Irina y el Reloj presentó su nuevo viaje transformado en disco, “Mente camalote”
La cantautora Irina Cagnin publicó este año junto a su banda su nuevo álbum, editado por Discos del Saladillo, en donde indaga en creaciones de distintas épocas de su vida y logra reflejar artísticamente los sonidos de cada etapa y lugar: “Es un disco que suena a zona sur”.
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- Abr 13, 2020
Por Santiago A. Fraga
“Mente camalote” es la nueva creación discográfica de Irina y el Reloj, el proyecto musical de la cantautora Irina Cagnin, en donde una vez más apela a sí misma, a reinterpretarse, a sus vivencias, a esa búsqueda en viejas creaciones y a los ambientes que la rodearon para lograr un disco con personalidad.
“Irina” es Cagnin, y “el Reloj” que la acompaña es ese mismo con el que juega y viaja a través del tiempo, de las épocas, encontrándose con su etapa de adolescente rockera y haciéndola abrazar a ella con aquella joven más grande que viajando comenzó a conectarse con el folclore.
Así, “Mente camalote” se puede interpretar como un repaso por esas distintas etapas de su creadora, algo que se ve reflejado en el comienzo potente, casi punk rock, con canciones como “Demasiado acelerada” o “Tres secretos”, y en cómo los ambientes se van transformando luego para temas como “Cascadas” o “Línea”, sin nunca perder la misma esencia y el mismo sonido, algo en lo que tuvo influencia el “traductor sonoro” de este álbum, Ramón Merlo.
“Son nueve canciones que van desde composiciones que tienen ya más o menos 15 años – como -“Demasiado acelerada”, que es el primer corte del disco y es la primera canción que yo compuse, cuando tenía 16 años-, a composiciones que tienen 7 años, a otras que tienen 5 años -como Tres secretos o Sapo de otro pozo-”, contó Irina en diálogo con Conclusión.
Para ella “es un disco muy esperado” ya que “llevaba mucho tiempo ya” guardado. Es que, originalmente, el concepto del mismo fue creado en 2015, cuando quedó preseleccionada para Espacio Santafesino en la categoría de serie fonográfica. En ese momento, la propuesta consistía en tres discos, de los cuales uno “iba a tener una impronta sonora que tenía que ver con lo barrial, con la zona sur, con las bandas que escuchaba de muy adolescente” y otro de ellos iba a apuntar a lo que le pasó a ella cuando comenzó a viajar: “cómo entendí mejor el folclore y me empecé a conectar con ese género que prejuzgaba mucho, ya que a mí me gustaba el rock y el folclore lo tomaba como algo aburrido”. El tercer disco de aquellos discos “iba a hablar un poco de un fractal infinito entre lo que es pensar el prado, el campo, la naturaleza, y la urbe, la ciudad, el asfalto”, hablar “de ese complemento” y “de algo superador cuando uno junta esas dos cosas”.
Finalmente, terminó sin obtener el subsidio y el proyecto conceptual se vio trunco. Imediatamente, seleccionó siete canciones de aquel recorrido que terminaron formando parte del disco “Un presente de alusiones” (2017), donde ella buscó reflejar “ese sonido a naturaleza, a viento”.
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En este caso, “Mente camalote es un disco que suena a zona sur, que suena zanja”, según interpreta ella y según asegura además su colega Ramón Merlo.
“Merlo que es un íntimo amigo mío, es un amigo con quien intercambiamos música, pareceres, impresiones de la vida desde hace muchísimo, y él fue quien me acompañó en este proceso de grabación de Mente camalote. Él dice que esto es una coproducción y que él es mi traductor sonoro, porque al fin y al cabo hicimos las cosas tal cual lo que yo tenía en la cabeza”, sostuvo Cagnin a la hora de hablar de quien estuvo encargado de la grabación, el editado y la masterización en el estudio El Color de la Mente.
En ese camino, además, durante la producción padecieron lo que fue la crisis económica del país, agravada severamente en los últimos años: “Yo estoy muy feliz porque realmente no fue sencillo grabar. Estuvimos más o menos un año y medio grabando, con las dificultades de lo que fue la crisis de los últimos cuatro años, habiéndose vuelto tan cruel, tan vigorosa y tan descarnada. Terminó siendo un disco compuesto hace bastante, son canciones que estaban compuestas en otros momentos, y que se traducen y hoy emergen y salen a luz en medio de una crisis”.
“Para mí es cerrar un ciclo. Estoy muy feliz porque el disco es tal cual lo que yo pensaba, tal cual lo que yo me imaginé, y no es sencillo lograr que lo que está en tu cabeza alguien lo entienda, lo decodifique y te entienda tanto como para llegar al sonido que una estaba buscando. Así que yo estoy eternamente agradecida con Ramón, siempre, y eternamente agradecida con todos los músicos que participaron del disco, que son amigas y amigos, que son personas muy importantes en mi vida, y que yo considero que les agradezco muchísimo el haberse tomado el tiempo para interpretar estas canciones, sentirlas y pasarlas por sus sentimientos sentidos y darle vida al sonido de esta Mente camalote”, concluyó Irina Cagnin, quien además de aportar su cabeza, sus letras y su voz al disco también tocó la guitarra y la trompeta.
Estos otros músicos y artistas a los que refiere son Cintia Venier (batería), Marcos Ruíz Hidalgo (batería), Juan Lemos (bajo eléctrico), Claudio Lo Giudice (guitarra eléctrica), Mauro Sánchez, Ciro de Oña y Marcelo G. Ocampo. Además, el arte y el diseño de tapa estuvo a cargo de Luciana Carunchio y la mezcla y producción en conjunto entre Irina Cagnin y Ramón Merlo.
El álbum, publicado por Discos del Saladillo el 17 de enero de este 2020, está disponible para ser escuchado en plataformas digitales como Spotify y Youtube.