensamos hacer como agrupación, es organizarnos para poder trabajar de esto y poner la fuerza en el colectivo, no hacer todo por separado, y entre nosotras darnos una mano”, dijo a 70/30 Camila Guerra, una de las integrantes de Ammura Rosario.
“Nosotras amamos pintar en la calle y es porque todos lo pueden disfrutar, pero también hay que entender que hay un montón de dedicación, de años y de costos materiales concretos. Nuestro trabajo vale un montón simbólica y económicamente, porque lo necesitamos como cualquier humano para vivir”, precisó la muralista y agregó: “Nosotras estamos convencidas de que está buenísimo lo que hacemos”.
Desde la agrupación quieren romper con la idea de que el arte urbano es vandalismo y sostienen que el arte público debe ser disfrutado por el pueblo. Por este motivo, a la hora de pintar un mural se piensa mucho en quiénes lo van a observar. Además, como el lugar de esta expresión artística es la calle – y la calle es de todos- el arte urbano está dirigido y pensado para el disfrute del pueblo. Otra de las integrantes del colectivo, Aymará Sosa, analizó esta cuestión e indicó a Conclusión que el muralismo “es una herramienta de poder tan fuerte, que está bueno usarla para hacer el bien”.
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“Esto te da la posibilidad de comunicar aunque no estés más. Vos dejas un mensaje y lo va a ver tanto la persona que se va a tomar el colectivo como el obrero que va a laburar, porque como está en la calle y como es un lugar para todos, ahí nos encontramos”, indicó.
Los domingos, las muralistas salen a pintar las paredes de la ciudad. Por lo general, estas intervenciones se realizan en lugares públicos –como plazas- para evitar conflictos con los vecinos y se busca ganar presencia en los barrios, para descentralizar las iniciativas culturales. Las actividades reflejan la esencia del trabajo colectivo, ya que las artistas comparten sus materiales. Ammura también marca una diferencia en la forma en que se dicen las cosas, debido a que sus obras ilustran a la mujer empoderada, abarcando cuestiones sororas y alejando a la imagen femenina del concepto sexista que le suelen adjudicar muchas pinturas hechas por hombres.
“Que Ammura a nivel nacional se identifique solo con mujeres, a nosotras nos hizo un poco de ruido porque sabemos que la cuestión de género no se puede cerrar solamente a la mujer, sino que es mucho más abierto y tiene que ver con todos los géneros que no se encuentren en el varón cis, por eso decidimos darle la impronta de cuál es nuestra postura frente a eso. Si bien nos seguiremos llamando Ammura, es para mujeres y disidencias”, explicó Camila Guerra.
Desde la agrupación buscan impulsar festivales con una amplia participación de artistas locales y con paridad de género, además de tener planeado realizar talleres abiertos a la comunidad y, a la vez, entre las mismas integrantes del colectivo para permitir un intercambio de conocimientos respecto a las técnicas que cada una domina mejor.
El 25 y 26 de mayo, el colectivo realizó el “Encuentro Barahúnda”, donde se pintaron doce murales en barrio Alvear. “La única consigna del festival fue no pintar nada que genere violencia, nada que resulte ofensivo y que la gente después vaya a querer que le tapen, porque los vecinos nos cedieron su pared, entonces con mucho respeto una les quiere mejorar el espacio”, indicó Aymará Sosa.
A mediados de agosto, la agrupación realizará otro festival llamado “La Chicago”, en el que participarán como invitados siete artistas locales y tres de otras ciudades.
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Con Ammura, el arte reafirma ser un poderoso instrumento que convierte a los muros –simbolismo de la propiedad privada- en un medio para que el pueblo se exprese. Las pinceladas no sólo embellecen las paredes, sino que les dan el valor de comunicar y que a través de ellas el arte no sea el privilegio de unos pocos, sino disfrutado por toda la sociedad. Dicen las paredes, y hay que saber disfrutarlas.
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