VIERNES, 29 DE NOV

Bolsonaro y los intereses detrás de los incendios en el Amazonas

La zona destruida ya abarcaría unas 500.000 hectáreas, un 83% más que en el 2018, según el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, cuyo director fue despedido por el presidente brasileño, fuerte aliado de los terratenientes que lucran con la deforestación masiva.

En lo que va del año ya se contabilizaron más de 72 mil focos de incendios forestales en el Amazonas, casi el doble que en 2018, un 83% más de acuerdo al INPE, Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, cuyo director fue despedido por el presidente Jair Bolsonaro, fuerte aliado de los terratenientes que lucran con la deforestación masiva, para cuya práctica recurren a incendios intencionales.

Bolsonaro apeló al cinismo: «me solían llamar capitán Motosierra y ahora soy Nerón incendiando el Amazonas». El INPE había explicado que el fuerte incremento no responde a «nada raro en el clima de este año ni en los niveles de lluvia en la región amazónica». Por lo que la respuesta es política: Bolsonaro ha eliminado controles e incentivado a los agricultores a seguir deforestando.

En el Amazonas residen unas 34 millones de personas, incluyendo 350 grupos indígenas, a los que están expulsando de sus tierras en beneficio de la explotación minera y agrícola.

Se han detectado incendios especialmente importantes en los últimos 17 días en los estados de Acre, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Rondônia y cerca de la frontera entre Brasil, Bolivia y Paraguay.

El humo provocado por los incendios puede verse cubriendo desde imágenes satelitales un área enorme de 3,2 millones de kilómetros cuadrados.

La zona destruida ya abarcaría unas 500.000 hectáreas. Dada la política gubernamental de encubrir el tema, poco se conoció hasta que los incendios se extendieron a zonas selváticas de Bolivia, Perú y Paraguay. El presidente Evo Morales contrató un avión especial para combatir los focos en su país. En ciudades como San Pablo anocheció a las 3 de la tarde, debido a las nubes de cenizas provenientes del Amazonas.

Bolsonaro, firme aliado internacional del Mossad y del bloque de poder de Trump y Netanyahu, dispuso desde el comienzo de su gobierno la fusión del ministerio de Medioambiente con el de Agricultura, subsumiendo al primero en el segundo, y nombrando como titular al abogado Ricardo Salles, acusado de defender los intereses de las empresas deforestadoras.

El analista Alfredo Jalife Rahme se preguntaba en un artículo publicado por Kontrainfo en enero de este año: «¿Bolsonaro y Netanyahu podrían privatizar el Río Amazonas en beneficio de la israelí Mekorot?«

El Amazonas no solo es el «pulmón del planeta» (se cree que absorbe unos mil millones de toneladas de dióxido de carbono), también es el principal acuífero de agua potable de América del Sur y del mundo (sería 3,5 veces más grande que el acuífero guaraní).

La irresponsabilidad de Bolsonaro, pone en riesgo además de la integridad de esta área estratégica del mundo, también la soberanía de los países sudamericanos y del propio Brasil, donde ha recortado un 44% del presupuesto a sus FFAA, ya que le da la excusa perfecta a los poderes mundiales para avanzar con sus proyectos de internacionalizar el Amazonas y apropiarse así de sus recursos.

Lo que hoy puede parecer disparatado, mañana puede no serlo y de hecho viene siendo planteando desde think tanks y publicado hace pocos días por Foreign Policy, fundado por el intelectual norteamericano Samuel Huntington, propiedad durante décadas del influyente Carnegie Endowment for International Peace y actualmente del Washington Post.

En Foreign Policy, Stephen Walt se pregunta: «Who will invade Brazil to sabe the Amazon?», recuerda que las Naciones Unidas consideran la degradación ambiental como una «amenaza a la paz internacional y la seguridad» y cita a los investigadores Gilley y Kinsella, quienes sostuvieron que «es al menos legalmente factible que el Consejo de Seguridad pueda invocar su autoridad bajo el Artículo 42 y usar la fuerza militar contra los estados que considera amenazas a la paz y la seguridad internacionales en virtud de su falta de voluntad o incapacidad para frenar las actividades destructivas que emanan de sus territorios».

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