MARTES, 26 DE NOV

Por falta de lluvias, dan por perdida gran parte de la cosecha de maíz en el centro y norte de Santa Fe

En el relevamiento semanal se observó apenas un 25% de los lotes en estado bueno, un 50% regular y un 25% malo, al margen de los cultivares que ya fueron picados/embolsados, enrollados o destruidos para una futura siembra.

 

Los cultivares de maíz de primera del centro y norte de Santa Fe fueron los más afectados por la ausencia de lluvias y no tienen «posibilidades de recuperación», aún en caso de concretarse precipitaciones en los próximos días, indicaron este miércoles voceros del sector.

El informe semanal que elaboran el Ministerio de la Producción provincial y la Bolsa de Comercio de Santa Fe, indica que la secuencia de imágenes del maíz temprano «reflejó el impacto de la ausencia de precipitaciones y déficit hídrico» en la mayoría de las 86.900 hectáreas sembradas.

«Fue el cultivo que acusó el mayor impacto y un presente muy complicado, sin margen de reacción, ante un improbable pronóstico general de precipitaciones», precisa el trabajo.

En el relevamiento semanal se observó apenas un 25% de los lotes en estado bueno, un 50% regular y un 25% malo, al margen de los cultivares que ya fueron picados/embolsados, enrollados o destruidos para una futura siembra.

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«Ante lo avanzado de las etapas fenológicas y con el paso de los días las expectativas de reacción del cereal se fueron desvaneciendo y los posibles rendimientos serían inferiores a los obtenidos en las últimas campañas, repercutiendo en gran medida en todos los sistemas productivos», añade el texto.

Además, indica que «por los elevados costos para la realización del picado/embolsado y la baja calidad del material, algunos productores continuaron con la opción de la confección de rollos de las plantas enteras, que luego comercializarían con ganaderos».

En cuanto a la cosecha de girasol, cereal que cubre unas 121.700 hectáreas, esta semana siguió la cosecha durante todas las jornadas, a excepción de jueves y viernes por algunas precipitaciones.

Los rendimientos promedio continuaron siendo variables y en gran parte bajos, por las características ambientales de estrés hídrico y térmico que atravesaron el ciclo.

Los rindes oscilaron entre mínimos de 4 a 8 quintales por hectárea, en tanto los mejores lotes llegaron a valores de entre 18 y 20 quintales.

«En general, el estado de la oleaginosa dependió de las precipitaciones ocurridas en cada zona y la etapa fenológica en que se encontraba cada parcela», en tanto «los girasoles mostraron menor desarrollo en las estructuras de las plantas y en el tamaño de los capítulos, lo que afectó y afectaría directamente el componente rendimiento».

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