VIERNES, 22 DE NOV

Barrio Saladillo realiza la tradicional fogata de San Pedro y San Pablo

La ceremonia que reúne a grandes y chicos para recrear la popular fiesta pagana llegó nuevamente este miércoles 29 de junio al Parque Regional Sur para celebrar la tradicional fogata de San Pedro y San Pablo.

 

En una nueva edición de la tradicional ceremonia de San Pedro y San Pablo llegó a Barrio Saladillo: la fiesta comenzó por la tarde de este miércoles en el balneario (ubicado en Avenida del Rosario al 352 bis), y luego los presentes caminaron hacia la Plazoleta Julio Oksanich, donde se encendió la fogata. 

La popular celebración cristiana asociada al antiguo ritual con que se recuerda a los apóstoles de Jesús, reúne cada año en el Parque Regional Sur a cientos de vecinos alrededor de la enorme montaña de leña emplazada en la plazoleta. Como es costumbre en estos eventos, se disfruta la jornada con picnic, mates y alimentos para compartir.

La fogata de San Pedro y San Pablo es una antigua celebración pagana y religiosa que une el tributo al fuego en sus diferentes significaciones y simbologías con la sacralidad.

El 29 de junio se conmemora a San Pedro, primer papa de la Iglesia Católica, y a San Pablo, el gran apóstol de los Gentiles, quienes, según la tradición, fueron ejecutados alrededor del año 67 por orden de Nerón.

El sentido purificador atribuido al fuego se mezcla con el rito estival (invernal, para estas latitudes) de la fogata asociada al martirio de los santos mencionados. Por eso, en lo alto de la fogata se ubican los muñecos, los cuales son quemados como expiación colectiva para rendir homenaje a los santos inocentes.

En Argentina, esta celebración forma parte de las tradiciones populares –heredadas de la inmigración– que se afianzaron a principios del siglo XX con el surgimiento del barrio como espacio de encuentro, participación e identidad.

Con la expansión urbana, que fue modificando la fisonomía de la ciudad y cambiando las costumbres y las relaciones de vecindad –que se tornaron más distantes y reservadas–, las fogatas pasaron a ocupar un lugar sólo en la memoria de la gente.

Recrear estos encuentros que se apropian con espíritu festivo y lúdico del espacio público -marcando como territorio de pertenencia la vereda, la calle, el barrio, la ciudad- fue el motivador para rescatar y resignificar en el presente esta tradición cultural.

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