“Tenemos cinco veces menos bosques nativos”
El escritor, periodista y ex diputado nacional contó a Conclusión sus sensaciones sobre la emergencia forestal del país. “El mensaje es que se preocupan y que se instruyan“, dijo.
- Info general
- Ene 5, 2016
Por Fabrizio Turturici
La alarmante situación ambiental global, que demuestra claros presagios con las recientes inundaciones que arremeten con fuerza gran parte del Cono Sur, mantiene al mundo al filo del abismo y con creciente inestabilidad.
El desbocado avance capitalista y la falta de escrúpulos por parte de la cúpula política, parecen estar obstinados en su propio suicidio, en pos de seguir amasando una fortuna que de poco servirá en un futuro inminente. Más allá del bien y del mal, como diría un vehemente e intenso pensador alemán.
Argentina está en emergencia forestal: ya perdió el 70 por ciento de sus bosques nativos originales y la deforestación avanza, según el entrevistado, “hacia la desertificación”. Basta con resaltar el simple dato: en nuestro país, cada dos minutos desmontan una hectárea.
Contra las irrefrenables topadoras, se para de frente —con su pluma como espada— Miguel Bonasso; escritor, periodista y ex diputado nacional. Da la sensación de ser David contra Goliat, pero sus conquistas constan en los documentos. Desde la Cámara Baja del Congreso, en 2007, fue aprobada la Ley de Bosques (26.331) impulsada por el también presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano.
Desde entonces, Bonasso emprende una lucha quijotesca contra la emergencia forestal y el estado —de coma— medioambiental. Resignado, confiesa que sus frutos son exiguos y que la sociedad camina, indefectiblemente, hacia el abismo.
— ¿Me podría explicar, brevemente, en qué consiste la Ley de Bosques sancionada en 2007?
— Concebimos la Ley de Bosques (26.331) cuando yo era diputado nacional y presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano. Lo hicimos debido a los desmontes cada vez más extensos y salvajes que se producían en el norte argentino, particularmente en la provincia de Salta, en perjuicio de nuestros bosques nativos. Donde no sólo hay especies vegetales irrecuperables (árboles que tardan décadas en crecer), sino también biodiversidad animal y un hábitat respetado por comunidades campesinas, en particular de pueblos originarios.
— ¿Cómo es la situación forestal del país?
— Argentina vive en una verdadera emergencia forestal. Tenemos cinco veces menos bosques nativos de los que había a comienzos del siglo XX y se extiende la frontera sojera hacia el Norte, amenazando a los pocos que quedan.
— ¿Qué significa estar en emergencia forestal?
— Es colocarse frente a una situación posiblemente irreversible, con las consecuencias que estamos viendo en sequías, desertificación, y por el otro lado, gigantescas inundaciones.
— ¿Ya destruimos el 70 por ciento de nuestros bosques? ¿Cuál es el que más afectado se vio?
— La selva pedemontana en Salta. Pero la deforestación, como vimos, abarca al norte y también a la Mesopotamia.
— Argentina está entre los 10 países del mundo que más bosques destruye. ¿Qué opinión le merece al respecto?
— Me parece lamentable, preocupante e injusto; porque no es un fenómeno natural sino un producto de la codicia de los terratenientes sojeros y los políticos corruptos y coimeros. Hay culpas concretas en la deforestación y deberían ser señaladas y castigadas: el proyecto kirchnerista de doce años fue fatal desde el punto de vista ambiental. No sólo por la deforestación sino por la generalización de las semillas transgénicas de Monsanto, con su compañero canceroso, el herbicida glifosato.
— ¿Hay algún tipo de castigo o multa para quienes infringen esta ley?
— No se aplica ninguna sanción. La Ley de Bosques no se cumple porque no hubo la menor voluntad política del Poder Ejecutivo y de los gobiernos provinciales, que debían cuidar los bosques. Desde la promulgación en 2007, se han desmontado más de 2 millones de hectáreas, de las cuales más de 600 mil correspondían a bosques protegidos por la ley donde está absolutamente prohibido talar o desmontar.
— ¿Cuáles son las medidas que se tendrían que tomar para cambiar la situación?
— Te diría que aplicar las sanciones que la ley prevé, declarar la emergencia forestal y promover un plan de reforestación integral de vastas proporciones. Pero, ante todo, hay que frenar a las topadoras y a sus codiciosos dueños.
— ¿Que pasará y cuáles serán las consecuencias, si sigue ocurriendo esto?
— Las consecuencias inmediatas están a la vista: inundaciones, aporte inmoral de Argentina al cambio climático… Nuestro país es culpable del 4,5 por ciento del total de la deforestación mundial. Una cifra elevadísima. Al final, claro, viene la desertificación.
— Para terminar, dos preguntas en una: ¿qué imagen tenés de la sociedad en relación a esta preocupación y qué reclamo o mensaje le dejarías a la misma?
— La sociedad no es mayoritariamente conciente de esta devastación. Y de esto son también culpables los medios (tanto los oficialistas como la llamada “Corpo”), porque no dimensionan los fenómenos. Las inundaciones que hoy sufren los argentinos y otros pueblos como el brasileño, el uruguayo y el paraguayo, son producto de la deforestación. La sociedad argentina es bastante atrasada e inculta, bastante indiferente. En general, la gente no chilla hasta que le pisan los callos. Es raro que chillen cuando les pisan los callos a los otros. En general, digo, hay magníficas excepciones de gente altruista. El mensaje es que se preocupen, que se instruyan, que aprendan a distinguir lo trascendente de lo intrascendente. Pero esto va a llevar tiempo, porque no se arregla sólo con decretos y leyes, sino que es un proceso cultural. Y los procesos culturales llevan mucho tiempo.
— Si me tiene que ser sincero, ¿es optimista con el tema?
— Si tengo que juzgar lo que vendrá por lo que hoy existe, no soy optimista. Me gustaría serlo, porque tengo hijos y nietos. Pero la verdad, no. No soy optimista.