Dos amigos, un crimen vial y una policía acusada de encubrir a su hijo
La historia de Emi y Facu, dos adolescentes casi hermanos, que murieron a manos de uno de sus compañeros de escuela. Y una madre, agente policial, que enfrentó un juicio por ocultar evidencia para intentar que su hijo evada la cárcel. Escuchá un nuevo episodio del podcast “Huellas”.
- Ciudad
- Oct 10, 2020
Por Guido Brunet
Emiliano Cáceres y Facundo Aguirre eran amigos, casi hermanos. Cursaron juntos desde el primer grado de la primaria hasta el último año de la secundaria. Murieron uno al lado del otro en un crimen vial.
El sábado 22 de febrero de 2014 Facu, Emi y otros compañeros de la escuela Jesús de Nazaret, de la zona sur de Rosario, festejaban el fin del cursado, el cierre de un ciclo que los llevaría al comienzo de una nueva etapa con el anhelo de comenzar una carrera. Pero el destino fue otro.
Al finalizar la fiesta en horas de la madrugada el grupo de amigos que había organizado la fiesta permaneció en el salón del Liceo Militar de Funes para limpiar. Luego, con el amanecer, se dispusieron a emprender el regreso a Rosario. Habían alquilado colectivos, pero uno de ellos se rompió, por lo que el grupo se dividió en tres vehículos para retornar a la ciudad.
A pesar de su borrachera, Federico Gómez tomó el volante y condujo el Fiat Uno blanco en el que se trasladaban también Emiliano Cáceres, Facundo Aguirre y dos amigos más, quienes le habían advertido que no se encontraba en condiciones de manejar.
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Llegando a Circunvalación Gómez se adelantó a los otros dos automóviles y en lugar de tomar Uriburu bajó por el puente Guevara. Uno de los autos lo continuó el recorrido previsto, mientras que el otro había quedado en el camino por un incidente en la ruta. Ahí Gómez empieza a adquirir una velocidad mayor, razón por la cual -según los relatos de los sobrevivientes-, los acompañantes le pidieron a Federico que fuera más lento.
Según el relato de Lucas, otro de los pasajeros del Fiat Uno, Federico entró a toda velocidad a la ciudad, se “comió” un badén, atinó a esquivar un camión, lo que provocó que el auto girara. La secuencia finalizó con un choque contra un acoplado estacionado en el cruce de Pellegrini y Provincias Unidas, que terminó con las vidas de Emiliano y Facundo.
Las pericias marcaron que el vehículo corría a 160 kilómetros por hora. El alcohol también se comprobó por la orina de Gómez. La mamá de Facundo, Valeria Stortoz aseguró que amigos de su hijo afirmaron que Gómez, además de borracho, había consumido drogas.
Primer juicio con el nuevo sistema
Un año después Gómez llegó a juicio oral y público y el 22 de abril de 2015 fue condenado por el juez José Luis Suárez a tres años de prisión en suspenso y la inhabilitación para conducir por diez años.
A pesar de los intentos de obtener la absolución por parte de la defensa, que adjudicó el choque a un badén, un vehículo que transitaba “a paso de hombre” por el carril izquierdo y un camión mal estacionado contra el que chocó el Fiat, el joven fue condenado en lo que fue el primer juicio oral y público por un homicidio culposo en un siniestro vial desde la implementación del nuevo Código Procesal Penal en Santa Fe.
Las familias de las víctimas sintieron que la condena no fue suficiente. “Confíabamos en la Justicia, creíamos que si un homicidio vial tenía prisión efectiva iba a corregir a los conductores que sabían que de una u otra manera un homicidio culposo era excarcelable”, comentó Fabiana Ferreyra, la madre de Emiliano, en diálogo con Conclusión. “Lamentablemente nos tocó el juez José Luis Suárez, que no se animó a darle una condena efectiva. Porque él reconoce que si el acusado hubiese sido un adulto le hubiese dado prisión efectiva”, agregó.
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“Él negó todo. Nunca hubo una cuota de humanidad de su parte o del entorno para solidarizarse del desastre que hizo en nuestras familias”, recriminó Ferreyra. “Hoy goza de una vida saludable y nosotros hace casi siete años que perdimos a nuestros hijos. La Justicia y la sociedad quedó en deuda con nosotros. Merecía un castigo de la justicia”, reclamó la madre de una de la víctimas.
Madre y policía
No solamente Gómez fue llevado a juicio. Además, dos policías han sido acusados por encubrimiento en la muerte de Emiliano y Facundo. Una resulta ser la madre del asesino y el otro el comisario Fabián Fantín, quienes fueron señalados por el fiscal Aníbal Vescovo y la querella por falsificar documentación, llevarse pruebas y adulterar análisis de orina y sangre de los test de alcoholemia del conductor, evidencias clave para determinar si Gómez incurrió en conducción peligrosa, una de las figuras recientemente incluidas como agravante en el delito de homicidio culposo.
Las madres denunciaron que faltaba una mochila que su hijo había llevado a la fiesta, así como el celular de Facundo. Días después, una amiga de los adolescentes fue a buscar el bolso a la casa de Gómez y se enteró que su madre también tenía el celular de Facundo y una zapatilla. Las dos pruebas luego fueron entregadas a Stortoz por el comisario Fantín.
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Fantín fue absuelto de los delitos de omisión de actos de oficio y violación de medios de prueba. Sonia Liana Gómez fue condenada a un año y cuatro meses de prisión en un fallo de primera instancia de los jueces Patricia Ballota, Gustavo Pérez de Urrechu e Ismael Manfrín por haber accedido a la zona del siniestro sin la debida autorización, haberse apoderado del automóvil siniestrado, dos botellas de cerveza que se encontraban en el interior del mismo y la mochila de Emiliano Cáceres. Aunque luego, en segunda instancia, sería absuelta por el beneficio de la duda, pero pasada a disponibilidad.
Para Fabiana, esto fue “otro cachetazo más”. Aunque destacó que desde el Ministerio de Seguridad le impusieron un castigo monetario y administrativo a Sonia Gómez.
“Desde el primer momento sospechamos que había encubrimiento, que había cosas raras en el procedimiento», aseguró Fabiana Ferreyra, quien reprodujo comentarios de testigos, quienes aseguraron que inmediatamente después del choque, la mujer «se introdujo al auto para retirar las botellas para que su hijo no tuviera problemas”.
Ferreyra también indicó que “se perdieron muestras de sangre». «La familia de la madre son policías, trabajaban en Medicina Legal, donde fue a parar la muestra de sangre, que no se pudo analizar porque la muestra fue insuficiente”, denunció la madre de Emiliano.
Alcohol Cero
Luego de la tragedia, las madres comenzaron a trabajar junto con la ONG Compromiso Vial por la prohibición total del alcohol en conductores, así como en protocolos de actuación en siniestros viales para que los diferentes actores, tanto Policía, PDI o Sies, entre otros, puedan conocer mejor los pasos a seguir a la hora de abordar un hecho de este tipo con víctimas fatales.
La normativa de Alcohol Cero ya se encuentra vigente en la ciudad de Santa Fe, por lo que se comenzó a trabajar junto a concejales para que se implemente en Rosario. Sin embargo, hasta el momento el proyecto no prosperó.
Ferreyra indicó que el proyecto “está totalmente frenado en la provincia. Ojalá sea aprobado pronto porque hay más muertos por siniestros viales que por homicidio”, remarcó la madre.
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Fabiana, a su vez, realizó un pedido de responsabilidad hacia la sociedad: “Les solicito a los padres que sean concientes a la hora de darle el auto a un chico, que recalquen sobre el peligro de consumir drogas o alcohol y manejar”.
En tanto, Valeria considera que el caso “marcó un precedente para todo lo que vino después, si bien todavía estamos en esa lucha, ahora se trabaja diferente”.
«Hubo cambios, eso fue algo positivo. Nos pasó que muchas familias nos llamaron para saber cuáles eran los pasos a seguir. Esos cambios hay que mirarlos de cerca para que la gente no se encuentre con la situación que vivimos nosotros, de contaminación de la escena y falta de pruebas y de actas de oficio. Después nos fuimos dando cuenta de todo lo que estaba pasando. Uno confía en los organismos oficiales, piensa que van a hacer las cosas bien, pero a veces no es así», advirtió Stortoz.
Casi hermanos
Emiliano y Facundo eran amigos entrañables. Ambos eran apasionados por el deporte y el fútbol sobre todo. Emiliano jugaba en General Paz y había pasado por Central. Quería ser abogado para lo cual se había anotado en la UCA. Su madre lo describe como “buen, hijo, buen hermano, bromista, alegre”.
Mientras que Facundo jugaba en Central Córdoba, y se encaminaba a comenzar el Profesorado de Educación Física. “Era muy alegre, el alma de la fiesta, también era familiero y un amigo incondicional”, dice su madre.
Con respecto a Federico Gómez, Fabiana dijo que “era compañero, no amigo” y que una vez estuvo en su casa.
Mientras que Valeria, a Liana la conocía “de vista”, sabía que era una mamá de un compañero de Facundo de la primaria, la vio en alguna que otra reunión de padres, y hasta llegó a intercambiar palabras cuando, después del cumpleaños 18 de Facundo, Federico se olvidó algo en su casa y fue Liana quien lo fue a buscar.
Recuerdo en Pellegrini
Llegando a la esquina de Pellegrini y Provincias Unidas, una placa recuerda el trágico siniestro. Representa un llamado de atención con el fin de que quien pase por ese lugar tenga conocimiento que algo ocurrió allí. Para Valeria busca “concientizar a la gente, sobre todo a los adolescentes, que son los adultos del futuro, de la responsabilidad que deben tener y del respeto a la vida propia y la ajena”.
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“Ellos fueron víctimas de la irresponsabilidad de otro. Detrás de todas estas tragedias se rompen muchas cosas. No solo perdimos a Facundo, sino que nosotros nos perdimos un poco, nos tuvimos que rearmar. Jamás vamos a ser los mismos. No quedan otras opciones que continuar con esta mochila que una tiene que sobrellevar. Somos sobrevivientes del dolor, como se puede. Nosotros tenemos otros hijos, pero hay gente que perdió su único hijo a manos de irresponsables al volante”, cerró la madre de Facundo.
Facundo y Emiliano eran como hermanos. Vivieron y murieron uno al lado del otro. Hoy, en el lugar de la tragedia, entre una frase adjudicada a Bob Marley, uno de los músicos preferidos tanto de Emiliano como de Facundo, y el símbolo maya de la amistad, se destaca el mensaje: “El alcohol al volante mata”.