MARTES, 26 DE NOV

La CGT logró la tan ansiada reunificación y comienza el 2022 en procura de más empleo y producción

La central obrera argentina insistió en “la necesidad de volver al trabajo como el gran ordenador social”. Cuestionó y cuestiona al neoliberalismo mientras recuerda que "el empobrecimiento de los asalariados formales e informales es indisimulable”.

Por Adolfo Rocasalbas

Para el movimiento obrero el año concluye con la ansiada reunificación de la CGT, que logró superar históricas diferencias intestinas y aunar a todos los sectores sindicales en una única conducción, que consagró otra vez la figura del triunvirato en el Congreso Nacional Ordinario realizado en Parque Norte el 11 de noviembre.

Ese encuentro en las instalaciones del gremio de empleados de Comercio ungió a Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano como cosecretarios generales de la central obrera, y a Mario Manrique y Antonio Caló en las estratégicas áreas Gremial e Interior.

Al igual que lo hacen de forma gradual las federaciones y sindicatos, la CGT eligió ese día nueva conducción -prorrogada desde agosto de 2020 por el estallido de la pandemia de coronavirus-, cumpliendo de esa forma el mandato del Ministerio de Trabajo que, en su momento, otorgó un plazo de 180 días para su normalización.

Esa nueva cúpula no dudó en respaldar en varias oportunidades al Gobierno nacional ante los embates opositores de la alianza Juntos por el Cambio y los intentos de flexibilización laboral y de eliminación del pago de las indemnizaciones, y se pronunció por «la necesidad de volver al trabajo como el gran ordenador social».

La central obrera convocó en el documento final del Congreso a luchar contra «los sueños neoliberales de destruir los derechos socio-laborales y sindicales», llamó a rescatar el trabajo para «una vida digna» y aseguró que «el empobrecimiento de los asalariados formales e informales es indisimulable porque en solo cuatro años un gobierno neoliberal destruyó el aparato productivo en una fiesta especulativa».

«Hay que construir una Patria libre, justa y soberana desde los cimientos, que fue ejemplo en el mundo y abanderada del continente en salud, educación, seguridad social y derechos laborales. Y esa tarea debe comenzar por el trabajo», aseguró la CGT, que no dudó en adelantar que enfrentará a todos aquellos que pretendan «debilitar al unido movimiento sindical y destruir la legislación protectora laboral».

Ese Congreso aprobó la reforma del Estatuto de la central para cumplir con la Ley de Cupo Femenino e incorporó un 30 por ciento de mujeres, para lo cual amplió las secretarías de 25 a 36 para garantizar «la igualdad y paridad de género, porque la mujer debe participar en los debates y en los lugares de decisión», afirmó.

Casi una semana después, la flamante conducción cegetista y los movimientos sociales desbordaron la Plaza de Mayo y sus adyacencias para conmemorar un nuevo aniversario del Día de la Militancia, una celebración que recuerda el primer regreso al país del expresidente Juan Domingo Perón luego de casi 18 años de exilio.

Ese día, ante una multitud y apenas tres días después de la derrota en los comicios legislativos nacionales, el presidente Alberto Fernández convocó a la unidad del Frente de Todos (FdT) para encarar la «segunda etapa» del Gobierno; advirtió que el «triunfo no es vencer sino nunca darse por vencido» y cuestionó a los dirigentes opositores que «se niegan al diálogo», en especial a Mauricio Macri y Javier Milei.

El Jefe de Estado denostó entonces el rechazo de esos dirigentes opositores a la convocatoria al diálogo formulada por el Gobierno: «Si Macri no quiere hablar que se quede solo con sus amigos haciendo negocios, no hay problema; si Milei no quiere hablar, que se quede encerrado con aquellos compañeros que tiene, que reniegan de la diversidad y niegan el terrorismo de Estado», sostuvo el Presidente.

Al igual que el 18 de octubre en el Monumento Canto al Trabajo, donde la CGT convocó a los trabajadores para conmemorar un nuevo aniversario del Día de la Lealtad Peronista, la central obrera se pronunció el 17 de noviembre por «un modelo de desarrollo, producción, pleno empleo genuino y elevados niveles de educación».

También reclamó políticas económicas que fortalezcan los sistemas de seguridad social y de salud; aseguró que «la Argentina y el Gobierno afrontan una instancia decisiva para superar la crisis económico-social heredada y agravada de forma dramática por los efectos de la pandemia» y enfatizó que la CGT es «la reserva desde donde el Movimiento Nacional puede reconstruir el tejido social y productivo».

Ya en octubre, de forma previa al Congreso de Parque Norte, la central obrera había adelantado que el acto y la marcha multitudinaria fueron «la expresión de la unidad de los trabajadores y del movimiento obrero y del Movimiento Peronista».

A lo largo de todo el año, signado por la emergencia sanitaria, la CGT aseguró que «es tiempo de justicia social» y que «ese es el compromiso irrenunciable del movimiento obrero», y demandó al peronismo la promoción de una alianza entre la producción y el trabajo a través de la profundización del diálogo social.

Además, de forma inalterable los dirigentes cegetistas ratificaron en cada instancia de diálogo y negociación la vigencia del modelo sindical argentino, y llamaron al compromiso de responsabilidad social empresaria a los sectores de mayor concentración económica y a la reconstrucción de un Estado presente y regulador.

Ese día de octubre, conmemorativo del 76° aniversario del Día de la Lealtad, la CGT aseguró que más allá de los resultados electorales «los trabajadores no están ni estarán con quienes pretenden avanzar para derogar derechos laborales y con quienes facilitaron un ingreso indiscriminado de capitales solo para reproducir beneficios financieros depredatorios y proceder a fugarlos al exterior».

La CGT desarrolló durante todo el año una activa política de diálogo con los funcionarios de todas las áreas, que incluyó reuniones y varios almuerzos con el propio presidente en la Quinta de Olivos, un encuentro con la ministra de Salud Carla Vizotti y, en especial, una extensa charla con el titular de Economía, Martín Guzmán, a quien respaldó en las gestiones que realiza ante el Fondo Monetario Internacional.

El 1° de diciembre último y, por primera vez en la historia, un ministro de Economía visitó la sede de Azopardo al 800 para hablar con el flamante consejo directivo y exponer el plan plurianual del Gobierno y las negociaciones con el FMI, ocasión en la cual el funcionario aseguró que la Argentina «no firmará ningún acuerdo de ajuste» sino un arreglo que priorizará «la recuperación económica y el desarrollo sustentable».

En sintonía con el discurso presidencial, el ministro añadió entonces que esa recuperación y desarrollo debe derivar en «una verdadera inclusión social con generación de trabajo» y una mejora «más fuerte del poder adquisitivo de los salarios».

Los dirigentes cegetistas aseguraron ese día que los ejes de la exposición de Guzmán fueron el desarrollo, la negativa a producir un ajuste, la optimización de las exportaciones y el pleno beneficio de los trabajadores, y señalaron que un eventual acuerdo con el FMI «no implicará una reforma laboral o perjuicios al pueblo».

Mientras se cumple la resolución de la cartera laboral y los sindicatos y federaciones normalizan sus respectivas conducciones de forma gradual, la CGT se apresta a iniciar su primer año como nueva conducción con la premisa de que en el país haya cada vez más trabajo decente y los salarios continúen ganándole a la inflación.

«El acuerdo con el FMI debe firmarse para que el país crezca y, para ello, debe haber cada vez más trabajo», ratificaron todos y cada uno de los dirigentes cegetistas.

La consigna de la central obrera -ya expresada por el propio Moyano- es que los intentos opositores de reforma laboral y de flexibilización «no puedan avanzar» para arriesgar «la protección de los trabajadores», y hacia allí dirigirá su accionar.

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