¿Cómo estamos viviendo nuestra sexualidad en pandemia?
Hiperpresencia, privacidad, pactos transitorios de convivencia, reducción de encuentros sexuales, monogamia, sexting y autoerotismo, fueron algunos de los puntos salientes de la charla con la Psicóloga Silvana Savoini, especialista en Sexología Clínica y Educativa. “El deseo sexual se recupera y nivela, el ser humano es extremadamente adaptable y el deseo va tomando su ritmo dentro de las nuevas configuraciones”.
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- Jun 21, 2021
Por Gisela Gentile
Como para todos los órdenes de la vida, la Pandemia que estamos atravesando ha tenido un fuerte impacto, la sexualidad no ha quedado al margen de esto, sino todo lo contrario, ya que la misma ha tenido que reconfigurarse.
Parejas estables, convivientes con hijos, sin hijos, parejas abiertas, solteros, y todas las personas que viven su sexualidad, han visto modificadas sus formas de vivir el deseo sexual. Encontrar privacidad, conocer personas, vincularse, autoerotizarse, y todo el mundo de la vida sexual ha tomado nuevas formas. Para profundizar sobre cómo estamos viendo la sexualidad en tiempos pandémicos, Conclusión dialogó con la psicóloga Silvana Savoini, especialista en Sexología Clínica y Educativa, Profesora Universitaria y Coordinadora de la Diplomatura de Estudios Avanzados en Sexología y Neurociencias UNR.
– ¿Cuáles fueron las modificaciones que podríautoras marcar en el plano de la sexualidad que se fueron dando durante la pandemia?
– En primer lugar, podría decir que la sexualidad humana es como un fusible, es lo primero que salta cuando algo del circuito se desregula. Y claramente el escenario vital de todas las personas se ha desregulado con la pandemia, no solo por lo que significa los temores al contagio, sino porque las medidas de aislamiento social han reconfigurado los modos de revincularnos. Esto es un estresor del que no fuimos del todo conscientes, creo que recién ahora comenzamos a tomar real dimensión del impacto que tiene en la salud mental en general.
Ese estresor, que es el cambio significativo en nuestras rutinas, estilos de vida y en nuestras formas de vincularnos, obviamente como todo elemento que desencadena una respuesta de estrés, también impacta en la sexualidad.
Dentro de toda la complejidad que refiere la sexualidad humana, podríamos decir que tiene una sensibilidad muy grande a la desregulación de los ejes neuroendocrinos, que hacen que ante las situaciones de peligro automáticamente nuestro organismo priorice la sobrevivencia. De alguna manera nos ponemos en estado de alerta y todo el eje neuroendocrino de la respuesta sexual humana, queda un poco más inhibido que lo habitual.
– ¿Existen muchas variantes de dicho impacto según las realidades y vivencias de cada persona?
– Siendo coherente con todas las sofisticaciones que tiene la complejidad humana, sumada a las cuestiones subjetivas, sociales y culturales que atraviesan la configuración del deseo sexual (que nada tiene que ver con lo innato o genético, sino que es absolutamente subjetivo y culturalmente condicionado), podemos decir que sí se vio afectado.
Hubo distintos escenarios, en la pareja estable en donde el deseo se nutre de las alternancias entre las ausencias y las presencias, de repente se vio con una hiperpresencia en la convivencia, que no es saludable y no fomenta el deseo sexual. Si bien en un primer momento se vivenció como una oportunidad de pasar más tiempo juntos, luego continuó y cuando llegó para quedarse, esa hiperpresencia atentó en muchos casos contra el deseo.
La otra vertiente que sucedió en parejas estables y convivientes, fue que de repente pasamos a estar 24 x 7. Esto puede ser afrontado, soportado y sostenido, si existen fortalezas en dicha pareja, pese a que uno no lo haya elegido, ya que ninguna pareja se elige para estar las 24 hs juntos. En las parejas convivientes, si lejos estaban de tener fortalezas, y existían conflictos de bases en la relación, esto vino a dinamitar los vínculos sostenidos con alfileres. Por ello se precipitaron separaciones a partir de esa hiperpresencia, impactando también en la sexualidad.
Es importante también contextualizar una serie de variables que inciden en las parejas convivientes que no podríamos dejar de lado dentro de este complejo escenario. No es lo mismo una pareja conviviente que tiene hijos, y dentro de esa particularidad, no podemos dejar de nombrar los recursos socioeconómicos que cada uno cuenta en torno a lo habitacional. Claramente no es lo mismo estar en una pequeña casilla, un monoambiente, un departamento o en una casa con varias habitaciones, donde cada uno tenga sus espacios. Cuando hay hijos el tema de la privacidad, y todas las actividades que hoy llevamos a cabo dentro del hogar se han ido condicionando, y en pandemia ha tenido mucho más peso. No todas las personas tienen la oportunidad de tomar distancia dentro de la propia casa. El estrés que ha ocasionado la crisis económica es totalmente deserotizante para cualquier ser humano.
Destacando también un subgrupo de personas que también se vio afectado en su vida erótica, que son aquellos que no tienen relaciones monogámicas, y viven vínculos poliamorosos o relaciones abiertas. En estos casos se incrementó la tendencia a cerrar prácticamente a la monogamia transitoria en resguardo de las cuestiones de salud. Es decir que muchas parejas optaron por burbujas sanitarias con una pareja, y dejar de frecuentar a otras personas o conocer a otras.
Los más afectados claramente son los que no tenían una relación de pareja. Aquellas personas que tenían encuentros más o menos ocasionales, de repente esa posibilidad de conocer gente ya no estuvo al alcance. El miedo al contagio, no querer exponerse a riesgos hizo que se reduzca ese espectro de posibilidades para las personas que están solas.
– ¿En este sentido, las personas fueron buscando otra forma de concretar encuentros?
-Por un lado, personas que tenían un vínculo sexoafectivo más o menos frecuente e informal, decidieron en algunos casos convivir. Esto último tomado como un pacto transitorio para pasar la pandemia y no como un proyecto de vida en común en sí. Lo cual tiene muchas complejidades, pero es cierto que muchas parejas no se consideraban como tal hasta el momento de la pandemia y se la jugaron a vivir juntos.
Después existen las conformaciones, llamadas por mí misma como, las burbujas eróticas. Estas últimas serían los círculos de intimidad (conocimiento mutuo y confianza) en los que se decide transitar la pandemia. Por ejemplo personas que no están en pareja, no quieren vínculos con nadie, ni convivir, pero si quieren tener relativos encuentro eróticos con una u otra persona. Pero acotando las posibilidades dentro de lo que tengo a mi alcance, personas que me agraden, que conozco, frecuentando con regularidad a las mismas personas para no expandir los grupos y no exponerme, ni exponer a otros. Dentro de esas burbujas eróticas, están personas que se atraigan, sin un pacto de exclusividad, pero sí existe la confianza de que esa persona pueda ofrecer información de cuidado, es decir me va a advertir si tuvo síntomas, si estuvo con un contacto estrecho, etc.
– El temor a contraer la enfermedad, ¿ha llevado a prescindir de la vida sexual en algunos casos?
– Podríamos nombrar a un grupo mucho más limitado, pero que siempre existe, de personas que se han alejado de todo tipo de encuentro erótico por verse muy atemorizadas. En este sentido, no digo que hayan renunciado a su vida erótica, pero sí al erotismo que involucre a otros, otras u otres.
Por supuesto que autoerotismo ha estado a la orden del día, y eso se ve en los registros de los portales de pornografía, que así lo reflejan. Se ha visto una gran cantidad de ingresos de personas a sitios pornográficos, más allá de todos los cuestionamientos que una pueda hacerle a dicha industria, lo cierto es que se ha apelado mucho a eso y a los Sex Shops. Todo esto denota que el autoerotismo se ha potenciado un poco más de lo habitual.
Destacando que es importante siempre recordar que la masturbación no se acota a la adolescencia, ni a la vida de soltería, cualquier persona adulta, incluso estando en una relación de pareja, resulta saludable la práctica masturbatoria o mejor dicho autoerótica. Porque masturbación es estrictamente estimular con las manos y eso lo podemos hacer en un encuentro con otro. Con el autoerotismo me refiero estar a asolas en su propia erótica.
El sexo virtual también ha sido la vedette, pero no porque antes no existiera, sino que el mismo se ha visto potenciado debido a la pandemia, pero nunca va a sustituir el encuentro presencial. La piel produce cosas que ninguna forma de inteligencia artificial puede emular en la erótica, por más de que haya intentos.
– En torno al sexting, ¿qué deberíamos tener en cuenta a la hora de practicarlo?
– A la hora de encontrarse a través del sexting o intercambio de contenido erótico, videos, imágenes o textos con alguien, puede darse para tener o no una respuesta sexual completa, o solo se remita al intercambio, sin que haya orgasmos o excitación. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que todo lo que uno envía a través de un dispositivo tecnológico es vulnerable a ser viralizado, no porque la otra persona tenga la intención, aunque a veces ocurre, sino porque las tecnologías son vulnerables.
Tenemos que ser conscientes de eso, para lo cual es importante que en esas fotos o videos no se vea el rosto, señas particulares que nos identifiquen y fundamentalmente estar preparados para que, si eso ocurre, estar dispuestos a afrontarlo y no sentir vergüenza. Sí realizar un repudio si alguien intencionalmente lo viraliza porque se están violando uno de los derechos sexuales que es el de la privacidad. Pero no sentir vergüenza, ya que no estamos haciendo nada malo, lo malo es que algo del orden de lo privado se haga público.
– ¿El deseo sexual se recupera fácilmente?
– El deseo se recupera y nivela, el ser humano es extremadamente adaptable y el deseo va tomando su ritmo dentro de las nuevas configuraciones. Los niveles de deseo van y vienen, en esta etapa depende más de las variables subjetivas. La salud mental se está viendo muy comprometida a nivel general y eso sí claramente ha incrementado las consultas.
Todos estamos atravesando un duelo de la vida anterior que teníamos, quién más quién menos, todos hemos perdido algo o a alguien. Sencillamente perdimos la configuración de la vida anterior. Éstas consecuencias se están viendo, y lo más preocupantes son franjas etarias en las que antes no se veían síntomas de depresión, pudiendo nombrar la infancia y adolescencia.
Dentro de estas subjetividades, las personas que tienen síntomas y signos de depresión, más allá de ese estrés general del que hablábamos, la depresión es la otra gran fuente de síntomas en la sexualidad. La disminución del deseo sexual está asociada a los síntomas depresivos, a veces la disminución de este deseo es lo primero que se detecta dentro de las depresiones encubiertas.