VIERNES, 22 DE NOV

Con el cambio de gabinete, Castillo busca alejarse de sectores más radicales de la izquierda peruana

Según analistas, el nuevo gabinete coincide más con el perfil que presentó Castillo en su primera gira internacional, cuando ante la ONU, la OEA y foros económicos se comprometió a trabajar por mejorías para los peruanos pero con respeto a las leyes y a la inversión privada.

Por Gonzalo Ruiz Tovar, desde Lima

La decisión del presidente de Perú, Pedro Castillo, de reemplazar en la jefatura del gabinete ministerial al parlamentario Guido Bellido por la ex congresista Mirtha Vásquez podría mejorar su relación con sectores de oposición, pero con riesgo de perder respaldo en su partido, Perú Libre (PL), según se desprende de las primeras reacciones conocidas tras el recambio en el elenco de Gobierno.

«La bancada (parlamentaria) de Perú Libre no respalda este gabinete porque considera que es una traición a las mayorías que han esperado durante muchos años llegar al poder para que sean atendidas», dijo a la prensa el portavoz de PL en el Congreso, Waldemar Cerrón, tras una reunión “de urgencia” con sus colegas.

Esas palabras contrastaban con los elogios para Vásquez y, sobre todo, con el “gesto conciliador” de Castillo, que a esa misma hora llegaban desde partidos de oposición “moderada” como Acción Popular y Alianza Para el Progreso, fuerzas de centroderecha con presencia numérica potencialmente decisiva en el Congreso.

“El cambio es positivo, es un alivio en medio del caos”, le dijo a la agencia de noticias Télam el analista político Ramiro Escobar, para quien el nuevo gabinete coincide más con el perfil que presentó Castillo en su primera gira internacional, cuando ante la ONU, la OEA y foros económicos se comprometió a trabajar por mejorías para los peruanos pero con respeto a las leyes y a la inversión privada.

“Es un gabinete más conciliador y puede satisfacer también a un sector progresista”, agregó en entrevista con Télam el politólogo Roger Santa Cruz, quien, sin embargo, consideró que el nuevo equipo es más afín a una “izquierda caviar” (aburguesada) que a la que dice representar PL, un partido que se autodefine como marxista leninista y con marcado tono andino.

Las alarmas se activaron este miércoles cuando se anunció que Castillo dirigiría un mensaje a la nación y se gatillaron rumores de que la hora de Bellido había terminado. En efecto, el mandatario apareció ante cámaras, con un retrato del legendario caudillo indígena Túpac Amaru II como fondo, y anunció el cambio como paso para restablecer la “gobernabilidad”.

“Perú espera mucho de sus autoridades. Es momento de poner a Perú por encima de ideologías y de posiciones aisladas”, dijo el mandatario, tras destacar que la prioridad debe ser la lucha por la salud y contra el hambre y la pobreza.

En 69 días como presidente del Consejo de Ministros, Bellido, ingeniero electrónico de 42 años que proviene de una familia campesina quechuaparlante del departamento de Cusco, acumuló un rosario de choques con la oposición.

El ahora ex ministro no solo se peleó con los partidos que están más a la derecha –Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular-, sino también con los más moderados. Incluso, en un hecho inusual, entró en conflicto abierto con algunos de sus subordinados en el Gabinete mediante las redes sociales.

En ese marco, desde hace tiempo corrían rumores sobre su salida y se mencionaba a posibles reemplazantes –como Vásquez-, mientras PL advertía desde diferentes tarimas que no permitiría que Castillo se deshiciera del “Puka” (rojo en quechua, por el color de su pelo y por sus ideas). Pero siempre, hasta ayer, había superado los embates, gracias al apoyo del fundador y líder del partido, Vladimir Cerrón.

“No sé cuál es el motivo (por el que Castillo le pidió renunciar). Es el motivo del presidente y el presidente es el que manda”, dijo Bellido al final del día, antes de lanzar un desafiante “nos vemos en el Congreso”, porque retomará de inmediato su sitio en el Legislativo.

Con Bellido se fueron además seis de 18 titulares de cartera, entre ellos el de Trabajo, Íber Maraví, de quien era un hecho que sería destituido la próxima semana por el Congreso por supuestos vínculos con el grupo armado ultraizquierdista Sendero Luminoso. .

Vásquez, nueva presidenta del Consejo de Ministros, es una abogada de 46 años que ganó fama como defensora de los derechos humanos y que, tras llegar al Congreso en 2020 a nombre del partido de izquierda Frente Amplio, terminó como presidenta de ese poder del Estado durante el Gobierno interino de Francisco Sagasti.

Aunque en su momento la derecha intentó varias maniobras para destituirla como presidenta del Congreso, Vásquez respondió con habilidad política y ganó respeto incluso entre sus opositores, lo que explica seguramente la elección de Castillo para un momento de crisis.

El papel jugado por Bellido para darle supuestos argumentos contra el Gobierno a los sectores más radicales, impedir acercamientos con fuerzas potencialmente más colaborativas y generar roces en el interior del oficialismo hacía muy difícil su continuidad en el Gobierno, según coinciden analistas.

“Era un personaje de confrontación, no le facilitaba la tarea al Gobierno. Fue una buena decisión de Castillo”, comentó en una entrevista de televisión Juan Jiménez Mayor, presidente del Consejo de Ministros en el Gobierno de Ollanta Humala. “Generaba muchos problemas”, añadió el politólogo Jeffrey Radzinsky.

“El presidente optó por el suicidio político. La ultraderecha le impuso su agenda. Con el golpismo apátrida no se negocia, porque más temprano que tarde le dará el zarpazo de odio y venganza. Ganó el golpismo y perdió Perú, una vez más se repite la tragedia”, reaccionó en cambio la portavoz alterna de la bancada de PL, Silvana Robles.

El tiempo aclarará cómo será la nueva correlación de fuerzas en el Congreso. No hay aún una ruptura formal en el oficialismo, ni hay cambios claros de actitud en una oposición radical que muchas veces parece empeñada en la destitución de Castillo a cualquier precio. Faltará ver cómo se mueve la oposición moderada.

La próxima medición ya no será entonces con la posible censura a Maraví sino como máximo en un mes, cuando Vásquez y su equipo vayan a pedir el voto de confianza del Legislativo, tal como exige la ley.

 

 

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