MARTES, 26 DE NOV

Una dura derrota electoral golpea a Biden y a los demócratas en Estados Unidos

El multimillonario Glenn Youngkin fue elegido como el primer gobernador republicano del Estado de Virginia desde hace una década. Allí, el actual presidente le había ganado por diez puntos en las presidenciales del año pasado a Donald Trump.

El multimillonario Glenn Youngkin se convirtió en el primer gobernador electo republicano del Estado de Virginia en una década, tras una victoria electoral lograda gracias al apoyo de los partidarios más fervorosos del ex presidente Donald Trump, que complica la agenda de Gobierno del presidente Joe Biden y su Partido Demócrata.

El triunfo de Youngkin, de 54 años, sobre el demócrata Terry McAuliffe en las elecciones a gobernador celebradas este martes marca un abrupto giro para un Estado que se había inclinado por los demócratas en el último decenio y que Biden ganó por diez puntos cuando derrotó a Trump en las presidenciales del año pasado.

Mientras el Partido Demócrata lamentaba esa dura derrota, la posibilidad de otra asomaba en el cercano Estado de Nueva Jersey, donde el gobernador demócrata Phil Murphy estaba técnicamente empatado con su retador republicano en el escrutinio de los comicios celebrados también este martes, pese a que Biden se llevó ese estado en 2020 por 15 puntos.

Las elecciones fueron la primera prueba del ánimo de los votantes desde la asunción de Biden, y los resultados parecen mostrar frustración con la gestión del demócrata y prefigurar un complicado año por delante antes de los comicios legislativos de noviembre de 2022, cuando el oficialismo buscará retener sus exiguas mayorías en el Congreso.

Las cadenas de noticias estadounidenses proyectaron el triunfo de Youngkin esta madrugada, cuando el republicano aventajaba por 2,7 puntos a McAuliffe con más del 95% de los votos escrutados.

El candidato demócrata, gobernador de Virginia hasta enero de 2018, había empezado la carrera como claro favorito, pero en los últimos días de la campaña los sondeos mostraban mucha igualdad entre ambos contendientes.

Youngkin, un político neófito que invirtió al menos 20 millones de dólares de su propia fortuna en estos comicios, celebró su triunfo de manera exultante.

«Este es el espíritu de Virginia que se une como nunca antes», dijo ante decenas de seguidores en un hotel de la ciudad de Chantilly, informó CNN.

La elección era vista en todo el país como una guerra entre Biden y el expresidente Trump, quien apoyó de inicio a Youngkin.

La equilibrista campaña de Youngkin se convertirá probablemente en un modelo para los republicanos de todo el país, que mirarán de aprovechar en las elecciones de mitad de mandato la base de seguidores de Trump, a la vez que evitan verse manchados por su imagen entre los moderados.

Los demócratas querían que la carrera fuera un referéndum sobre Trump.

Al principio de la campaña, Youngkin aceptó el apoyo de Trump y se abstuvo de criticar al expresidente. Pero también evitó deliberadamente situarse al lado del líder republicano, mal visto entre los independientes en gran parte de Virginia, o presentarse como un acólito suyo.

La pérdida de McAuliffe también asustará, casi con toda seguridad, a los legisladores demócratas moderados del Congreso y hará que algunos dejen de apoyar el plan de Biden de 1,75 billones de dólares para impulsar la economía.

Este plan, centrado en el bienestar social y las infraestructuras, es fundamental en la agenda política del presidente pero está sufriendo importantes contratiempos para ser aprobado en Washington.

McAuliffe se enfrentó a importantes adversidades en su intento de conseguir un cargo que ya ocupó hace cuatro años, ya que el partido mayoritario en Washington suele sufrir desgaste político durante el primer mandato de un presidente.

Youngki, por su parte, tuvo que hacer equilibrismos, ya que la gran mayoría de los republicanos creen en las falsas afirmaciones de Trump de que las elecciones presidenciales que perdió ante Biden fueron fraudulentas, y en medio de ese ambiente, admitir la verdad tiene riesgos políticos.

En lugar de eso, el gobernador electo centró la conversación hacia temas locales de lo que definió como una «guerra cultural», como el aborto, la obligatoriedad de llevar máscara y la enseñanza de la historia racial de Estados Unidos.

McAuliffe tomó la delantera en la carrera, pero su ventaja de siete puntos se diluyó en los últimos días.

Apoyándose en su imagen de candidato del establishment, McAuliffe, de 64 años, se vendió a sí mismo como alguien que recuperó empleos tras la crisis financiera mundial de 2008, y prometió repetirlo para la pandemia.

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