El Programa Andrés Rosario y su necesario trabajo en pandemia
Este equipo interdisciplinario que contó con el acompañamiento del Estado, pudo sostener a lo largo de la pandemia sus actividades y propuestas en torno a problemáticas de consumos, salud mental y vulnerabilidad social. Repensarse y elaborar nuevas estrategias ante la abrupta irrupción del Coronavirus. Conclusión dialogó con sus integrantes con el fin de conocer como están trabajando.
- Info general
- Dic 5, 2020
Por Gisela Gentile
Programa Andres Rosario es una asociación civil sin fines de lucro que funciona en la ciudad desde hace más de 25 años abordando problemáticas de consumos, salud mental y vulnerabilidad social. Hoy cuenta con múltiples propuestas terapéuticas y tres alojamiento que pueden llevarse adelante gracias al sostenimiento y co-gestión con el Estado, en especial el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia (Dirección de Niñez, APRECOD, Santa Fe Más), Dirección de Salud Mental, de la Secretaria de Salud de la Municipalidad de Rosario y Sedronar.
El contexto de pandemia hizo que se vean en la obligación de repensar sus prácticas y llevar adelante grandes esfuerzos por adecuarlas a los protocolos vigentes. “Viendo que la demanda hacia nosotros aumentaba sistemáticamente, ya que los efectores estatales necesitaron abocar sus recursos priorizando la atención de los casos de COVID, nunca dejamos de funcionar, ni de atender a cada una de las personas que estaban realizando tratamiento, familiares y referentes sociafectivos (con un dispositivo específico de suma importancia), utilizando los medios necesarios para cumplir con los protocolos vigentes. Se instaló incluso una guardia telefónica de 24hs”, sostuvieron desde el equipo interdisciplinario de asistencia de Programa Andrés Rosario.
Todos los procesos de atención se vieron transformados y la salud mental se vio relegada, “haciendo una lectura crítica luego de ocho meses de pandemia, pudimos observar que el sistema de salud se centró en torno al Covid, haciendo que el proceso de atención y el de todos sus trabajadores en torno a la salud mental y consumo problemáticos, hayan quedado por fuera del modo de asistencia sanitaria”.
Según se fueron aplicando las diferentes modalidades de circulación y encuentro, desde programa Andrés Rosario se fueron articulando diversas acciones. “La primera semana de mayo desde el gobierno provincial se habilitó entre otras tantas actividades, la de los profesionales de psicología permitiendo la presencialidad. Más adelante, a partir de estas habilitaciones, las organizaciones que trabajamos en el campo de la salud mental, elaboramos una serie de protocolos para poder retomar la mayor cantidad de actividades de los dispositivos de carácter obligatorio”.
Con los dispositivos grupales sin funcionar, como hasta el día de hoy, desde Programa Andrés fueron adecuando sus prácticas y asistencias, siendo una de las pocas instituciones que nunca dejo de atender y tener una presencialidad. En un primer momento centrada en encuentros individuales y a partir de la aprobación de protocolos en el mes de julio se pudo pasar a una grupalidad acotada, pero grupalidad al fin.
Al principio se pudo ensamblar con la virtualidad, y hoy en día, salvo la población de riesgo, casi en su totalidad se lleva a cabo de manera presencial
Uno de los pocos dispositivos que siguió funcionando casi con normalidad es el del acompañamiento terapéutico. “Allí nos ubicamos como trabajadores esenciales y en todos los casos en donde fue necesaria la presencialidad se pudo sostener. Al principio se pudo ensamblar con la virtualidad, y hoy en día, salvo la población de riesgo, casi en su totalidad se lleva a cabo de manera presencial. Resaltando que el mismo es uno de los pocos dispositivos sustitutivo de la lógica manicomial, que aún en el marco de la pandemia siguió funcionando de la misma manera”.
Esto último pone en evidencia la necesidad de que el acompañamiento terapéutico adquiera un reconocimiento y una institucionalidad plena, que es lo que todavía no se ha logrado. “Sostenemos junto a <Volver a la vida> y <Prisma>, entre 60 y 70 dispositivos de acompañamiento que implica acompañar a esas personas y a su red afectiva más cercana, lo que da cuenta de la estrategia de dicho dispositivo”, sostuvieron.
Nos seguimos preguntando de qué modo y desde qué lugar son pensadas estas problemáticas por el sistema de salud
Desde la agrupación señalan una y otra vez la preocupación del lugar que ha tenido en esta crisis sanitaria las problemáticas no covid. Destacando entre ellas la salud mental y el consumo problemático, que han quedado de algún modo en segundo plano y por fuera de la estrategia sanitaria. “Nos seguimos preguntando de qué modo y desde qué lugar son pensadas estas problemáticas por el sistema de salud”.
Los efectores públicos y los privados también estuvieron centrados en el Covid, por lo cual espontáneamente las personas se fueron acercando a las instituciones o de manera telefónica, por lo cual se abrió una nueva forma de vinculación. “Anteriormente se daban las derivaciones desde los equipos de salud y este año no tuvo esa particularidad. Al no estar esos equipos orientando, la demanda en relación al consumo problemático se llevó cabo por sus propios medios ya sea por internet, conocidos o buscando la forma de acceso más temprana. En nuestro caso eran demandas de tratamientos directos y de familiares de usuarios. Teniendo en cuenta esta particularidad, en torno a que los efectores no iban a poder responder, tomábamos de todos modos a los usuarios, viendo en qué podíamos ayudarlos más allá de no tener el sostén por fuera de la institución”.
La demanda espontánea generó cambios, “por lo general son las mujeres (madres o hermanas) las que hacen los pedidos de tratamiento por los usuarios y entonces desde la primera entrevista ya se empieza a ver el lugar de esos referentes. Muchas veces vienen con el pedido, pero desde la perspectiva que trabajamos no puede ser sin el usuario, de allí surge la pregunta de si el usuario tiene ganas de hacer algo con esto que le está pasando. Esto se despeja muchas veces en el proceso de entrevistas, por cual muchas veces nos quedamos trabajando desde ahí con el referente y no con el usuario o potencial usuario”.
Terapias individuales
El Dispositivo de Terapias Individuales conformado por 6 psicólogos, desde el inicio de la pandemia y del ASPO, ha visto incrementada su demanda en gran medida, siendo hoy el dispositivo que atiende a la mitad del total de les usuarios del área de asistencia de la institución. “Al decretarse el aspo, se continuó trabajando con aquellos pacientes que ya venían realizando tratamiento de forma sostenida habilitando medios virtuales de comunicación a través de llamadas telefónicas, videollamadas, e incluso mensajes de texto y de audio, con el fin de garantizar la asistencia y el seguimiento de cada paciente y situación. Bajo esta misma modalidad, se continuó así mismo con las articulaciones y reuniones necesarias con las redes atención de cada paciente que así lo requiriera, como ser con centros de salud, referentes sociales, familiares, etc”.
Muchos pacientes encontraron las formas de sostener las sesiones de manera remota sin mayores complicaciones, otros tuvieron que ingeniárselas para sostenerlas, apelando a lugares insólitos para poder mantener <algo> de intimidad
Esta modalidad, totalmente inusual para los pacientes e incluso para les profesionales, implicó un reacomodamiento del encuadre tradicional. “Muchos pacientes encontraron las formas de sostener las sesiones de manera remota sin mayores complicaciones, otros tuvieron que ingeniárselas para sostenerlas, apelando a lugares insólitos para poder mantener <algo> de intimidad (escaleras de un edificio, autos, terrazas o plazas si es el que el clima lo permitía), pero muchos otros se limitaron a sostener algún que otro mensaje de texto hasta tanto se pudiesen retomar las sesiones presenciales”.
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A partir de la habilitación de los psicólogos para volver a trabajar en la presencialidad, se fueron evaluando las necesidades de cada situación y de esta forma se retomaron, protocolos de por medio, algunas atenciones presenciales; continuando con la atención virtual en aquellos casos que la misma no fue un obstáculo para su sostenimiento.
Dispositivo Ambulatorio para Adultos
Los ejes de trabajo de este Dispositivo consisten en la participación de grupos terapéuticos que se realizan dos veces por semana. “Ante este nuevo contexto, se hace imprescindible no descuidarse y repensar modos de trabajo con los grupos de manera virtual, sin restar importancia a que está ha sido una iniciativa que surge desde los mismos usuarios como alternativa de trabajo, pensando también en que en ambos grupos hay personas que corresponde a grupos de riesgo”.
Ante este desafío y tomando de referencia otros abordajes individuales que pasaron a modalidad de teleconferencia-distancia, se realizan los encuentros grupales en modalidad online, a través de diferentes plataformas virtuales como “Google Meet”, “Zoom”, video llamada de WhatsApp o “Jitsi Meet” en función de las posibilidades de los usuarios y lo que resultara más funcional. “El trabajo contempla desde el comienzo de la pandemia, contactos vía WhatsApp, llamados telefónicos y entrevistas con familiares, un trabajo articulado con los equipos tratantes ya sea de la red municipal o provincial, o de instituciones privadas. Intervenciones telefónicas individuales: se llevan adelante para trabajar algunas cuestiones clínicas puntuales de las que se venían realizando en los encuentros grupales y que no pudieron ser retomadas de otro modo, hasta optar por la modalidad virtual. Se le brinda a cada usuario/a teléfonos de contacto, tanto de guardia institucional como de los profesionales responsables del equipo donde el mismo esté realizando tratamiento”.
Dispositivo Cultural terapéutico
Este dispositivo surge de la fusión de dos dispositivos que eran el centro de día y el dispositivo Pupa que era destinado a adolescentes. Ambos abordaban la problemática de consumo desde diferentes perspectivas. “Se crea este dispositivo cultural terapéutico pensando la cultura como uno de los ejes fundamentales, entendiéndola como el conjunto de trabajo, educación y arte. Hace dos años que se empezó a trabajar en el mismo con una dinámica de trabajo que tiene que ver con los espacios grupales, en donde una dupla coordine al mismo. La idea es abordar la problemática desde diferentes lenguajes y actividades. Poniendo como ejemplo salir de la instituciones o cocinar, generando diversas construcciones”.
Nos vimos imposibilitados, no pudiendo generar grupalidades por ello el gran desafío fue sostenerlo en la ausencia
No existe un tiempo de tratamiento para dar de alta con este dispositivo, ya que el usuario es un sujeto de derecho. “Construimos la clínica con el usuario, la idea es pensar que el tránsito por ese espacio lo pueda construir y cerrarlo él mismo. Antes de la pandemia teníamos diferentes espacios según cada abordaje, con muchas horas de trabajo, lo cual se vio completamente modificado. Nos vimos imposibilitados, no pudiendo generar grupalidades por ello el gran desafío fue sostenerlo en la ausencia. Desde allí surgieron ideas como poder escribir una carta, en donde hacíamos entrevistas individuales con ese usuario que llegaba, escribía una presentación y la dejaba en el dispositivo, para que el que viniera se encontrara con esa carta para luego hacerle preguntas, todo por escrito. Así el que había dejado la carta, al regresar se encontraba con interrogantes que le hizo alguien, esta idea resultó muy interesante. Ya que cuando pudimos realizar grupos muy pequeños con distanciamiento y diversos cuidados, los que se escribieron se fueron encontrando”.
Para finalizar desde Programa Andrés Rosario sostuvieron, “seguimos bregando por la plena implementación de la Ley de Salud Mental 26.657. Destacando también que desde nuestro programa siempre se cumplieron estrictamente los protocolos, valorando el apoyo de las dependencias del Estado antes mencionadas, ya que sin las mismas no podríamos subsistir”.