Alumnos de la Base Esperanza conversaron con un astronauta de la Estación Espacial Internacional
El histórico contacto de ocho minutos de duración, les permitió a varios de los trece alumnos de la institución educativa (de entre 6 y 16 años) formularle preguntas al astronauta estadounidense Kjell Lindgren, quien respondió por radio desde el gigantesco satélite que orbita la tierra a 400 kilómetros de su superficie.
- Info general
- Oct 7, 2022
Alumnos de la escuela Nº38 «Presidente Raúl Alfonsín» de la Base Esperanza, en la Antártida Argentina, protagonizaron este viernes un hecho inédito al entablar, por primera vez, una conversación en directo con un astronauta que se encuentra en la Estación Espacial Internacional (ISS por su sigla en inglés).
El contacto de ocho minutos de duración concretado entre las 12.17 y las 12.25 hora argentina les permitió a varios de los trece alumnos de la institución educativa (de entre 6 y 16 años) formularle preguntas al astronauta estadounidense Kjell Lindgren, quien respondió por radio desde el gigantesco satélite que orbita la tierra a 400 kilómetros de su superficie y mientras se desplaza a unos 27.800 kilómetros por hora.
Los estudiantes interrogaron a Lindgren sobre sus tareas y la vida en el espacio, y también sobre sus experiencias personales. «¿Como se ve la Tierra desde el espacio?», preguntó uno de los chicos argentinos, y el astronauta contestó que «es increíble poder verla desde aquí, su curvatura, sus formas, sus colores. Es hermoso», afirmó.
Otro estudiante quiso saber sobre su primer viaje, y Lindgren recordó que fue en 2015, y que esa vez llegó a la base de lanzamiento, observó el cohete y enseguida se reunió con sus compañeros. «Fue un sueño cumplido», aseguró.
El estadounidense también contestó que en la ISS trabajan «doce horas por día», que allí «no hay tareas menos importantes» porque «todos los procedimientos tienen su relevancia y la mayoría son reparaciones aunque también actividades de investigación».
Después, a preguntas más específicas, el astronauta respondió que comen «menúes preparados, muchos de ellos con pollo, vegetales y snacks», y que para ir al baño utilizan «un dispositivo similar a una aspiradora con un tubo que succiona y absorbe las deposiciones».
Para divertirse o entretenerse se comunican con sus familias y amigos en la Tierra, aunque también «pasan mucho tiempo mirando el paisaje a través de las ventanas».
Uno de los alumnos antárticos quiso saber sobre el origen de la vocación del astronauta, y respondió que vio muchas películas y leyó muchos libros, y a partir de allí surgió su interés «por los temas espaciales». «A quien quiera ser astronauta le diría que hagan su mayor esfuerzo, que trabajen duro, pero que si no consiguen su meta de estar aquí, aprovechen el recorrido y dedíquense a las múltiples actividades que existen para estudiar el espacio desde la Tierra», aconsejó el tripulante de la Estación Espacial Internacional.
Ya en el final de la conversación, agradeció a la dotación de la Base Esperanza «el servicio que están prestando en la Antártida» y a las «organizaciones que hacen posible este tipo de conexiones».
Para el contacto con la ISS, los miembros de la base se reunieron en un salón de la escuela, con los adultos y los estudiantes vestidos del clásico uniforme antártico de color naranja.
La médica de la base, Pamela Di Marco, moderó la conversación que se desarrolló íntegramente en idioma inglés, y le fue pasando un auricular con micrófono a cada estudiante que fue desplazándose al frente del salón para formular cada pregunta. Al final, todos los presentes aplaudieron y se mostraron emocionados por haber podido concretar el contacto al que calificaron de «histórico».
La docente y directora de la escuela antártica, Soledad Otaola, también participó del encuentro y una vez concluido lo definió como «un momento muy emocionante». «Creo que es muy difícil dimensionar lo que significa estar en la Antártida hablando con alguien en el espacio. Es algo maravilloso, una experiencia inolvidable», sostuvo Otaola.
También dijo que «los chicos lo disfrutaron y me parece que recién en el momento tomaron conciencia de lo que estaban protagonizando. Les veía las caras de emoción. Comprendieron que se trató de algo histórico que no se va a volver a repetir en sus vidas», señaló la maestra. Luego detalló que tras la comunicación con la ISS saludó y felicitó a todos sus alumnos: «Nos abrazamos y lloramos. Sentimos que somos parte de una verdadera familia antártica», expresó.
El contacto entre la Antártida y el espacio se realizó en el marco del programa Ariss (Amateur Radio en la ISS) creado y gestionado por un consorcio internacional de organizaciones de radioaficionados y agencias espaciales, incluyendo la NASA en Estados Unidos, con el objetivo de despertar el interés por disciplinas científicas como la ingeniería o las matemáticas.
El gobierno de Tierra del Fuego aclaró en un comunicado que la iniciativa fue impulsada también por la organización Ciencia, Educación y Tecnología unidos por la Radio Afición (Cetra), uno de cuyos referentes es Luis Funes, un radioaficionado de San Luis (conocido por su licencia LU8YY/Q) que ya participó de emprendimientos similares.
Funes es un docente jubilado, apasionado por las comunicaciones, que ya logró contactar a estudiantes puntanos con Lucas Parmitano, un astronauta italiano que orbitaba la Tierra a 400 kilómetros.
El Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) y el Ministerio de Educación fueguino, entre otros organismos, sumaron también distintos tipos de colaboraciones al acontecimiento.
La Estación Espacial Internacional, considerada uno de los objetos más caros construidos por el hombre (entre 150 mil y 200 mil millones de dólares) es mantenido y administrado por las agencias espaciales estadounidense, europea, rusa, japonesa y canadiense, además de los países que colaboran en forma esporádica.
Lindgren, el astronauta que habló con los alumnos de la Base Esperanza, es norteamericano aunque nacido en Taiwán, tiene 49 años y en 2009 fue seleccionado como miembro del grupo de los 20 astronautas de la NASA.
La dotación de la escuela 38, que este año cumple su 25º aniversario, está compuesta por trece niños, niñas y adolescentes entre 3 y 16 años, incluidos los hijos de la pareja de docentes, Paula de 16, Danilo de 7 y Fausto de 3, mientras que los hijos mayores, Dana y Nicolás, eligieron quedarse en la casa familiar de la ciudad fueguina de Río Grande, donde estudian y trabajan.
Otaola, jujeña de 41 años, y su marido Denis Barrios, profesor de educación física y correntino (46), fueron seleccionados el año pasado para cumplir el primer ciclo lectivo en la base luego de la pandemia de coronavirus que obligó a cancelar las actividades durante un año por las restricciones sanitarias.