Un día el enemigo fracasó
El médico y ex funcionario Jorge Rachid plantea con presicion de como un virus dio por tierra con los íconos de un sistema que estalla por los aires, cuando hace apenas unos meses era el paradigma civilizatorio de la humanidad.
- Conclusión en Buenos Aires
- May 9, 2020
Jorge Rachid
Así como a nivel mundial, las estructuras del poder parecían incólumes y mostraron su fragilidad ante la aparición de una molécula, llamada coronavirus, que no sólo desnudó esa situación, sino que derrumbó imperios empresariales, construcciones políticas, Bolsas de Valores, haciendo abandonar ocupaciones militares de terceros países, extorsiones financieras, manejo de operaciones políticas, debilitando bloqueos genocidas, en nuestro país, sus cómplices, quedaron desnudos.
No es menor el dato después de años de cultura dominante asentada en medios masivos hegemónicos, que dejaron de ser de comunicación para convertirse en el tiempo en verdaderos factores de poder real. Fueron dominantes durante toda la democracia en lo cultural, permitieron el ascenso al poder de sus propios gerentes, concentraron riquezas pero esencialmente poder, con capacidad de fuego y destrucción, que derrumbó la pirámide social de la solidaridad, imponiendo el lucro del Dios Mercado, por encima de cualquier otra consideración humanística, instalando el individualismo egoísta y meritocrático que domina al mundo.
Los “ellos” tienen nombre y apellido, cuestión que jamás menciono en mis artículos, pero dado el nivel de guerra al gobierno que han declarado, conviene tenerlos presentes, ya que en esta ocasión han embestido contra la vida, al declarar la ruptura del único medicamento conocido para la Pandemia, que es la Cuarentena, o sea están poniendo en riesgo la salud de todos los argentinos. Eso para mí y perdonen la primera persona del singular, es inadmisible y criminal, por lo cual en ésta ocasión los nombraré: los Magnetto, los Roca, los Saguier, los Macri, los Burllrrich, los Picheto, los Negri, los Prat Gay, los Pinedo, los Ratazzi, los Feiman, los Majul, los Leuco, los Viale, los Lanata, los Longobardi, los Cachanosky, los Boggiano, los Milei, los Lijo, los Ercolini, los Stornelli y cientos de personajes más que son minoría política, pero dominantes en los medios hegemónicos.
Pero de los pueblos latinoamericanos, arrasados por la oleada neoliberal, el pueblo argentino que conserva una identidad guardada, perenne, caprichosa y pertinaz, que florece en los momentos de crisis, cuando el enemigo traspasa ciertos límites, que agotan la paciencia y “hacen tronar el escarmiento” al decir de Perón, recuperó la memoria. Es así como la construcción del poder neoliberal sobre el Estado, que los llevó, a los “ellos”, al gobierno por el voto de un pueblo, bombardeado de noticias falsas, jueces cómplices, golpes de mercado financiero, que deterioraron al gobierno peronista, con agravios nunca enarbolados desde la época de Evita, sobre la figura de la Presidenta Cristina Fernández. Esa derecha fue vencida ahora, en primera vuelta electoral, en el primer round, de un golpe certero al corazón neoliberal, único caso de un gobierno que no reelige y sufre una derrota absoluta.
Pero como son el poder real no se rinden, defienden sus posiciones y pretenden conservar sus privilegios, aún en tiempos de batallas comunes contra un enemigo invisible, de la cual participa todo el pueblo. Les fue bien con la maniobra, operación política o llámela como quiera del tema de los presos, que por ser de una sensibilidad especial en el seno de la comunidad, resultó bien manejada en contra del Gobierno, aunque éste no tuviese ni arte ni parte en la liberación de presos, creyeron que era la hora de avanzar. Se equivocaron.
El pueblo argentino puede tener con el peronismo actitudes ambivalentes que los hacen a veces, proceder contra sus mismos intereses por el sólo hecho del odio inculcado, pero no es necio a la hora de las grandes definiciones, como lo demostró en octubre al vencer un gobierno que sólo provocó dolor social, muerte y pérdida de soberanía nacional.
Por esa razón le dio la espalda a la propuesta de aquellos que quieren perforar la Cuarentena a cualquier costa, esgrimiendo razones que van desde combatir al comunismo, ultramontanas si las hay, hasta defender supuestas libertades individuales de morir de los otros, por supuesto. Un llamado que tenía por objetivo deteriorar una fórmula presidencial, que se erigió sobre la mediocridad de la política habitual, con la firmeza de un liderazgo contundente que hacen admiración y envidia en el mundo, por el manejo de la crisis pandémica.
Entonces chocaron contra el muro de la realidad de un pueblo, que no sólo aceptó la Cuarentena, sino que otorgó al gobierno el manejo de los tiempos necesarios para conducir la misma, como siempre hace el movimiento nacional, al menor costo social, político y económico posible, en una guerra que nos vino, cuando estábamos reparando la crisis social y económica herencia de un gobierno cipayo, claudicante, colonizado y sumiso, al servicio de intereses propios e internacionales.