MARTES, 26 DE NOV

Algunas propuestas para revitalizar el corazón comercial del centro rosarino

El centro de la ciudad evidencia una caída en desgracia que no es solo atribuible a la pandemia y hasta quizás tampoco a la recesión económica, que ya lleva tres años. El riesgo de consolidar una parálisis de gestión que es un mal casi mundial, pero no por eso debe dejar de atenderse.

 

Por Agustín B. Zarazaga

La partida de la firma Fallabella no sólo deja un hueco imposible de ignorar en el corazón comercial del centro de Rosario, sino que también evidencia un fenómeno que viene acentuándose en los últimos años: el deterioro (en todo sentido) de esa zona de la ciudad más grande de la provincia de Santa Fe.

Si bien suele decirse (ya como un lugar común, lo que no evita que sea bastante cierto) que la atención de la opinión pública -en especial medios de comunicación y funcionarios-, hace años que proyecta la ciudad desde el centro a la periferia y no al revés, ese “corazón comercial” hoy sufre los estragos de la crisis y la falta de creatividad para gestionar paliativos en la escasez.

Galerías semi desérticas, prácticamente escasa vida después del atardecer (con peatonales que de noche ofrecen un escenario casi tétrico y eso también abarca estilos de iluminación), consumidores que muchas veces evitan la zona ante el constante aumento del precio y a la par descenso de la calidad del transporte público, entre otras cosas, han contribuido a “vaciar de contenido” al centro, algo que viene siendo relevado hace tiempo en Conclusión y que siempre muestra también el estado general de una ciudad.

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Esta realidad no se deriva solo de la pandemia, cualquier habitante de Rosario que frecuente la zona podrá testificarlo. Como todo deterioro sostenido lleva varios años y, como se ha dicho, no es atribuible solo a la administración.

Pero aunque la gestión actual no escape a esa sensación generalizada de indefinición a la hora de resolver las grandes cuestiones que afligen a las sociedades, aquí y en otros lugares, sí podrían intentar algún plan que sea más que una declaración de voluntades y para el que no haya que causar descalabros en los presupuestos, sino simplemente poner manos a la obra con algo de esmero.

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En ese sentido y a modo de ejemplos, van aquí algunas propuestas que podrían ayudar a revitalizar un poco el corazón comercial del centro rosarino:

– Viajes gratuitos con periodicidad regular (puede ser semanal) hacia el centro para cada usuario del transporte público. Si es necesario puede aplicarse una segmentación e intensificar alguna campaña para la personalización de tarjetas Movi que permita controlar este uso.

– Ponerse a la cabeza de la búsqueda de empresas y/o personas que se puedan hacer cargo de muchos locales vacíos en éste área, el ejemplo más saliente Falabella pero no el único. Es importante destacar aquí la necesidad de que no sean exclusivamente firmas “de servicios”, que llenan de oficinas opacas puertas adentro y con nulo beneficio en cuanto a lo palpable en la calle, circulación diaria de dinero y personas (se trata de un mal mucho más profundo y que atenta contra el perfil de ciudad que Rosario tuvo, pero se arrastra también desde hace años).

– Organización de circuitos culturales regulares (lo que con un poco de esfuerzo también serviría para contribuir a un segmento muy castigado últimamente) con espectáculos de distinta índole (teatro, cine, música, muestras fotográficas, entre otras) por ejemplo en las plazas como la 25 de mayo y con una periódica rotación.

Desde ya que algo de esto puede estar intentándose y este artículo no tiene un propósito imperativo ni peyorativo, sino simplemente aportar al debate público de ideas, con la intención apostar por la gestión política de los recursos, por más afectados a otros temas que estén, para hacer que Rosario deje de ser una peor ciudad para vivir cada día.

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