LUNES, 25 DE NOV

La vigencia histórica del racismo estructural

La necesidad de complejizar el debate sobre los crímenes de odio y la creciente aporofobia que atraviesan la médula del país, nos invita a repensar cuál es el origen de los mismos. Afrodescendientes y referentes de pueblos indígenas toman la palabra en una imprescindible charla con Conclusión.

Por Alejandro Maidana

Dime con qué pluma has escrito la historia, y te diré si el racismo ha sido quién ha empuñado la misma. En Argentina el racismo ha sido el ADN de nuestros períodos más oscuros y, a pesar de los esfuerzos realizados por muchas personas a lo largo de distintas generaciones, el mismo se ha mantenido firme en nuestras instituciones.

Los efectos del racismo están presentes en todos lados, en los obscenos contrastes urbanísticos que moldean opulentas torres con inmejorable vista, y las villas miserias que hoy se intentan romantizar con el término de <barrios populares>, quizás para no hacernos cargo del abandono sistemático a la que vienen siendo víctima los eternos aletargados.

El racismo estructural es más que palpable, las disparidades raciales son evidentes, y es allí donde el capitalismo ha forjado y consolidado su desprejuiciado derrotero. Pero cabe destacar, que el racismo también se manifiesta en otras formas, solapado, naturalizado, legitimado, es allí donde los medios hegemónicos siguen construyendo modelos ciudadanos en escala, atentando contra las subjetividades, dándole vida a un prototipo que lejos estará de interpelar al poder real.

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La estructura racial se define como la normalización y legitimación de políticas públicas, prácticas cotidianas y actividades diarias que se acumulan y producen resultados adversos de forma crónica para un grupo específico de una población debido a su color, origen, cultura, vestimenta u otras características.

La palabra estructural, se aplica principalmente porque se convirtió en instrumento para el establecimiento o la ausencia de sistemas de justicia, educación y salud que benefician o excluyen a un grupo de la sociedad en detrimento de otro. En nuestro país, la justicia racista y colonial, rara vez ha intentado equilibrar la balanza en casos de similares características, por ello, no es antojadizo que las cárceles estén repletas de pobres, y no así de empresarios estafadores, y de políticos y jueces corruptos.

El Estado moderno constituye una forma de entender las relaciones entre Estado y sociedad, y construye todo un modo político de accionar, una normativa, instituciones que se fundan en el mismo momento que se realiza el genocidio. Y no lo relacionamos sólo porque es contemporáneo al genocidio, sino porque esa estructura de Estado requirió que no hubiera más diversidad interna en el Estado. Se anulan los tratados con los indígenas, el Estado se garantizó que no iban a interferir en la constitución de ese Estado. Es lo que se llama genocidio constituyente, son genocidios que dan origen a un Estado”, sostiene Diana Lenton, integrante de la Red de Investigaciones en Genocidio y doctora en Antropología.

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Un buen punto para complejizar un debate con diferentes aristas pero con un mismo final, es analizar el origen y las vertientes del execrable odio racial. Con la necesidad de visibilizar distintas voces que en carne propia viven y padecen el racismo más deshumanizante, Conclusión dialogó con integrantes de distintas etnias.

Jessica Gardner, es música, estudiante de Psicología de la UNR y militante antirracista, forma parte de la agrupación Afro Mujeres y Disidencias Rosario, consultada por este diario, brindó su clara posición sobre la temática. “En las últimas semanas se ha puesto en evidencia como es negada la existencia del racismo en nuestro país, y el desconocimiento que gran parte de la población tiene sobre él. Muchos medios tratándolo como algo exclusivamente extranjero, que en nuestras latitudes no padecemos, y es aquí donde las voces de los afrodescendientes, los pueblo originarios, las disidencias, los villeros e inmigrantes, deben escucharse aún más”.

Cada comunidad tiene un recorrido de lucha que debe ser reconocido, pero por sobre todo, escuchado. “Cuando hablamos de colonización, de racismo en Argentina, no hablamos sobre algo que sucedió en siglos anteriores, sino de una estructura que sigue determinando negativamente, la vida de los cuerpos racializados de los marrones. Sigue produciendo efectos nefastos que mutan con el correr del tiempo, pero no se extinguen. A estos efectos hay que poder leerlos, el racismo es una máquina que no ha dejado de escribir nunca, la atención que se le dio al deshumanizante caso de George Floyd en nuestro país no es casual. Que haya sido filmado habilitó su difusión masiva, pero también cabría preguntarse hasta dónde sigue imperializado el pensamiento en Argentina, la conmoción y el reconocimiento del racismo es con Estados Unidos, pero por qué los de acá no son reconocidos como crímenes de odio, como crímenes raciales”.

Todo Estado se fundó sobre los cimientos de un genocidio, negado, ocultado y tergiversado en la mayoría de los casos. “Lo que pasó con Rafael Nahuel en el sur, lo sucedido con Luis Espinoza en Tucumán, las balas que recibió Facundo Ferreyra en la misma provincia. No nos cansaremos de repetir que el modo en que se construyó este Estado Nación, le da orígenes históricos a este tipo de actitudes”.

Con respecto a la imperialización del pensamiento en Argentina, Jessica Gardner dijo “días atrás leí un artículo de como la pluma de Estanislao Zeballos estuvo al servicio del genocidio contra los pueblos originarios. En la conquista de las 15 mil leguas Zeballos usa palabras de aliento para con Julio Argentino Roca, ya que este estaba decidiendo si avanzar o no con la <mal llamada> campaña al desierto, Zeballos utiliza palabras similares a las que tanto aliento les dio al ejército norteamericano en la conquista de las comarcas salvajes. Entendemos que el racismo tiene numerosas causas, pero aquí en Argentina en cómo se ha transmitido la historia, y que voces se han amplificado, juegan un papel preponderante”.

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Una reparación histórica que se demora, un reconocimiento que sigue aletargado y ocupando un lugar incómodo en los márgenes de una historia escrita con la sangre de las y los oprimidos. “Por ello es que una de nuestras demandas tiene que ver con la reparación histórica, como vamos a poder avanzar hacia una conciencia antirracista, si nos cuentan que nuestros próceres fueron funcionales a la instalación del racismo. Cómo podemos avanzar si no nos cuentan que muchos de nuestros próceres también eran afrodescendientes, si no nos cuentan que la madre de la patria es una mujer negra,  si no nos cuentan que para nuestros próceres era sinónimo de futuro el borrar a los negros de nuestra historia. Desde la negación de nuestra existencia, desde la extranjerización de nuestros cuerpos, no se pueden construir políticas públicas, es ese el primer paso a interpretar para poder comprender nuestra lucha. Desde la negación de nuestra existencia, no se puede combatir el andamiaje del racismo”.

Éste opera en distintas esferas sociales, está ahí definiendo programas de estudio para visibilizar lo que le conviene, en tanto es una pata concreta del capitalismo. “No olvidemos que sin la mano de obra esclavizada de los africanos y los pueblos originarios, no se hubiese podido generar el excedente de mercancías que este último necesitó para nacer. El camino de construcción antirracista no parecería terminar, la complejidad del tema obliga a repensarlo y a construir en comunidad. Entendemos el racismo como algo estructural, abarca desde la discriminación y burla hacia los cuerpos racializados, la tortura y el aniquilamiento de estos cuerpos, hasta la configuración del orden jurídico, cultural, económico y educativo”, concluyó.

Nilo Nayuqueo  pertenece al Pueblo Nación Mapuche, de la tribu de Coliqueo y miembro de la comunidad La Azotea, reside en Los Toldos (Buenos Aires) y forma parte del Parlamento de Pueblos Originarios de Argentina. Con respecto a la convocatoria para profundizar sobre lo enquistado que se encuentra el racismo en la médula del país, indicó:  “El Convenio de la Organización de Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, fue firmado y ratificado por el Estado argentino. Esto implica que, como Estado Miembro, se ha comprometido a garantizar su cumplimiento. Sin embargo, muy pocos de estos preceptos se cumplen. A raíz del asesinato del hermano afro estadounidense George Floyd, los medios de comunicación en Argentina publicaron extensamente este hecho, resaltando con comentarios diversos el racismo existente en ese país del norte. Sin embargo, muy poco se habla del racismo en Argentina y sus múltiples manifestaciones. Racismo abierto, violento y ofensivo, como el de estos días, y otras veces solapado, pero siempre presente”.

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El rol de los medios de comunicación en el ojo de la tormenta, ocultamiento y deformación de una realidad tan concreta como deleznable. “Medios gráficos como La Nación y Clarín, históricos referentes del conservadurismo y representantes de intereses de las elites locales y trasnacionales, con marcada tendencia a sostener las políticas económicas de los diferentes gobiernos de los Estados Unidos, expresan abiertamente su racismo, calificando de “terrorismo” el reclamo, por ejemplo, del pueblo mapuche. Los medios de la tendencia más progresista, como Página 12 y Tiempo Argentino y más afines al gobierno actual, en muchas oportunidades, ocultan las nocivas consecuencias del avance de los diversos extractivismos, que ha adoptado la Argentina como política de estado, cuyos resultados se reflejan en auténticos etnocidios y ecocidios”.

Es insoslayable la injerencia en la opinión pública de los medios de comunicación, por ello la necesidad de buscar alternativas para poder informar el tormento cotidiano de los pueblos originarios es de una imperiosa necesidad.  “Corporaciones que incluyen prensa escrita, virtual, canales de televisión por cable, programas y periodistas formadores de opinión. En todos los casos, representan intereses y contribuyen a mantener el statu quo reforzando la eficacia del estado racista. Salvo medios alternativos, organizaciones, activistas e individuos conscientes, quienes sí cuestionan álgidamente esas actitudes, la voz de los pueblos indígenas es completamente ignorada”.

Argentina cuenta con una población de 44 millones de habitantes, de los cuales más de dos millones pertenece a los más de 30 pueblos originarios que habitan este país. “Del total de habitantes, alrededor de un tercio es de piel oscura. Sin embargo, ese tercio no está representado en ninguna de las esferas del gobierno en todo el país, ya que los funcionarios gubernamentales como la mayoría de los empleados, son de ascendencia europea. Se habla con naturalidad de la “idiosincrasia del ser argentino”, o se escucha con frecuencia que “en Argentina no hay racismo como en Estados Unidos”. Frases con contenido racista circulan cotidianamente: “Indios de mierda”; “los indios son vagos”, “te comportas como un indio salvaje”. No solo han sido naturalizadas por la mayoría de las personas, en muchas ocasiones, son utilizadas por funcionarios de alto rango”.

En la época del presidente Perón, a partir de 1945 se promovieron las primeras migraciones internas a Buenos Aires, éstas tenían como objetivo proveer mano de obra al modelo de exportación de materias primas a Europa. Indígenas, mestizos y campesinos conformaron gran parte de los cordones urbanos industriales. “A partir de entonces, y por el color de nuestra piel, los descendientes de europeos de Buenos Aires denominaron al programa “Aluvión Zoológico” y “Cabecitas negras” a toda le gente de piel oscura que vino a trabajar. Todo lo negativo y macabro es negro. Negro como peyorativo, negro como descalificación, jamás como valor. “Esos negros de mierda”, “Tuve un día negro”, “hubo una mano negra”, “un destino negro”, “dinero negro”. Incluso un tango que cantaba el famoso Edmundo Rivero en su letra decía: “A eso de la medianoche, cosas de negros hicieron; la negra durmió en la cama y el negro durmió en el suelo”.

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La negación y el ocultamiento siguen siendo las herramientas utilizadas por el estado para seguir avanzando sobre aquellas culturas preexistentes. “De manera discriminatoria se niega constantemente la existencia de otras culturas en el país. Por primera vez en el año 1977, los indígenas de Abya Yala (América) participamos de la Conferencia sobre los Pueblos Indígenas en las Naciones Unidas realizada en Ginebra. Los periodistas europeos se extrañaban con nuestra presencia, pues hasta ese momento, los funcionarios argentinos que viajaban a Europa negaban la existencia de Pueblos Originarios”.

En los años 90 , sobre la bases implantadas por la última dictadura militar, el presidente Carlos Saúl Menen adopta el modelo neoliberal, cuyo eje será el extractivismo depredador y contaminante, que se vería profundizado luego de la crisis de 2001. “Durante los tres períodos de gobierno kirchnerista, (2003-2015) se aprueban la mayor cantidad de semillas transgénicas. Millones de hectáreas se desmontan para extender la frontera agrícola. El modelo de producción con venenos expulsa cientos de comunidades indígenas y campesinas. Hoy día se derraman más de 400 millones de litros de agrotóxicos por año. Habitantes ancestrales de la ruralidad, de bosques y montes, pasaron a engrosar los asentamientos de los grandes centros urbanos, viviendo en paupérrimas condiciones de hacinamiento en villas miserias. Estas políticas fueron profundizadas por el posterior gobierno neoliberal de derecha de Mauricio Macri, y con ello, las problemáticas socio ambientales. En 2019, el neoliberalismo progresista gana las elecciones presidenciales. El gobierno que encabeza Alberto Fernández continúa con el patrón productivo extractivista como política de estado”.

Nilo Nayuqueo no quiso pasar por alto la función del INADI, un instituto que parece existir solo en lo discursivo. “El Instituto Nacional Contra la Discriminación, Xenofobia y el Racismo, INADI se creó en 1995. Supuestamente debería ser independiente, sin embargo al presidente o interventor lo designa el gobierno de turno, por lo tanto ante manifestaciones de racismo que se cometen de parte del partido gobernante, el INADI guarda silencio. En las provincias de Formosa, Chaco, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán, se concentra la mayor parte de los pueblos originarios. Estas provincias se caracterizan por tener en común modos feudales de gobiernos, cuyas elites concentran el poder político y el poder económico, con plena injerencia en la justicia local. Las fuerzas de seguridad reciben en su adiestramiento la lógica del “enemigo interno”; concibiendo como tal a indígenas y campesinos empobrecidos que se manifiestan en reclamo de sus derechos. En estas provincias, la precariedad económica y el racismo manifiesto agravan la situación de tantos hermanos y hermanas”.

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Para finalizar su exposición el integrante de la tribu de Coliqueo y miembro de la comunidad La Azotea sostuvo que “muchos de los referentes indígenas creemos que el genocidio continúa en contra de los pueblos originarios y es un plan premeditado por los distintos gobiernos para hacernos desaparecer. Sin embargo, a pesar de todas estas manifestaciones de un racismo descarnado, no todo es pesimismo para el futuro, los pueblos originarios y gran parte de la sociedad, jóvenes de movimientos sociales, partidos progresistas, campesinos, académicos, obreros, partidos de izquierda, grupos ambientalistas, el movimiento de mujeres, están tomando conciencia contra el racismo, la contaminación del llamado medio ambiente, las injusticias del acaparamiento de riquezas, el machismo y están dispuesto a decir basta a tanta injusticia”.

Ariel Fabián es uno de los referentes de la Guardia Comunitaria Washek Wichi del Impenetrable chaqueño, una organización que persigue como fin último, poder lograr el control de un territorio atravesado por distintas problemáticas. “Al racismo nosotros lo padecemos, lo convivimos, es un punto muy clave para nosotros. Si bien los tiempos han avanzado y el supuesto progreso se ha consolidado, el odio racial hacia nosotros los indígenas sigue más vigente que nunca. Es necesario hacer saber que el racismo acá en el Chaco es notable, aquellos que provenimos de las etnias Wichi, Qom o Mocoví lo sufrimos como un estigma en la carne”, le dijo a Conclusión.

La comunidad debe soportar furibundas campañas mediáticas que persiguen descalificar un camino emancipatorio que se desarrolló dentro de su territorio. “Nos cuesta mucho poder visibilizar estos sucesos, debería existir una política de no discriminación. Consideramos imprescindible que estos temas estén incluidos en los planes de estudios de los distintos niveles, tiene que haber una salida, pero claro, eso ya depende de los gobiernos y de su decisión. Deben entender que somos seres pensantes, de carne y hueso, con nuestra historia, memoria y ancestralidad, somos humanos y por ende sujetos de derecho”.

El contexto pandémico desnudó una vez más el abandono sanitario a la que están expuestas distintas comunidades indígenas. “Hoy por hoy, por el virus del covid-19 en nuestro territorio no existen los facultativos médicos, los hisopados y menos los respiradores. Por suerte nuestros ancianos nos guían y previenen ante esta situación pandémica, nosotros como Pueblo Wichi nos estamos autoaislando para que este virus no se expanda en nuestro territorio. Es muy angustiante la situación que debemos atravesar, ya que al racismo le agregamos la circulación del covid-19, pero como bien cuentan nuestros ancianos que han tenido que superar otras pestes, ésta será una más”.

Si bien se ha buscado de todas las formas posibles desactivar la organización, ésta sigue de pie consolidando su resistencia, empuñando el estandarte de la dignidad. “Nuestra Guardia Comunitaria continua activa, seguimos insistiendo en la no criminalización y persecución a nuestras hermanas y hermanos. Si bien nosotros tenemos una resolución favorable a nivel municipal, necesitábamos discutir esto en el ámbito provincial, por eso le solicitamos a los referentes políticos la necesidad de contar con indumentaria y movilidad. Nosotros conocemos nuestro territorio y podemos controlar el mismo, hoy el delito, y más precisamente el narcotráfico atraviesa nuestras tierras sin ser desbaratados por gendarmería. Se debe tener en cuenta que son 150.000 hectáreas y el control del estado hace agua, por ello aquellos que somos los dueños de estas tierras debemos ser los encargados de controlar que nada suceda”.

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Una negociación que parece haberse encaminado, un horizonte que busca clarificarse para una Guardia Comunitaria que tiene muy en claro su posición y destino. “La producción dentro del territorio wichi debe ser una decisión nuestra, por eso le dijimos al juez que interceda ante el estado para garantizar que seamos nosotros quienes cuidemos nuestra tierra a través de un decreto. También en esa negociación solicitamos la reactivación de lo productivo, nuestras huertas, el acceso a la justicia y al acueducto. Como contra devolución lo que nos solicita la justicia federal y el gobierno, es que no usemos armas y entreguemos los uniformes. Se llegó a ese acuerdo y lo que estamos aguardando para estos días, es el decreto, mientras tanto los hermanos siguen trabajando en ladrillaría y huerta para garantizar la subsistencia”.

Mabel Leiva es docente intercultural bilingüe de la escuela 1333, reside en La Cava, el barrio municipal toba de la zona oeste de Rosario, como mujer Qom, no dudó en detallar los atropellos cotidianos a la que están expuestos como comunidad. “Considero que esta acción de visibilizar e informar es sumamente importante, ya que la sociedad debe estar enterada de lo que padecemos los pueblos originarios a lo largo de nuestra historia. La discriminación y el odio racial se palpa en todas las comunidades a lo largo y ancho del país, en distintas provincias se vive en carne propia la violación sistemática de nuestros derechos”.

Las grandes urbes y sus enormes villas miserias, aquellas que crecieron exponencialmente debido a las incesantes migraciones internas que empujó el modelo productivo actual.  “Aquí en Rosario la situación es muy engorrosa, la última represión sufrida en mayo pasado me encontró como una de las damnificadas. En lo particular pude vivir en carne propia el odio racial, cuando en el mes de mayo sin orden judicial alguna, más de veinte efectivos policiales comenzaron a romper las puertas y a requisar nuestros hogares. A posterior, nos sacaron fuera de la casa, sin la posibilidad de al menos poder tomar nuestros abrigos a sabiendas que el frío reinante era muy importante, fue muy triste contemplar como niños y ancianos tiritaban de frio. Nunca supimos qué buscaban, ya que no nos hablaban, lo que si podemos decir, es que en casa revolvieron absolutamente todo, a la vecina de enfrente le robaron lo que había cobrado de la IFE, que era su único sustento, y a otra, le llevaron electrodomésticos, aún estamos compungidos por lo sucedido”.

Los eternos aletargados, aquellos que siguen siendo rehenes de un estado que de materno no tiene nada para los pueblos indígenas. “Nuestra comunidad es muy sufrida, siempre fue discriminada en salud, educación y trabajo. Sobrevivimos, no vivimos, nos apoyamos mucho en los lideres que llevan adelante distintas luchas que reivindican nuestros derechos, nuestra cultura e historia, en este lugar que aún nos sigue dando la espalda. Agradecemos este tipo de oportunidades que nos brindan para poder contar nuestra resistencia ante un racismo que nunca dejó de avanzar”.

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Soraya Maicoño es actríz y cantora, esta valiente mujer mapuche desde Curra Mapu, profundizó sobre la persecución histórica que sufre su pueblo en manos del Estado argentino. La puja con terratenientes locales y extranjeros como Benetton, empujaron a que la lucha de mujeres y hombres del sur, deba endurecerse. “Podemos decir que nuestro Pueblo Nación Mapuche ha sido conocido a través de los libros de historia y los distintos relatos, desde hace un siglo y a partir del genocidio perpetrado por el Estado argentino que irrumpió en nuestros territorios. El despojo y la humillación fueron las monedas de cambio, las leyes creadas por el huinca fueron moldeadas a medida de grandes terratenientes y políticos”.

Con el Remington antes y sus leyes después, de esta manera ingresaría el estado argentino a <discutir> con los pueblos preexistentes del sur. “Ese racismo, ese odio hacia personas completamente vulnerables con respecto al desequilibrio de fuerzas, a la falta de entendimiento por los límites idiomáticos, a las leyes y religión impuestas, siempre marcaron una línea divisoria entre la supremacía blanca y nuestra posibilidad de sobrevivencia. Realmente gracias a nuestra espiritualidad, al contacto con la tierra, con nuestros peumas (sueños), a la guía de nuestros ancestros y de nuestras autoridades, gracias a todo este conjunto de fuerzas, es que pudimos sobrevivir y sortear todo este tipo de situaciones tan aberrantes hacia nosotros. Lamentablemente hemos padecido situaciones de violencia, de cárcel y asesinatos hace más de 130 años. Gracias a sus propias leyes, el huinca ha podido justificar estos sucesos deleznables para con nuestro pueblo, empujándonos a tener que adaptarnos a las mismas. El racismo luce consolidado gracias a estas leyes, que no solo permiten que se avance contra nuestros derechos, también permite la instalación de negocios que atentan contra la tierra y nuestra cultura”.

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El capitalismo como ariete avasallante y justificador de un despojo que sigue su curso. La concentración de privilegios choca con la deshumanizante desigualdad que atraviesa los días de un territorio desangrado. “El racismo es la médula del Estado argentino, el mimo no tiene algo personal con el pueblo mapuche, pero sí con la dignidad humana y con los argentinos mismos. En realidad es un estado que avanza en las especulaciones económicas, un estado que está siendo manejado desde siempre por empresas y que no se preocupa porque su pueblo pueda tener el derecho al acceso a los alimentos, ya que solo busca humillar y degradar a quienes lo habitan y a la tierra misma”.

Para finalizar su profunda y resiliente charla con Conclusión, Soraya acercó una reflexión final haciendo un llamado al pueblo consciente. “Ante todo lo antes mencionado, debemos seguir empujando a que se revisen estas leyes que avalan el latifundio, el agronegocio, emprendimientos como el minero, hidroeléctrico y petrolero en nombre del progreso, de la economía o decididamente del tan ansiado avance tecnológico. Cabe destacar que por lo menos el 90% de la población quedó por fuera de todo eso, ya que son muy pocos quiénes se llenan los bolsillos a cuesta de la pobreza, el hambre, la desnutrición, la sequía, la tala indiscriminada de bosques, del hacinamiento en asentamientos, de la falta de posibilidades y del acceso a la educación y a la salud. Todo esto es padecido no solo por el Pueblo Mapuche, sino también por muchos argentinos, por ello debemos direccionar nuestra crítica al sistema judicial. Todo lo demás cambiaría, todo sería diferente si este sistema estaría pensado desde un lugar más humano, acorde a las necesidades de cada pueblo preexistente al estado argentino, y ajustado a las necesidades y costumbres de cada territorio. Respetar la idiosincrasia de cada población es la piedra basal, si pretendemos torcer una historia atravesada por el racismo, debemos modificar las leyes que la avalan”.

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